domingo, 10 de diciembre de 2023

Ponte en mi lugar


Hay muchas ocasiones en la vida en que nos encontramos en trances difíciles sea a nivel personal, familiar o político y anhelamos que alguien en concreto o de forma general se ponga en nuestro lugar, ansiamos que nos comprendan para que se puedan entender nuestras posiciones o puntos de vista. “Ponte en mi lugar” es nuestro mantra para intentar hacer cercano a alguien o alguienes que puedan escucharnos. 

 

Sin embargo, es un ejercicio complejo y mayormente estéril el aspirar a que alguien se ponga en nuestro lugar porque las cosas solo las comprende quien está dentro del pozo o de la desesperación. En realidad, nadie que esté fuera de nuestras circunstancias puede comprender en profundidad por qué sentimos así, por qué pensamos así, por qué actuamos así, y todo, por más que nos expliquemos es un ejercicio inútil e imposible porque nadie puede estar dentro de mí, nadie puede ponerse mis zapatos y asumir mi historia y mi prehistoria, nadie puede identificarse con todo lo que he vivido, todo son aproximaciones más o menos bienintencionadas pero espurias. Nadie puede ponerse en mi lugar a menos que se recurra a las consignas de grueso calibre. 

 

Nadie puede ponerse en mi lugar porque yo soy quien siento profundamente las cosas que me afectan. Y, en todo caso, hay lógicas contrapuestas y contradictorias que llevan a que la gente se posicione -qué inverosímil verbo este de posicionar- a favor de una cuestión u otra. Yo no puedo pedir a alguien que viva en Motril que me comprenda si no ha vivido la evolución de mi sociedad y dicha persona, que se alimenta de ideas bienintencionadas -qué terribles son las ideas bienintencionadas porque el infierno está lleno de ellas- es imposible que puede acercarse a mí; yo no puedo pedir a alguien que viva en Pozuelo de Alarcón que me comprenda si él no ha sentido el filo de la navaja en su cuello porque en realidad cada uno comprende lo que le toca vivir a lo que añade sus ideas, sus ideales y sus compromisos, y todo eso junto hace que cada uno tenga sentimientos complejos que hace que no se entienda nada de lo que uno vive, Y, además, por qué uno iba a pedir a alguien que lo comprendieran y que se pusieran en su lugar. ¿No es acaso una solicitud egoísta y que anhela el paternalismo? Nadie puede ponerse en nuestro lugar, es una utopía, y si lo hace por algún ejercicio mágico no deja de exponerse a sesgos muy peligrosos. He leído a gente muy inteligente diciendo auténticas tonterías, nadie está libre por ilustrado o espiritual que sea de decir insensateces, a decirlas o a pensarlas. Todos nos movemos en círculos muy inexactos y arriesgados. 

 

Supongo que aquellos que lean este artículo desatinado, anhelarían casos concretos en que pudiera aplicarse la materia de lo que estoy escribiendo, pero no lo voy a hacer porque sería desvirtuar todo lo que estoy desarrollando que es la imposibilidad real de que alguien viva por nosotros lo que nosotros estamos viviendo.

 

Imaginemos que nos torturan con agua hirviendo sobre nuestro cuerpo. ¿Cómo va a haber alguien que se ponga en nuestro lugar si no está viviendo lo mismo atrozmente? ¿Cómo alguien va a entender la muerte de alguien muy cercano si no ha vivido lo mismo que yo? ¿Cómo se va a entender el desamor si no lo viven en mi mismo lugar? ¿Cómo va alguien a entender el aplastamiento político y social de los que piensan como yo, de los que sienten como yo, en un lugar concreto de España? Todo son imposturas. Nadie puede entender sino lo que está viviendo en primera persona y en un momento concreto. Nadie puede entender y ponerse en mi lugar cuando estoy muriendo, cuando llegue ese día en que yo muera. Todo es pose, todo es simulación en los tanatorios porque la muerte solo la entiende quien muere, y por delegación aquellas personas cercanas que lo han amado. Nadie puede ponerse en el lugar de la persona que muere. En realidad la vida es un ejercicio de poses de personas que simulan ponerse cerca de nosotros pero no es posible. Nadie puede entender a nadie salvo por un complejo mecanismo de identidad que es más falso que Judás.


