miércoles, 27 de septiembre de 2023

La realidad ilusoria

Hoy he quedado con una amiga para comer y charlar de todo un poco. Es profesora en un centro escolar de relativa tranquilidad en la periferia de Barcelona. Le ha costado mucho reengancharse al ritmo del nuevo curso, algo que es común al conjunto de profesores. Pero no es de esto que quiero retener nuestra conversación. Hemos hablado de muchos temas, pero uno que me interesa especialmente es el de nuestra percepción del yo -que siente y juzga nuestra vida-. La neurociencia en sus reflexiones últimas expresa que el yo es un constructo ilusorio, una suerte de alucinación controlada, igual que nuestro sentimiento del tiempo. En realidad no existimos y nuestra vida es una especie de fantasía de la mente, pero una fantasía que duele. No podemos tirarnos de un tercer piso a la calle esperando que sea ilusorio porque nos mataremos. Es otro nivel de irrealidad. Solo hay que recordar lo que pasó hace veinte o treinta años -incluso si tenemos fotos de ello- y nos damos cuenta de que aquello existió pero tuvo la misma textura que un sueño. Hoy nos parece fantástico y no podemos creer que aquello tuviera consistencia. Pienso en la infancia de mis hijas de la que he visto imágenes recientemente. Existió de alguna manera, ocupó mis días, tuvo textura de realidad pero en cierta manera no existió. Esto es lo que dicen las neurociencias. La lectura del libro del neurocientífico Seth Anil en La creación del yo nos viene a decir que el ego es ilusorio. Ello me maravilla porque coincide con las filosofías orientales como el vedanta, el taoísmo y el budismo. La ciencia y la filosofía terminan confluyendo en esa consideración de la realidad como una construcción de la mente. No vemos las cosas como son. Nadie las ve, vemos las cosas como somos. Nuestra mente tiene determinados tics y resortes que son los que nos permiten “ver” la realidad y encontramos siempre en ella aquello que hemos predefinido, así que nos es más fácil encontrar aquello que hemos reconocido previamente. Esto son las ideologías políticas, esto es nuestra percepción de la vida, nuestra forma de ver las cosas: moldes prefijados, patrones que hemos interiorizado para proyectar en lo que conocemos. Y así las personas y las cosas nos son conocibles porque hemos almacenado patrones previos que nos hacen interpretarlas. Solo de muy niños somos espacios vacíos. Entre los 0 y los 4 años nuestra mente está vacía de esquemas y somos auténticamente filosóficos y tenemos capacidad de sorprendernos y asombrarnos, de acceder a niveles de realidad que luego la vida va convirtiendo en patrones y arquetipos. Y así, envejecer es vivir a partir de patrones como base fundamental. Ya nada nos sorprende, nada nos maravilla. Todo es repetido, nuestro yo está tan prefigurado que todo son roderas muy profundas. Y ser viejo es ser incapaz de ya aprender cosas nuevas porque todo lo referimos a los patrones que conocemos y que están hondamente grabados en nosotros. Y con ello, en nuestra falta de capacidad de maravillarnos va implícita nuestra creciente falta de alegría íntima. Nos hacemos densos, esquemáticos, rígidos, creemos que lo sabemos todo y que nadie tiene nada ya que enseñarnos. Haría falta una buena dosis de LSD o psilocibina para que nuestra mente llena de resortes preestablecidos recuperara la posibilidad de encantarse, de ver una realidad primigenia y sin juicios a priori. Una dosis para recuperar nuestra inocencia de niños y que fuera capaz de crear neuroconexiones nuevas, infinitas, de modo que volviéramos a ser aquellos bebés filosóficos que algún día fuimos y no supimos que lo habíamos perdido. 

11 comentarios:

  1. Es evidente que la edad ayuda a hacernos densos y esquemáticos, y si me aprietas a hacernos más cascarrabias y menos tolerantes. Es mi caso.
    De todas formas no concuerdo en eso de que nos creemos que lo sabemos todo, sé de personas que con setenta largos están apuntadas a la Universidad simplemente porque lo que desean es saber.
    Aunque me digieran que con el LSD volvería a ser un bebé filosófico, no lo aceptaría, nunca he comulgado con la necesidad de las drogas para tener otros "yos" o experimentar otras dimensiones. La persona debe hacerse a sí misma y levantarse cada vez que cae. Al final de cuentas, nuestra vida no es más que el trascurso de una calle empedrada.
    Un abrazo y gracias por las reseñas de los libros.
    Salut

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    1. El problema no es saber sino los esquemas con los que nos enfrentamos al conocimiento que se van fijando a lo largo de la vida de un modo que nos termina haciendo rígidos. Conozco a alguna mujer de casi noventa años que tiene una mente prodigiosamente flexible, pero no es lo más frecuente, porque no se trata de conocimiento sino de flexibilidad, y esto es algo que vamos perdiendo, todos. En cuanto a las sustancias enteógenas, como el LSD o la psilocibina, habría mucho de qué hablar. No son drogas al uso sino sustancias que abren las puertas de la percepción. Yo si pudiera hacer un uso controlado de ellas, bajo observación, sí que me gustaría experimentarlas. Nuestra mente se hace rígida y cerramos caminos alternativos. La mayoría de los blogueros tenemos esquemas muy inflexibles para enfrentarnos a lo que entendemos por realidad y en eso se nota el paso del tiempo para bien y para mal. En todo caso, es cierto que creemos hacernos a nosotros mismos, si es que la expresión "nosotros mismos" tiene algún sentido. En todo caso, nos gusta creer que es así. Muchas gracias por tu presencia en este blog marginal al que cuidas con el afecto que me es sabido.

