martes, 19 de septiembre de 2023

Las borracheras colectivas

Pienso luego que en las borracheras colectivas de los jóvenes puede haber un trasfondo de ansia espiritual de acceder a estados de percepción extraordinaria propiciados por el alcohol, en una sociedad sin ideales, sin autoridad, sin misticismo ni ritos. Es una forma diferente de plantearlo. Beber alcohol es una forma fácil y cómoda de anhelo de trascendencia y transrealización. No es casual que tantos y tantos escritores hayan sido alcohólicos y entiendo que esas borracheras les proporcionaban un estado de receptividad próximo a lo místico. Así que los botellones pueden ser la expresión lúdica de una huida hacia lo transreal, más allá del materialismo áspero y sin dimensión de nuestra sociedad plana y hedonista sin ningún liderazgo moral. La pobreza de nuestra percepción del mundo es demoledora. No hay ningún ideal, solo un vacío -que no vacuidad- respecto a lo espiritual. Occidente es un mundo muy pobre espiritualmente. Solo hay que considerar la adicción a los opiáceos en Estados Unidos; solo hay que ver los movimientos ANTIFA que quieren destruir los cimientos de una sociedad capitalista. Es a lo que se refiere el libro Unmasked que empecé a leer: organizaciones, movimientos, comandos organizados, ataviados de negro y con máscaras, que organizan el vandalismo destructor de la sociedad que ellos consideran racista, machista, capitalista y transfóbica para crear un nuevo orden comunista, feminista y revolucionario. La revolución es una pulsión inherente a la sociedad capitalista. Ese antiorden de raíz libertaria y nihilista busca subvertir y acabar con el mundo liberal. Son pulsiones que el taoísmo puede comprender como juego de la dialéctica yin yang. Hay una cierta poesía destructora en ese nihilismo mezclado con destrucción y hedonismo. Es una forma de amedrentar a la sociedad establecida cuya hipocresía en la defensa de los valores democráticos es débil, confusa y cobarde. Hace falta un principio de poder, de autoridad moral para que una sociedad pueda mantenerse. El vacío, mezclado con la blandura, es terriblemente tedioso porque se añoran valores fuertes. Los jóvenes anhelan inconscientemente algo en qué creer. Como no lo encuentran, se emborrachan. Es así de simple. Se aburren del mundo que les han dado los mayores. 

3 comentarios:

  1. La juventud es una consecuencia de la sociedad moderna que, cada vez, se ha hecho más prolija. Antes se pasaba de la niñez a ser adulto porque así lo exigían las circunstancias sociales y laborales. Cuando tenías cuerpo te ponían a trabajar. Ahora se es joven, oficialmente, hasta los 35 años, pero la gente se sigue considerando joven hasta los cuarenta. Esta es una sociedad del entretenimiento y, a falta de otras responsabilidades, los jóvenes quieren divertirse todo el tiempo, hasta que los atrapan los compromisos.

    Desde hace tiempo «me emborracho con las puestas de sol y me drogo mirando el mar: soy un adicto a la belleza», pero esto no produce ganancias para nadie, excepto para mí. Y esta es una sociedad de consumo que nos consume.

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    1. No sé si describes en tus "borracheras de atardeceres y de mar" un sentimiento místico en la quietud que supone dicha contemplación. Si en ellas van un vaciamiento interior, un desnudamiento profundo, se puede decir que hay cierto misticismo que aspira siempre a trascender los límites. Pero en tu concepción materialista de la existencia: nacer, crecer, follar, envejecer y morir no sé si hay materia para ello. No lo sé.

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  2. ¿Soy un materialista místico o un místico materialista? No lo sé, ando siempre en la búsqueda del equilibrio (que por cierto nunca encuentro).

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