25 comentarios:

  1. Esta entrada que nos presentas no es sencilla de dirimir.
    Nada es sencillo cuando se trata de un tema trascendente. Como trascendente es el tema del perdón.
    Nos dices: ¿Cómo alguien va a entender la muerte de alguien muy cercano si no ha vivido lo mismo que yo? Y es muy interesante porque llegas a tocar una tecla que tocan poco filósofos, Lévinas es uno de ellos.
    Lévinas nos dice algo que creo cuadra en tu pensamiento, el que nos has volcado: "Sólo la víctima puede perdonar", lo decía porque era de origen judío y basó toda su filosofía sobre los hechos acontecidos a sus antepasados. Basaba, como experto en Ética, en que la naturaleza moral está por encima de la naturaleza racional, y aquí divide al hombre entre razón y corazón, y lo afirmaba de esta forma porque para él la violencia era una constante permanente en el hombre.

    Creo, mi buen José Luis, que vivimos en un mundo de violencia sin límites, incluso nosotros nos castigamos sin sentido, porque deseamos ser de "otra manera", y somos lo que somos, seres imperfectos que buscamos superarnos. Y sí, llevas parte grande de razón, sólo aquel que ha sufrido puede perdonar al que le hace sufrir, a su verdugo.

    Para saber el sentido de Ética (que es el estudio de la Moral), hay que pasar por el sentido del dolor, de la humillación, de la violencia, del odio... porque sino no comprenderemos la frase de Lévinas, pero para entenderlo debemos, si, debemos tener experiencia por la violencia propia, que converge con la frase que nos insertas: "Nadie puede entender, sino lo que está viviendo en primera persona y en un momento concreto".

    Y si, "la imposibilidad real de que alguien viva por nosotros lo que nosotros estamos viviendo" y con ella la incapacidad para entender el momento que pasamos y nuestro comportamiento, no quita para que nosotros no sepamos dilucidar que si "sólo hay autenticidad en nuestros sentimientos" podría llegar a pasar que mis principios no fueran moralmente aceptables acercándome a la postura "romántica" de sentimiento de convicción (por ejemplo un militante de ETA), sentimiento que nos hace creer que hemos actuado correctamente.

    Es por ello que, siendo cierto que "sólo la víctima puede perdonar" porque sabe lo que ha sufrido, no podemos menos que aceptar José Luis, que el ansia de "que nos comprendan para que se puedan entender nuestras posiciones o puntos de vista" es en ocasiones complejo, porque empatizar cuesta, y porque somos complejos y actuamos generalmente convencidos con sentimiento de convicción.

    Es una entrada compleja, como el ser humano, ni más ni menos, y estoy convencido de que habrá tantas respuestas dispares como personas que te contesten.

    Un abrazo. Salut ¡









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    1. Perdón por la redundancia en "convencidos con sentimiento de convicción", suena mal, pero la frase dice lo que deseo decir.
      Salut

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    2. Mi post era de raíz personal, no me fundamentaba en ningún filósofo, pero sin saberlo, he entrado en el terreno de Enmanuel Lévinas y su concepto de la alteridad que ya había abordado Edmund Husserl. ¿Es posible ponernos en el lugar el otro? ¿Es posible la alteridad, ese acercamiento profundo a la perspectiva del otro? ¿Es conveniente? ¿Es posible comprender los crímenes de ETA? ¿Es posible comprender un asesinato de una mujer por su pareja? ¿Es posible comprender la barbarie nazi? ¿O tal vez debemos negarnos a adentrarnos en la alteridad porque eso nos llevaría a poder entender lo que no debería ser entendido? Es un buen problema y parecería que todo lleva a que se levanten muros ante dicha posible comprensión que sonaría a una cierta justificación. Porque si entendemos los motivos que llevan a un hombre a asesinar a su pareja delante de sus hijos, puede que nos sumerjamos en territorios peligrosos.