      Un abrazo.

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  2. Con los años nuestros cuerpos se anquilosan, se vuelven cómodos y cuesta horrores ponerlos en marcha. Supongo que con la mente es parecido, tenemos que estar siempre retándonos, buscando puntos de vista diferentes, cosas que incluso nos ofendan, para poder tener el músculo más importante de todos en funcionamiento...

    Es un tema interesante el de la percepción del yo...

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    1. Hay tratados de neurociencia que abordan la conciencia de un modo muy novedoso teniendo en cuenta que hacer unos veinte años la conciencia era el último concepto que suscitara interés a los filósofos y científicos por ser demasiado misteriosa. Hoy día sigue siendo enigmática, pero se han multiplicado los abordajes para intentar llegar una micra más allá de lo que sabemos. Se puede decir que lo último en neurociencia es que el yo es fruto de una alucinación controlada, pero una alucinación. Es algo que conecta con mi formación budista y me ha sorprendido. Y ciertamente, la vida nos va anquilosando y es necesario entrar en otro orden de desafíos o conceptos. Se nota cuando se habla con alguien si tiene una mente flexible y la tuya lo es en grado interesante. La idea esencial es que no sabemos nada, que el conocimiento es tan ilusorio como el ego, como el tiempo. Es incierto que podamos fijar algo en una visión binaria y dualista. Ello es pura ilusión que sirve, no obstante, para tranquilizarnos y hacernos creer que sabemos. Muchas gracias por tu visita.

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  3. Por poner una metáfora, veo a las personas como un ordenador portátil. Con el transcurso del tiempo vamos almacenando programas y datos y vamos actuando en base a ellos. Saludos

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    1. Tal vez la metáfora sea válida: almacenar en la mente datos y programas. Supongo que hoy el mundo digital permite la equiparación y considerar la mente como un superordenador que guarda recuerdos, hábitos, actitudes, miedos, manías, objetos de amor y odio en forma de patrones que nos condicionan. Saludos, Federico. Me gustaría poder aportar en tu blog, pero la música no está entre mis patrones formativos, y ya lo siento.

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  4. Yo pienso que evolucionamos. Nuestro cuerpo avanza, pero nuestra mente se mantiene joven por mucho más tiempo hasta que un día descubres que tus huesos crujen y tu cuerpo va lento, cada vez más lento. Pero ese pequeño niño que llevamos dentro, siempre queda en nosotros una dimunita dosis de lo que fue. Me encantó porque quizás nos estamos convirtiendo en autómatas. Tienes un bello Blog. Te sigo. Un abrazo

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    1. Gracias, Nuria, por tus palabras y tu visita. La identidad, la conciencia, el tiempo son misterios que no hemos resuelto, y no sé si los resolveremos. ¿Qué me hace ser yo? ¿Qué es yo sino un conjunto de neuroconexiones con enlaces químicos y eléctricos? Nos acercamos a la conciencia pero costará mucho tiempo antes de que hayamos podido comprenderla. Y sí, hacerse mayor es darse cuenta de que los huesos crujen y que el cuerpo aguanta menos. El niño que fuimos está dentro pero nuestros patrones lo ocultan. Es complejo hacerlo salir, pero no imposible. Voy a tu blog a conocerte. Un abrazo.

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  5. Siempre he pensado en la posibilidad de que todos seamos una sueño. Y, como entes diferentes, cada uno interpreta la realidad de una manera diferente. Es por esto que podemos discutir del mismo hecho, con versiones antagonistas y creer, los dos, que tenemos la razón.

    Uno de los secretos de la felicidad es darnos cuenta de que no debemos imponer nuestra realidad a la de los demás, porque para ellos es tan cierta como la nuestra para nosotros.

    Buen post, amigo

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    1. La idea de que somos una ilusión como sujetos sintientes o pensantes, igual que el universo que nos rodea tiene la textura de un sueño es común a las filosofías orientales que llegaron a Occidente a través de la ruta de la seda, las conquistas de Alejandro e incluso a través de los intercambios que produjeron las Cruzadas. La obra de Calderón de la Barca es buena prueba de ello. Y si es cierto que nuestra vida es un sueño, será real que cada uno vive en su propio sueño. La idea de que no vemos las cosas como son sino como somos es esencial para mostrarnos que nuestra subjetividad, nuestro sueño, permea toda nuestra percepción de la realidad. Muchas gracias por tu visita, voy a conocer tu espacio.

      Un cordial saludo.

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    2. He querido comentar en tu blog, pero como es de Wordpress me pide credenciales que no tengo y no me permite publicar mi comentario sobre tu papel en la industria musical española. Es un problema, pero por más que lo he intentado, no he podido.

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