jueves, 11 de abril de 2024

La suerte constitutiva

Leo estos días libros que aborden la cuestión del libre albedrío y la responsabilidad moral unida a ello. El último post iba sobre esto. Dentro de esta perspectiva de considerar que vivimos en un universo determinista, he encontrado abundante información. Una que me ha parecido relevante es el libro de Neil Levy titulado Mala suerte. Cómo la suerte socava el libre albedrío y la responsabilidad moral en que se plantea el tema de la suerte como factor decisivo en la vida. Indaguemos en ello. 

 

Hace pocos días, un camión arrolló un control policial en Sevilla y mató a seis personas, varios miembros de la guardia civil. El conductor fue detenido y enviado a prisión, pero poco después se le dejó en libertad, al no apreciarse riesgo de fuga. No dio positivo ni en alcohol o en drogas y todo parece que fue un despiste o negligencia en la conducción. El resultado fatídico de este hecho ¿a qué fue debido? ¿Es culpable el conductor? ¿En qué medida? ¿No hay continuamente en la carretera despistes o negligencias que no tienen necesariamente un resultado tan funesto? ¿Cuál es la clave de ello sino la mala suerte? ¿Hubo libre albedrío en alguna decisión del conductor que no sabemos en qué estado anímico estaba?

 

La mala suerte es un factor relevante en la vida. Hay personas que nacen con ella por sus orígenes, sus circunstancias familiares de todo tipo: enfermedades psiquiátricas o pobreza extrema de los padres, si es que no nace de madre soltera golpeada por la vida. Y este niño venido al mundo vive los primeros años en ambientes degradados por la miseria y la droga, o la guerra, o condenado por el color de su piel o su grupo étnico. No hay duda de que muchas personas nacen con las cartas marcadas para la desdicha, sea por todo lo que hemos mencionado o por su carácter determinado por la genética y la biología. Y hay personas que, con todo a su favor, en un momento dado de su vida son golpeadas por la mala suerte de una enfermedad terrible o desoladora. O una separación que los lleva a la ruina y terminan en la calle tirados entre cartones. Los sintecho podrían contarnos infinidad de historias de la mala suerte. 

 

Yo he vivido varios momentos relevantes en mi vida en que todo podría haberse torcido -era muy fácil- y haber acabado en tragedia, pero hubo en dichas ocasiones algo que me favoreció y me libro de la muerte mía o de otras personas. Los riesgos fueron tan inmensos que todavía no me llega la camisa al cuello. Pero por razones equis no me golpeó la mala suerte, y sí todo lo contrario. 

 

Pensémoslo. La vida es incierta y tendemos a creer en el libre albedrío, en la responsabilidad moral, en la culpa y en el mérito, pero en infinidad de casos, es un problema de suerte. Estar en el momento y el sitio adecuado, para bien o para mal. 

 

No existe tal libre albedrío para muchas circunstancias. Hay infinidad de factores que no controlamos. Pensamos que las personas pueden elegir entre el bien y el mal, o entre el fracaso o el éxito, o encontrar a la persona y el trabajo que anhelaríamos.


Tener padres que te dejen una herencia, poseer la inteligencia suficiente -no es lo mismo nacer con 60 de CI o 130, y eso no se elige-, es la suerte y en muchos casos, la mala suerte que se ceba en unas personas y no en otras.


Una teoría frecuente es que la suerte se compensa, de modo que a unas circunstancias de mala suerte, siguen otras de buena suerte, pero no es así. Hay quienes nacen señalados desde el origen como hemos escrito y nunca son compensados por la vida. Hay otras personas que son favorecidas por la vida en la mayor parte de las circunstancias. Nacer en una familia rica, tener un origen genético que predispone a un carácter abierto y empático, no tener nunca que preocuparse por el trabajo ni por el dinero, ser inteligente, sociable, no padecer enfermedades trágicas, llegar a la vejez con una mente ágil y fresca, no depender de nadie. Hay personas así y alguna vez les hago reflexionar sobre la fortuna de su vida. Todo puede torcerse en el momento más inesperado, pero hay personas que parecen bendecidas por la buena suerte, y otras, es todo lo contrario. 