      Y sí, es totalmente cierto que solo la víctima puede perdonar, si es que tiene la oportunidad de hacerlo. Y en todo caso, podría acercarse a su victimario como hizo Maixabel Lasa en su entrevista con uno de los miembros del comando que asesinó a Juan Mari Jauregui, su marido. No le perdonó pero el encuentro permitió que uno de los asesinos se pusiera en la piel de la mujer de la víctima. Ninguno de nosotros puede perdonar en ese caso. El perdón es un ejercicio muy complejo. Las jaurías independentistas escriben en las paredes "Ni oblit ni perdó" mostrando su fanatismo al respecto. Has dado un giro a mi post que no pretendía adentrarse en terrenos tan fértiles como profundos. Solo expresaba que el acercamiento a la perspectiva de otro es complicada y de hecho casi imposible si no se vive algo equivalente a ello, y aun así es difícil. Muchas gracias por ampliar el terreno de mi reflexión aportando la perspectiva de Lévinas y la alteridad. Un fuerte abrazo, Miquel.

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    3. Las gracias a ti por hacerme pensar.
      Abrazos

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  2. Precisamente es un ejercicio recurrente que se le demanda al occidental como si fuese el culpable universal de todas las injusticias y desdichas. Pese a que muchos de los que dicen ponerse en lugar del otro, lo hacen con la superficialidad de un tuit, para continuar seguidamente con sus vidas como si nada hubiera ocurrido. Y quizá por decir una verdad como un templo,Joselu, te tachen de poco empático. Un saludo, Joselu.

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    1. Vivimos un tiempo en que ser víctima se ha erigido como el argumento cenital de todo. Hay víctimas por doquier, y si no son víctimas directas, son sus herederos ideológicos como pueblo, como sociedad, como cultura... ¿Somos culpables todos los occidentales como cultura y civilización por lo que se hizo hace cien, doscientos, trescientos, cuatrocientos años? Parece que no debería ser así, pero toda la ideología de la blanquedad y la interseccionalidad llevan a ser culpabilizados por herencia de lo que otros hicieron en otros momentos convirtiéndonos en victimarios herederos. ¿Soy heredero de lo que hizo Francisco Pizarro con Atahualpa en Cajamarca y su cultura inca en el siglo XVI? Es un debate que en estos días cobra especial intensidad. En todo caso, presiento en muchos de los occidentales un intenso autoodio que hemos interiorizado como victimarios reales o imaginarios y que lleva a que nos identifiquemos -queramos identificarnos- con otras culturas que presuponemos diezmadas y aplastadas por los blancos europeos. No se entendería, si no, la propensión a simpatizar con el Islam más fanático, porque es enemigo de lo que nosotros odiamos de nuestro mundo. La identificación con las víctimas a posteriori tiene algo de ceremonia de la confusión. La condición de víctima parece haber sido el sino del siglo XXI, víctimas y victimarios. Se una cosa u otra y no parece haber salida. Un saludo, Sergio.

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    2. Sobre la victimización pivota buena parte del discurso de la llamada posmodernidad,Joselu. Hay que incardinar a los individuos en colectivos y a mí todas estas corrientes me parecen de lo más plúmbeo. Hace poco leía una entrevista a una escritora inconmensurable y la mitad de la misma versaba sobre las dificultades que se había encontrado como mujer, y otros razonamientos análogos por los que la igualdad estaba muy lejos de lograrse. De sus obras ni un ápice. Otra cantante, de las que más ingresos percibe por derechos de autor, más que cualquier autor masculino, me refiero a Lady Gaga, hablaba de la insoportable estructura heteropatriarcal y capitalista por la que se regía la industria musical. Cómo muy bien dices,Joselu, aunque seas una o uno de los más beneficiados por una industria que quiere rentabilidad, que nada te prive de esgrimir un discurso de víctima.

      Ésa automutilacion que está llevando a cabo Occidente con su pensamiento en los que se suponen que deberían ser los centros de la excelencia como Harvard, que quieren prescindir de Sócrates, Platón porque son el paradigma del supremacismo de las ideas de Occidente. O por lo menos equiparar esas ideas a las de pueblos y otras etnias más postergadas culturalmente. Y la islamofobia es la nueva blasfemia como defiende Schapiro, una pensadora de la izquierda. Ocurrió con los atentados de Bataclán, que celebraron en algunos sectores de nuestro país vecino, y que censurar esas conductas, era tachado islamofofobos. Había que entender su odio por la marginación que habían sufrido y toda una panoplia de excusas, para normalizar un atentado contra personas inocentes. Estoy en casi todo de acuerdo contigo, Joselu. Un saludo.

