miércoles, 29 de mayo de 2024

Los clásicos han muerto

Thomas Mann

Hace unos días hablaba con mi hija mayor -27 años- que es científica y trabaja en París sobre un espectáculo que iba a ver sobre Don Quijote, una versión que actualizaba al personaje literario. Le pregunté entonces si ella había leído El Quijote y me dijo que en el colegio pero de aquella manera. Entonces le pregunté si lo tenía entre los libros pendientes -ella es ávida lectora-, pero me dijo que ¡uf!. Con ese lenguaje antiguo que no hay quien lo entienda o siga... Y entonces me di cuenta de que ella es lectora, pero esencialmente de obras actuales, con un lenguaje de nuestro tiempo, y que no ha leído libros fuera de nuestro registro temporal presente. Y fui consciente de que esto es algo generalizado. El único lenguaje que se entiende es el esencialmente denotativo, sin demasiado estilo, y que tiende a explicar todo. Los libros del pasado, incluso de un pasado no demasiado lejano, se convierten en opacos para los lectores jóvenes -y no tan jóvenes-.

 

He sido profesor de literatura muchos años y durante buena parte de mi experiencia como docente hice leer a mis alumnos de dieciséis y diecisiete años libros como El Lazarillo, La Celestina, El cantar de Mío Cid, El libro de buen amor, obras de Lope y Calderón, La lozana andaluza... sin que eso supusiera un problema esencial. Me refiero en los años ochenta y noventa cuando existía el antiguo BUP. El lenguaje de los clásicos no era un problema para poder disfrutar, con la adecuada aportación del profesor, de su lectura. 

 

Mi hija nació en 1997 y ya vivió en su adolescencia el mundo de los móviles inteligentes -se salvó en su niñez de ellos-. Pienso que esto fue un proceso general. La tecnología se ha impuesto como realidad existencial y ha desarrollado un lenguaje concreto muy simple, puramente explicativo, apoyado en emoticonos y avatares que evitan el recurso a la sutileza y el estilo. No se soportan registros complejos en cuanto a estructura de composición. Todo tiene que ser explícito y directo, además de esencialmente rápido. Y yo diría que transparente, no se admite la ambigüedad que incite a la perspicacia del lector para desentrañar el mensaje. Y, en tal caso, la literatura del pasado se hace ilegible tanto por el estilo como por los temas y tratamientos. Y todo se juzga estilística y moralmente desde la perspectiva única de nuestro tiempo en una suerte de presentismo absoluto. El mundo del pasado, que respondió a circunstancias diferentes del nuestro, se siente como ajeno y se lo juzga como lento, complicado, aburrido, además de machista, clasista y racista. Y deja de interesar a los lectores jóvenes que lo ven totalmente diferente del tiempo de vibración de un presente absoluto. Nos hemos distanciado en todos los sentidos de obras clásicas que resultan totalmente inabordables y anticuadas. 

 

El criterio que se impone a todas luces es de que una obra no debe ser aburrida y tiene que ser clara y sin florituras estilísticas que nos distancien de un mensaje que también debe ser de nuestro tiempo, que responda a nuestras coordenadas vitales. 

 

Los clásicos y la literatura de más de veinte años -y aun soy generoso- está alejada de los gustos actuales y no se lee por parte de lectores jóvenes -piénsese que me refiero a los que precisamente leen y no a los que no leen nada que es lo más común-. 

 

Paralela y sorprendentemente, se da el fenómeno de que se publican más libros que nunca por medio de autopublicaciones, se utilizan los blogs como recurso expresivo, y hay plataformas como Wattpad, Scrivener, IA Writer, Ulysses..., que son utilizadas por creadores para dar forma a sus relatos de forma mayoritaria con un lenguaje actual y con referentes éticos, morales y de género que corresponden a lo que hoy se ha impuesto. 

 

Son numerosos los talleres de escritura para escritores noveles que desean escribir su propia novela, aunque no sé si con una buena base de lecturas formativas. Me da la impresión de que no. 

 

En conclusión, vivimos una realidad de aristas complementarias. Se lee poco, lo que se lee es rabiosamente actual, y por parte de muchos se intentan escribir narraciones o poemas en las redes sociales y plataformas citadas que se ofrecen a los lectores que desconocen las reglas básicas de la composición escrita fijadas por los clásicos. El mundo del pasado es un muermo lleno de aburrimiento por su fijación estilística y sus temas anticuados. Ahora se impone que hay que explicarlo todo y de forma transparente. 

 

¿Leer El Quijote o La vida es sueño o La Regenta o Luces de bohemia?