 

Neil Levy subraya que la suerte socava el libre albedrío y la responsabilidad moral y en buena parte tiene razón, aunque se pueden aducir ejemplos que revelan que en la desdicha hay personas que son capaces de sacar lo mejor de sí mismas. El psiquiatra Viktor E. Frankl ideó en Auschwitz la base de su pensamiento de que el ser humano necesita un sentido para vivir y de ahí salió el superventas El hombre en busca de sentido. ¿Acaso la desdicha de estar en Auschwitz le impelió a pensar profundamente en el destino humano? Pero, ¿acaso no fue bendecido por la buena suerte a diferencia de cientos de miles que sucumbieron? ¿Por qué sobrevivió él y tuvo ocasión de exponer su concepción del ser humano para que nosotros la leyéramos y aprendiéramos? ¿No hubo, en cambio, millones que perecieron por la mala suerte?

23 comentarios:

  1. No sé a ciencia cierta que responder, cierto que me considero un hombre afortunado, ¿quiere eso decir que tengo buena suerte?, pues si es así, sí.
    Pero creo que a esa buena suerte le acompañé con mis actos. Siempre he pensado dos veces las cosas, a sabiendas de que era posible que fallara si lo hacía por ímpetu.
    Creo que es posible que haya buena y mala suerte, y no me refiero a la lotería, pero también creo que a esta hay que ayudarla.
    Me refiero a que la suerte no viene sola, no está en el bolsillo y que si una persona tiene problemas genéticos y su hermano no los tiene, no quiere decir que este tenga buena suerte, porque eso sería como decir que "Dios lo ha querido así" y pensar que está todo escrito y determinado.
    E insisto, uno puede inclinar la balanza con sus actos a que la suerte se decante, y para ello , para que la suerte sea al menos, lo menos perjudicial, las cosas se han de pensar dos veces.
    Un abrazo

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    1. La suerte es un imponderable que no podemos controlar, aunque es cierto, que podemos ser más o menos prudentes. No obstante, el noventa y muchos por ciento de lo que podría pasar -y no pasa- no está bajo nuestro control. La mala suerte es una realidad. Tú has hablado muchas veces de los sintecho o de las personas que frecuentan la asociación Teresa de Calcuta. ¿No hay ayudado a su suerte o es otra cosa? ¿Son culpables de no pensar las cosas dos veces? ¿Se lo merecen?

      Un abrazo.

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    2. No seas malo, Joselu. No hagas que yo sea juez. No se si se lo merecen o no, y este sería debate para otra entrada, creo, y a lo que vamos:
      Resulta que una persona en vez de nacer en un barrio cualquiera lo hace en la Bonanova, con apellido Borbón. Hasta aquí es una suerte. Vive como tal y como tal se va a esquiar a Suiza...y resulta que bajando por la ladera hay un cable que le siega el cuello y muere. Eso es mala suerte.

      Conclusión: si en vez de apellidarse Borbón, con todos los beneplácitos que eso conlleva, (el ir a esquiar a Suiza, por ejemplo), se hubiera llamado Miquel y hubiera nacido chabolista en Can Valero, no hubiera tenido la "oportunidad" de matarse, porque aquello le hubiera sido desconocido.

      Es que, esto de la mala o buena suerte, es, a mi modo de, ver complejo de digerir, y no sabría como aplicar el método, al menos en mi caso. Lo que si pienso es en que uno ayuda a su "suerte" y de la manera en que enfoques la vida te irá de una forma u otra.
      Un abrazo

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    3. Pero el debate aquí sigue siendo el libre albedrío que plantea hasta qué punto podemos tomar decisiones, y es lo que Neil Levy y Robert Sapolsky niegan. Cualquier decisión viene precedida por una cadena de elementos sobre los que no tenemos control sean ambientales, biológicos, genéticos, culturales. Lo cierto es que para enfocar bien tu vida, necesitas del concurso de la suerte. Tú has tenido suerte con Maite y tu vida se remansó pero ¡cuántas posibilidades podría haber habido de que no hubieras encontrado a la persona idónea! ¡Cuántas parejas fracasan? Has sido afortunado, y la fortuna es un misterio que va más allá de hacer planes prudentes porque la mayoría de los componentes son incontrolables. Vas por la calle y te cae la rama de un árbol y te mata en un día de viento, o es un trozo de una cornisa, y eso da igual que sean Borbón o chabolista de Can Valero. Eso es la mala suerte y ello nos da idea de que el libre albedrío no acaba de funcionar porque uno puede enfocar correctamente su vida como quiera pero de pronto tienes un tumor inoperable en el cerebro o un cáncer de páncreas o sufres una pérdida gravísima en tu modo de estar en el mundo. O derrapas con la moto. Eso no está dentro de tu posibilidad de control. Un abrazo.