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    3. Estoy en sintonía con lo que escribes y en todo caso quiero añadir algunas cosas como el drama de ser judío en Europa, confrontados con toda la izquierda proislámica y propalestina y que condena a los judíos como si fueran una unidad, tal como los nacionalsocialistas que los consideraban apátridas y no pertenecientes a ninguna nación europea. Y no solo esto sino que son acechados por las crecientes comunidades islámicas en todos los países de Europa como genocidas. En España ha pasado y está pasando con hoteles gestionados por judíos que son acosados por manifestaciones propalestinas, o el caso más sangrante de una profesora de Podemos que humilló a una hija de un ciudadano israelí en cuarto de secundaria culpándola de lo de Gaza. Hoy ha salido la decisión de la consejería de Educación de Baleares que sobresee el caso y no sanciona a la profesora. No es fácil ser judío en Europa y los barrios judíos están protegidos por la policía en París y en Roma que haya visto yo. Recientemente, se han hecho pintadas en domicilios con estrellas de David donde presuntamente viven judíos en Berlín. Hasta Greta Thunberg se ha revelado como una activista antisemita en sus últimas apariciones públicas por el tema de Gaza. Dicen que no es lo mismo ser antisemita que antisionista, pero la distancia es tan tenue que yo no la puedo apreciar. Habría que hablar mucho del tema y cómo la izquierda europea calló cuando la destrucción de Siria a manos de Hafez El Assad con millones de refugiados y cientos de miles de muertos. Y cómo la izquierda europea va con pies de plomo ante las ejecuciones de mujeres en Irán y su política represiva. Sí, habría mucho de qué hablar. Saludos, Sergio.

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  3. Creo que cada uno debe aprender a vivir consigo mismo antes de empezar a pedir comprensión al resto. Cuando uno se entiende ya no pide comprensión, puede pedir ayuda, pero no comprensión.
    Pedir ayuda esta bien, nadie podemos hacerlo todo solos y el trabajo común enriquece y fortalece las relaciones.
    Hay muchos que son felices en la dependencia y eso es un error que genera más incapacidades que soluciones, esos son los que dicen "ponte en mi lugar" y creo que no me da la gana ponerme en el lugar de esa persona, eso si pudiera, porque como bien dices cada uno tenemos nuestro curriculum y este no es exportable. Cada uno tenemos unas vivencias que han forjado o dejado de forjar nuestro carácter. Si nunca te has peleado no sabes lo que duele un puñetazo, por mucho que te pongas en el lugar del agredido, tampoco sabes lo que te duele la mano después de dar un puñetazo aunque el agresor parezca indemne.
    Yo practico la empatía en mi trabajo, procuro pensar en lo que el cliente busca, pienso en los problemas que puede tener y que yo pueda solucionar, pero desde un punto de vista de trabajo. Yo no me quiero sentir como ellos, solo quiero solucionarles cosas por egoísmo, para venderles más camiones, porque creo que es mi trabajo, sin más, sin menos.
    Hay otro tipo de supuesta empatía, que no soluciona nada, solo hace que la persona que tiene un problema no lo solucione, ni busque la solución. solo compasión. La compasión es la primera fase de la parálisis y el principio de agudización del problema, pero deja muy tranquilas de conciencia a quienes hacen de este mundo un valle de lágrimas en vez de un rio de soluciones.
    Si se muere una persona querida, en mi caso mi padre que falleció de repente, me puse inmediatamente a gestionar el entierro, la autopsia, el papeleo y mis hermanas se quedaron con mi madre. Estuve negociando con los de la funeraria, (que es para escribir un libro), y cuando acabe sentí que si mi padre me hubiera visto estaría orgulloso de mi. No me deje engañar por los de la funeraria, supe ajustarles el precio, no me rendí, hice mi trabajo y mi familia me lo agradeció. Cuando le enterramos me puse mi mejor abrigo, mi mejor traje, mi mejor corbata y estuve tieso, digno. No quería que nadie se pusiera en mi lugar, mi dolor es mío. Solo quería que mi padre estuviera orgulloso de su hijo que está cuando hay que estar y hace lo que hay que hacer. Luego uno llora, en privado, esos momentos que pude estar con él y no estuve y esas cosas que echamos de menos cuando ya no tienen solución. Yo no sé de corrientes filosóficas, solo se de mi vida y de mis actos.
    Un saludo.