 

Ni los más viejos del lugar ya lo intentan. 

viernes, 24 de mayo de 2024

Un esfuerzo metafísico

Hay una caminata estrella para mí, es la que lleva desde Sant Boi o Cornellà a Sitges. Hay varias rutas posibles y las he ensayado varias ocasiones. Probablemente la haya hecho más de una treintena de veces. Supone unas nueve horas y media de andadura y unos treinta y seis kilómetros. La he hecho en solitario el día dos de mayo y en compañía de mi amigo Jorge ayer jueves, veintitrés de mayo. Pasamos por varios tipos de paisajes que van desde el bosque a la desolada sierra del Garraf en que hay que caminar con cien ojos por lo abrupto del sendero por entre palmitos y lentiscos, endémicos de este territorio metafísico del Garraf.

 

Caminar treinta y seis kilómetros en una jornada sigue siendo un buen ejercicio tanto físico como anímico. Sea cual sea mi estado anterior de tensión -y ayer comencé abrumado por un problema de obras de comunidad que tengo que llevar adelante- cambia radicalmente. El cansancio es terapéutico y liberador. Tuvimos que subir varios ascensos de importantes desniveles que suponen un ejercicio típico del cardio, o sea, excelente para el corazón. 

 

Esta excursión supone una prueba de mi estado físico y poderla realizar me proporciona la seguridad de que estoy en forma para soportar un esfuerzo importante. He dejado el gimnasio porque me aburre, pero una vez a la semana hacemos una caminata en que pasamos una serie de horas en animada conversación en la que está proscrita la política por común acuerdo. Las obras de la comunidad son también tabú por la extrema desazón que me producen. Nos quedan multitud de temas acerca de nuestras familias, hipotéticos viajes de verano, lecturas -mi amigo es un gran lector de novela policíaca, casi su único tema, mientras que yo frecuento literatura complicada y ensayo: ahora leo la exigente Las alas de la paloma de Henry James y una edición crítica de Cántico espiritual de San Juan de la Cruz-, reflexiones sobre el feminismo -habría que oírnos: decimos lo que no se puede expresar en casa con nuestras mujeres y nuestras hijas-, el debate ecológico y el coche eléctrico, etc, etc. 

 

Al llegar a Sitges sobre las seis de la tarde, nos vamos a una heladería y nos zampamos helados de dos bolas y disfrutamos por haber conseguido una vez más nuestra pequeña proeza que nos pone a tono anímico. Y esa noche, el cansancio es de tal magnitud que se duerme profundamente, con una sensación de lasitud y de fatiga maravillosas. Y todo lo que me afligía se ha desvanecido. Espero seguir haciendo esta caminata varias veces al año muchos años todavía. 

 

Ver el azul del mar más allá de la acre y adusta tierra del Garraf es un espectáculo que alimenta el alma. Y además no me da tiempo a pensar en nada porque es mi cuerpo físico el que ha de esforzarse y respirar, especialmente en los ascensos, con fruición. Al final del día me duelen las plantas de los pies. Cada vez es diferente aunque el paisaje sea siempre el mismo, pero cambia el cielo y las nubes, el horizonte, mi estado anímico previo, el viento, el calor, los trinos de los pájaros. Mola. 

miércoles, 15 de mayo de 2024

Las epidemias y la violencia

Leo en la terraza 1491 de Charles C. Mann, sobre el espinoso y complejísimo tema de la población en el hemisferio occidental -América- antes de la llegada de los españoles. Uno de los principales historiadores -Dolbys- la establece entre noventa y ciento doce millones de habitantes que en las sucesivas epidemias víricas -hepatitis, viruela, tifus, sarampión- redujeron la población en un 95%, entre noventa y cien millones de víctimas. Desde que pusieron un pie en el continente, en la isla de la Española, comenzó la debacle demográfica que llegó hasta lugares donde no habían llegado los europeos por su propia expansión interna. Los incas fueron destruidos y vencidos por su desunión y por las epidemias. La viruela ya los había alcanzado y murieron como moscas, lo que los debilitó y propició guerras civiles que los terminaron destruyendo. No fueron las armas o los caballos los que vencieron a los indios, según se creía. Hubo lugares donde los indios resistieron durante muchos años la llegada de los europeos. 

 