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  2. Creo que las dificultades a menudo nos hacen crecer y madurar. Un beso

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    1. Sin duda, un cáncer de páncreas ayuda a madurar. O un accidente en que muera toda tu familia. Todo eso ayuda a crecer y madurar. Un saludo.

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  3. La suerte hay que buscarla,si no juegas cómo quieres que te toque.Juego a la misma primitiva hace años,online de forma automática. Pues me va dejando mi dinerito para seguir jugando,con devolución y premios menores de 8 euros.Al año pierdo,pero nada del otro mundo.Aplicando mates de probabilidades, lo tengo muy difícil, pero me entretengo.No sabes la alegría cuando me mandan un mensaje al móvil:..."enhorabuena le ha tocado un premio de....1 euro'"je,je.
    Saludos

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    1. La suerte es algo más que apostar a la primitiva según expresaba lo que he escrito. Es un factor determinante en la vida. Saludos.

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  4. Muchas veces llamamos azar a las reglas de un juego que no entendemos. Es, en cierta medida, como el clima, que sólo puede predecirse hasta cierto punto porque las variables en juego son demasiadas para poder controlarlas.

    Creo que, desde nuestro punto de vida, podemos vivir como si de verdad hubiese un libre albedrío, nuestras decisiones, sumado a un mágico tirar de dado cuyas reglas nunca entenderemos y que condicionan todo lo demás...

    En resumen, que mejor no pensarlo mucho ;)

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    1. Sí, mejor no pensarlo mucho, tienes razón, Beauséant, pero la lectura de un par de libros sobre el libre albedrío me ha hecho plantearme la posibilidad de vivir en un universo determinista y a la vez aleatorio -la suerte es aleatoria: no se merece esencialmente, es-. Neil Levy sostiene que la suerte contradice y socava la idea del libre albedrío pues es un factor totalmente incontrolable, tal vez como esos dados que mencionas. Por otra parte, el haber vivido situaciones límite en que mi muerte o la de otras personas podría haber sido lo más lógico y esperable, me ha hecho pensar que hay pliegues misteriosos que no podemos comprender. El tema es tan fascinante como inquietante.

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  5. Al leer entrada me ha venido a la mente esta parábola taoísta (que quizás tú conozcas) y de la que existen distintas versiones y que es más o menos así:

    Un granjero y su hijo tenían un único caballo para ayudarles y un día se escapa. Su vecino, pretendiendo consolarles, les dice: “Lo siento mucho, ¡qué mala suerte!”. A lo que el granjero le contesta: “¿Buena suerte? ¿Mala suerte? Ya veremos”.

    Unos días más tarde el caballo vuelve a la granja y trae con él una docena de caballos salvajes. Por lo que el vecino se apresura a decir: “Enhorabuena, ¡esto sí que es buena suerte!”. A lo que el granjero le contesta: “¿Buena suerte? ¿Mala suerte? Ya veremos”.

    Al poco tiempo el hijo se cae y se rompe una pierna intentando domar a los caballos. Por lo que el vecino les dice: “Vaya, lo siento mucho, ¡esto sí que es mala suerte!”. A lo que el granjero le contesta: “¿Buena suerte? ¿Mala suerte? Ya veremos”.

    Al día siguiente aparecen los militares en el pueblo para reclutar a todos los hombres jóvenes para ir a una muerte segura en la guerra, pero el hijo no es reclutado por tener la pierna rota. El vecino solo puede exclamar: “Toma ya, ¡esto sí que es buena suerte!”. A lo que el granjero le contesta: “¿Buena suerte? ¿Mala suerte? Ya veremos”.