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    1. No puedo sino estar en sintonía con la música de tu comentario tras el que percibo una clara empatía con Ayn Rand, la pensadora americana cuya perspectiva, el anarcoindividualimo llevado al límite, nutre una comunidad de ideas. No digo que te inspire, pero sí percibo una clara cercanía a su pensamiento... Nadie puede ponerse en mi lugar y en tu punto de vista ni siquiera es deseable para suscitar algo parecido a la compasión. Tu visión es la de un hombre fuerte, que asume que las personas han de ser fuertes en su configuración existencial, algo que claramente no es así y más en un mundo en que se ha popularizado la pose de víctima que exige reparación por su infortunio real o heredado. La historia que más me ha conmocionado es la de la pintora y dibujante Laurie Lipton que fue abusada sexualmente cuando tenía cinco años. Ella, consciente de ello, empezó a dibujar para exorcizar el horror de aquel momento y toda su obra tenebrosa es la recreación de un momento y un trance infernal. Ella en una entrevista declaró que se sentía agradecida al hombre que la violó porque le había convertido en artista Agradecimiento al violador. Es el caso extremo de la no victimización en una realidad de masas agraviadas que se sienten perdedoras y destrozadas por crímenes que sufrieron ellos o sus antepasados. La ideología de la víctima es muy peligrosa y es extremadamente peligrosa esta recreación contemporánea en el victimismo.
      Un saludo.

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  4. Dice Anil Seth que la consciencia es algo como una alucinación controlada. Es decir, que el mundo que percibimos, que nos parece tan real y difícil de imaginar de otro modo, surge de una especie de ‘negociación’ entre la forma en que nos llega a través de los sentidos y lo que nosotros esperamos de él. De esa experiencia reconstruida, en la que también influyen las de las personas que nos rodean y la sociedad en la que vivimos, surge nuestra consciencia y nuestro yo.
    Es esta entrada un ejercicio solipsista donde se exagera el problema de la
    incomunicación y la soledad, y que no reconoce la posibilidad y el valor de la empatía, la solidaridad y el diálogo, cerrando las opciones de la comprensión y al aprendizaje de los demás.
    Los ejemplos dramáticos y alusiones políticas quieren llevar al lector a justificar la postura del autor sin ofrecer ninguna alternativa o solución al conflicto planteado. Echo en falta la humildad y mayores posibilidades de pensamiento en la búsqueda de puntos de encuentro.
    La vida es irrepetible y única en cada uno de nosotros, pero no somos únicos ni nos pasan cosas que no se hayan repetido en los demás y que, por tanto, sí se pueden entender si se han pasado por ellas o porque hay seres de extrema sensibilidad que han sentido cosas semejantes.

    Un abrazo.

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    1. Me alegro de que menciones a Anil Seth y su concepción de la conciencia como una alucinación controlada en lo que ambos estamos de acuerdo. En cuanto al ejercicio solipsista de esta entrada no puedo estar más en desacuerdo aunque es cierto que hay formas de aproximación mediante la empatía a la desdicha o a los sentimientos de los demás. Un ejemplo señero que quiero traer aquí es el del padre franciscano Maximiliano Kolbe, internado en Auschwitz, a pesar de no ser judío y ser alemán de estirpe, por su compromiso cristiano. Quiero pensar que me aceptarás la aportación. Un día un prisionero se escapó y los nazis castigaban a la colectividad con diez víctimas que serían escogidas como represalia. Una de ellas fue Franciszek Gajowniczck. Este había perdido a su mujer y ahora sus hijos se quedarían huérfanos. El padre Kolbe que carecía de familia se ofreció para ocupar su lugar -se puso en su lugar de verdad- y fue asesinado con una inyección letal. El padre Kolbe sí que se puso en su lugar hasta las últimas consecuencias, asumiendo el destino de Franciszek. Esto lo considero admirable pero extremadamente inusual. Tal vez los padres hace cosas increíbles por sus hijos y podrían llegar a cambiarse por ellos ante una amenaza de muerte, pero hacerlo por un desconocido no es nada común. Es esto a lo que me refería, nadie puede entender de verdad a nadie, salvo en un caso de radical empatía llevada al límite como el del padre Kolbe, sacerdote católico que fue declarado santo por Juan Pablo II.