La lectura de 1491 es apasionante. Se da cuenta de la indefensión genética de los nativos americanos ante las epidemias que vinieron del Viejo mundo que los llevaron cerca de la extinción, algo que era inevitable pues es imposible impedir la transmisión de patógenos en un tiempo que no había vacunas para las que faltaban varios siglos y se desconocía la idea de contagio. El caso es que las poblaciones americanas sufrieron una devastación humana cuyo alcance se discute intensamente. Los hay, investigadores, que niegan que la destrucción humana fuera de la dimensión que propone Dolbys lo que llevaría a suponer que el territorio de lo que después fuera América estaba apenas poblado y haría sólidos los argumentos de que los europeos se adueñaron de algo que estaba vacío con algunas excepciones de algunos salvajes que andaban por ahí. Los activistas indios niegan este extremo y sostienen que había verdaderas civilizaciones con decenas de millones de habitantes que fueron arrasadas por la llegada de los europeos fuera por la violencia o por los virus y bacterias. Es un debate en el que no hay cifras sino solo suposiciones y el silencio como trasfondo. Yo, como lector, me estremezco pensando en el momento de la llegada de Colón a las costas de La Española en 1492 y lo que iba a desencadenar. Ese encuentro entre dos mundos de que se ha hablado fue el inicio de la mortandad más terrorífica de la historia por la inmunodeficiencia de los indios ante las enfermedades que en Europa ya eran antiguas. Pensar que desaparecieron el noventa y cinco por ciento de los primitivos habitantes de América es terrorífico, pero surge la constatación de que esto era inevitable con los medios que había en aquel momento. Faltaban siglos para el descubrimiento de las vacunas y la llegada de la medicina moderna con los antibióticos. Nacer en el siglo XX ha sido vivir una época benévola con buena parte de la humanidad occidental frente a la realidad de las pandemias asesinas del pasado. 

 

viernes, 3 de mayo de 2024

Gatos

Nos echamos la siesta y leo Filosofía felina de John Gray. Los gatos son solitarios y no se pasan la vida pensando en sí mismos y en que han de morir. No tienen conflictos consigo mismos porque siguen su propia naturaleza. Los seres humanos muchas veces vivimos contrariando nuestra naturaleza y temiendo la muerte, y para luchar contra este miedo, existen las distracciones y la filosofía -y ahora la autoayuda-. Hay muchas distracciones para olvidar por un momento que vamos a morir: las relaciones sociales, el deporte, el arte, la comida, el alcohol y las drogas, el trabajo, el sexo, y también el amor. Los gatos no necesitan nada de esto porque no viven atemorizados por la muerte ni por el dolor que puede conducir a ella. Viven plenamente, sin necesidad de hacerse valer ni de buscar actividades o acciones que justifiquen su vida. No necesitan la acción ni el pensamiento creador o atormentador. No viven pensando en el momento que vendrá después ni temen el mañana. Son libres y no tienen dueño. Los humanos no somos sus dueños. Cualquiera que haya estado con gatos tendrá esa convicción a diferencia de los perros. Pueden cogernos afecto, pero si algún día faltamos porque nos hemos ido o morimos, no nos echarán de menos, y su vida seguirá igual. Son criaturas que nos fascinan porque se pasan la vida jugando como si esta fuera un parque de atracciones, y la mayor parte del tiempo se lo pasan durmiendo -se calcula que un gato duerme dieciocho horas al día-. Los seres humanos construimos de nuestra vida un relato para explicarnos y comprendernos pero los gatos no necesitan acceder a dicha explicación para existir. No se piensan a sí mismos como seres individuales, pero los que vivimos con gatos, sabemos que cada gato es un mundo radicalmente diferente al de otro gato. Su libertad nos cautiva, cuando nosotros vivimos encerrados en estereotipos y poses sociales para podernos conducir en sociedad. 

 

En la edad media se los torturaba salvajemente de los modos más crueles y se los relacionaba con el diablo y con las brujas. Pero lo que los hombres temían más de ellos era su sentimiento de libertad cuando todos vivían atemorizados. 

 

Son criaturas que expresan el taoísmo en el sentido de seguir la propia naturaleza, y la no acción, el Wuwei, el no tener que justificar la vida mediante acciones u objetivos que los humanos vamos trazando continuamente para intentar darnos sentido. Y nos podríamos preguntar qué es eso del sentido, por qué necesitamos imperiosamente dotarnos de sentido como escribió Viktor E. Frankl en su aclamada El hombre en busca de sentido. Los gatos no necesitan dicho sentido a la vez que son profundamente observadores y viven plenamente el momento presente sin angustia por lo que vendrá después. No se interrogan sobre sí mismos y viven desprovistos de culpa o de responsabilidad o de moral. No buscan ser mejores o altruistas. No tienen conflictos con su naturaleza. No tienen miedo de nada, solo buscan comer, jugar, dormir y aparearse si los dejáramos pero los castramos para adaptarlos a nuestra vida. A la vez siguen siendo gatos domésticos pero conservan el sentido salvaje de la libertad. 

 

Los hombres muchas veces nos sentimos alejados de nuestra propia naturaleza a la que tememos y vivimos atemorizados de ser nosotros mismos. Los gatos nunca. Son ellos, sin sentido del ego, pero sin miedo de ser lo que son. 

El proceso de desnazificación de Alemania

Estoy leyendo  Postguerra  de Tony Judt, libro que aborda la historia de Europa en los años posteriores al final de la guerra mundial y abar...