      Por otra parte, recibo la alusión al solipsismo de la entrada así como a la falta de humildad de mi tesis porque no busco caminos de cercanía y empatía, pero quiero hacerte notar que te animo a leer los comentarios que recibo y las respuestas que doy a cada uno que viene con toda su buena intención a dejarme sus ideas. Mis respuestas son un vínculo de cercanía y ánimo de comprensión a los comentaristas.

      Puedo entender lo que dices, aunque lo de las alusiones políticas y mi falta de aportación de vías de alternativa o solución al conflicto planteado, no sé qué interpretación darle. Me he quedado turulato. Tal vez lo que está pasando, intento entender, sea una vía de buscar soluciones. Y ello demuestra que es inútil pensar que alguien se ponga en nuestro lugar pese a todas las explicaciones dadas a nivel personal.

      Te invité a acompañarme a las banlieue de París para salir del terreno de las especulaciones. Yo iré la próxima vez que vaya a París, iré a la más conflictiva para ver qué está pasando en directo.

      Un fuerte y cálido abrazo, Francisco.

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  5. Yo creo que casi todos deseamos ser comprendidos, complicado como dices porque la experiencia personal da lugar a una visión propia de la vida y es difícil, tal vez imposible, interpretar esa visión ajena ya que vemos la escena desde otra perspectiva. No obstante hay momentos puntuales en los que nos reconocemos en el otro, como si sintonizásemos la misma frecuencia, supongo que eso es lo único a lo que podemos aspirar.
    Yo he intentado que me comprendiesen bastantes veces y en mi caso fue una pérdida de tiempo. Quién reconoce lo que quieres decir no necesita muchas explicaciones, y quien no sabe de lo que hablas parte de un punto que tu ya has superado y dejado atrás, ¿cómo le podrías explicar lo que has constatado durante años de tu vida?. Al final no queda otra que aceptarlo, puede darse el caso de alguien que no entendía tu filosofía de vida, un día te diga que ahora te entiende por algo que ha vivido, no es lo común pero a mi me ha pasado.

    Un abrazo!!

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    1. Es exactamente eso lo que quería decir. Somos universos hundidos en su subjetividad, fruto de la experiencia, de nuestra vida, de nuestras lecturas, de nuestros goces y sufrimientos y eso es muy difícil de compartirlo. Puede que suceda alguna vez en alguna situación determinada, es posible que tengamos amigos que compartan con nosotros determinadas visiones de las cosas, aunque otras no. Yo me doy cuenta de que con cada persona tengo una relación diferente a las otras. Con unos comparto determinados temas, con otros comparto otros. Nadie me conoce en mi integridad, solo se ven aspectos parciales. Alguien te conoce muy profundamente en un sentido y otra persona en otro. Ni siquiera la persona que convive con uno mismo es la mejor conocedora del fondo del vaso del misterio humano. En consecuencia, es muy difícil ponerse en el lugar del otro porque nos separan territorios de extrañeza. Intentamos que nos comprendan, lo hemos intentado muchas veces, pero en mi fuero interno, pienso que es muy difícil o inútil porque es casi imposible. Es complicado compartir la integridad de la propia vida que, a su vez, contiene prismas diferentes.

      Me ha encantado tu comentario. Muchas gracias, Ana.

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    2. Supongo que alguna vez te has preguntado porque siendo mi punto de vista tan diferente al tuyo suelo poner interés en tus reflexiones. Yo tengo la teoría de que lo que más une a las personas, incluso de de distinta filosofía, es el deseo de encontrar respuestas. Hay veces en que se te enciende la luz con las experiencias de alguien que está en las antípodas de tu pensamiento, porque entiendes lo que quiere decir y llegas a enfoques que igual nunca te hubieses planteado. Cuestionar es un rasgo muy útil a mi modo de ver, al elegir o descartar posibilidades de alguna forma pisas suelo estable, el trazado que más o menos te convence.
      Bueno, creo que me he salido un poco del tema, lo bueno de los blogs es precisamente ese poder explayarte sobre lo que sea ji,ji.


      Gracias a ti, un abrazo!!

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    3. Todo eso y nuestra vocación de caminantes que han recorrido el Camino de Santiago. Hay quien ha visto en algunos filósofos y escritores su práctica del senderismo lo que da a sus puntos de vista una dinamicidad que no poseen los que son sedentarios. Hay pensadores estáticos y caminantes, los que somos homo viator siempre nos encontramos porque nos obstinamos en indagar el sentido de nuestro camino y de la vida, en consecuencia.

      Un abrazo, Ana.

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  6. Ponte en mi lugar...y Joseph Schultz, se puso.

    https://totbarcelona.blogspot.com/2020/07/joseph-schultz-o-el-recuerdo-de-los.html

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    1. No recordaba tu publicación -no sé cuánto tiempo hace que te sigo- pero este post está muy bien traído. Dejarse fusilar por sus compañeros cuando tienen la orden de fusilar a ocho prisioneros. Quiero pensar que es lo que hubiera hecho yo. Siento profunda admiración por aquel hombre que se puso en su lugar. Ponerse en el lugar de alguien no es un ejercicio retórico , facilito para congeniar con ello, no, es algo profundo y deliberadamente suicida si uno lo lleva al límite como el caso que nos has traído. Hablar es fácil, lo otro es algo que no está al alcance de las masas -iba a cambiar este sustantivo, pero he preferido dejarlo así, moleste a quien moleste-. No me gustan las masas, elijo a los individuos que hacen lo que hizo el protagonista de tu historia. Salut.

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  7. Muy interesante tu entrada, con aportaciones de nivel, como suele ser habitual en "tu casa". Yo seré más un poco más "casolano" (casero). Entiendo esa expresión (y así la he usado a veces y la han usado al hablar conmigo) sobre todo en el caso de solicitarse un consejo ante una difícil decisión que hay que tomar o justificación para un error cometido. «Tú en mi lugar ¿qué harías?» o «Tú en mi lugar habrías hecho lo mismo», son las frases habituales en ese contexto.

    En el caso de pedir o dar apoyo ante una situación física o anímica difícil, tu entrada me ha hecho recordar vagamente "La piedad peligrosa", de Stefan Zweig, una novela que me gustó mucho cuando la leí (también se hizo una película). El pobre teniente protagonista del asunto se ve metido en un buen "embolic" (lío) al seguir el juego, por compasión y por "ponerse en el lugar" de la tullida hija de un riquísimo y ennoblecido judío. Para ello finge un amor que no siente, con promesas de una curación imposible incluidas. Y ahora... un poco de "spoiler" para quien no la haya leído: la cosa acaba fatal para la chica y él se queda con muy mal cuerpo, hasta el punto de que su mala conciencia por lo sucedido le lleva a acabar de héroe de la Gran Guerra. Pero eso no le evita despreciarse a sí mismo por lo que pasó con la chica fallecida.

    Saludos.

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    1. Ponerse en el lugar de alguien es decididamente conflictivo y peligroso. Siempre que lo he hecho, me he arrepentido. No podemos ponernos en el lugar de alguien sin un riesgo evidente y conflictivo. Otra cosa es el ejercicio retórico con el que conversamos en diálogos al margen. No es posible ponerse liminarmente en el lugar de alguien salvo que estemos dispuestos a asumir nuestra muerte en lugar de la suya como es el caso del padre Kolbe o el post que nos trae MIquel. Hablar es fácil, es lo más fácil del mundo, pero ponerse en el lugar de alguien es decididamente peligroso, como ejemplifica La piedad peligrosa, relato de Stefan Zweig que nos has traído.

      Saludos, G.U.

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  8. Aquí abres, o reabres, un melón al que los filósofos llevan siglos dándole vueltas :) Nuestro conocimiento del mundo es limitado, a donde llegan nuestros sentidos básicamente así que, sí, no es posible ponerse en lugares donde no hemos estado. En Europa eso parece que nos ha generado una especie de sentimiento de culpa, de necesidad de pedir perdón por cada paso que hemos dado y, peor, por los que no hemos dado...

    Me han gustado también los comentarios, salgo con muchas referencias e ideas :)

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    1. Beauséant, gracias por ampliar el terreno que pisamos a uno más filosófico aunque mi primera intención no tenía en cuenta cuestiones que han ido saliendo posteriormente. Tu formulación me parece muy oportuna: nuestro conocimiento es limitado adonde llegan nuestros sentidos, así que no es posible ponerse en lugares en los que no hemos estado. Ciertamente hay aproximaciones. Si alguien ha estado en un lugar lejano puede que nos lo pueda describir y mostrar fotografías o vídeos de allí, pero no es posible sustituir la presencia por las imágenes o palabras que lo describen. Si alguien nos cuenta una experiencia deportiva o vital, podremos acercarnos mediante la empatía, pero no es lo mismo y, del mismo modo, si alguien nos cuenta algo doloroso que le ha sucedido, podremos apoyarlo o compadecerlo emocionalmente, pero no estamos viviendo lo mismo que esa persona. Ponerse en el lugar de alguien es una metáfora irrealizable si no nos ponemos junto a esa persona ante el pelotón de ejecución o ante el tribunal que lo va a juzgar. Puede haber aproximaciones muy solidarias, difíciles, por cierto, pero ponerse en el lugar de alguien es muy difícil, si no imposible, a menos que uno esté dispuesto a correr riesgos.

      En cuanto a la culpa europea en el proceso de colonización del mundo, ciertamente es algo muy difícil de juzgar porque juzgamos valores de otros siglos y no de ahora. Está claro que no lo hicimos bien en el siglo XVI, XVII, XVIII, XIX e incluso XX. Nuestra visión ha evolucionado, lo que ahora consideramos criminal en otro tiempo era parte de la cultura de la época. Hemos evolucionado, cierto, pero no podemos poner el reloj en el siglo XVI para rehacer lo que hicimos mal -por nuestra acción directa o por los gérmenes que llevamos con nosotros-. No sé si podemos pedir perdón por lo que hicieron lejanos antepasados nuestros, y si ese perdón tiene algún sentido o utilidad práctica, salvo para condenar toda una civilización europea que se remonta a Homero, Sócrates y Platón que ahora son considerados culpables. Un terreno muy complicado. Hay asimismo mucho autoodio por parte nuestra, y esto es otra cuestión sobre la que cabría pensar. Se ha convertido en parte de nuestra civilización, odiar nuestra civilización, pero, entonces, ¿en qué nos quedamos?

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  9. Ponerse en el lugar del otro encierra una posición moral: veo que mi vecino sufre y me gustaría ayudarle para poder mejorar tal situación. Pero está claro que, salvo esa actitud compasiva y solidaria, no hay posibilidad de sentir lo que el otro siente. Muchas veces se dice de una manera muy frívola a alguien que padece una adversidad, creo que no ayuda nada, aunque haga sentir bien a quien pronuncia: sé como te sientes. La única manera que tenemos los seres humanos de ayudarnos es dar algo nuestro, o que tenemos posibilidad de conseguir, a quien en ese momento lo necesite. Todo lo demás es discurso vacío de contenido.
    Saludos

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    1. Creo que das en la diana. Ponerse en el lugar de alguien, si no pasa de una frase retórica y vana, ciertamente frívola, y no llega a un auténtico compromiso en que se aporta una parte sustancial de nosotros mismos, como dices, es un discurso vacío de contenido. Y eso no es tan sencillo porque es exigente y no necesariamente será compensado. ¡Quién sabe! Hay tantos actos de generosidad comprometidos que luego son olvidados o desdeñados, que se entiende que haya prevención en dicho compromiso. Ponerse en el lugar de alquien, sea en poco, regular o mucho, es un acto de desprendimiento, es un acto moral, libre y arriesgado. Saludos.

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