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    1. Hermosa fábula taoísta que creo recordar de alguna vez que la he leído. No sé si se podría inferir que la suerte es ambigua y que lo que parece mala suerte, puede convertirse en buena suerte, y a la inversa. Esto no sé si alumbra el debate porque si hoy comienza una guerra entre Irán e Israel como se está previendo que pueda pasar, se abrirían expectativas de terrible incertidumbre para el mundo entero. Podría ser buena suerte o mala suerte que esto ocurriera. Las guerras abren cambios trascendentales en la historia. Recordemos la primera guerra mundial que acabó con varios imperios -el austrohúngaro, el otomano, el ruso-. ¿Fue buena o mala suerte que murieran millones y millones de personas en las trincheras con el corolario de que Europa se transformó profundamente y muchos países se independizaron de los imperios -para bien o para mal-? Supongo que la respuesta es compleja a nivel macrohistórico pero a nivel microhistórico, todo aquello fue una tragedia para sociedades enteras. Pero no era este aspecto el que quería debatir, aunque es interesante, sino centrándonos en la vida particular de las personas y en lo referente al libre albedrío. A nivel taoísta todo tiene una visión más amplia no dualista, pero en la lógica habitual, ¿qué es la mala suerte? Vivimos en una sociedad avanzada, con coberturas sociales, no tenemos problemas de hambre y en cierta manera la sociedad nos protege, pero eso no quiere decir que estemos vacunados contra la mala suerte que surge del ángulo más insospechado como este camión que arrolló a seis personas en Sevilla y me pregunto dónde puede estar la buena suerte allí. No sé si "ya veremos" lo resuelve.

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  6. Buena reflexión, el libre albedrío, el si quieres puedes y toda esa retórica de que con esfuerzo alcanzaremos el éxito, es una gran falsedad. Si somos capaces de mirar a nuestro alrededor con objetividad, sin sucumbir a los tópicos de que somos fruto de nuestras decisiones, comprobaremos que la suerte, buena o mal es determinante en la vida. Dónde naces, con quién te emparejas y multitud de variables vitales que son el resultado de casualidades y encuentros no buscados. Pones el ejemplo de Frankl, sí, es un caso clarísimo de voluntad y, sobre todo, suerte. Si no hubiera sobrevivido nada de su biografía y obra conoceríamos. ¿Cuántos artistas, científicos, personas brillantes no han salido adelante, ni han sido reconocidos por mala suerte? Multitud. Así que, en mi caso, sí estoy convencida de que según caiga la moneda, la vida dará un vuelco fuera de nuestras previsiones. En Match Point, de Woody Allen, el asesino se salva por un hecho fortuito a su favor. Por desgracia, que te cruces con un loco en la carretera que choque contra tu vehículo o que conozcas a alguien que te ayude, tiene más importancia que todos los títulos o empeños que hayas puesto en tu vida.

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  7. Muy interesante, Joselu, y como siempre, tus reflexiones me producen esos fogonazos, ideas dispersas. Me recuerdan tus momentos de tribulación a esas Moiras que tejen en silencio y embriagadas en su ceguera nuestro destino. Si las temían los dioses de la Antigua Grecia, cómo no, unos humildes pecadores. Pero si es verdad que en un entorno condicionado, hasta por pretéritas decisiones, esos golpes del destino, tan determinantes, el famoso destino o fate en la literatura de Shakespeare, nos coartan aún más nuestra libertad.

    Me resulta curioso, porque ese destino puede presentarse como en la obra del inglés, como algo que está escrito desde el inicio de los tiempos, y que es ineludible. O por el contrario, en Julio César, quién se cree abocado a un destino y camina ciegamente hacia él, se entrecruza con la acción de otros hombres, que en su libre albedrío le dan muerte. También tiene ese papel, de profecía autocumplida o como catalizador del mal para un Macbeth, al que las brujas putañeras y la ambición de su mujer, le impelen para conducirse que diría Maquiavelo hacia el daño, que no es el de un líder que lo aproveche. De esos destinos, yo creo más en el contingente y no predeterminado. Pues vivimos en un mundo que con tantas variables, se torna en impredecible. Si el universo es inabarcable, mayor es su incertidumbre. Un abrazo, Joselu, un placer siempre leerte.

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    1. Robert Sapolsky en su libro "Determinated" dedica una gran amplitud a replicar la idea de que el hecho de que vivamos en un universo impredecible -teoría del caos y cuántica-, ello no significa que ello implique un universo indeterminado. Ciertamente vivimos en un universo impredecible - el mismo pronóstico del tiempo lo es- pero cuestiones que hace ochenta años parecían irresolubles por desconocerse el genoma humano y sus códigos, ahora son predecibles. Es posible que lo que hoy es impredecible lo sea por nuestra insuficiencia de conocimiento. No obstante, es un debate abierto en el que hay diversas posiciones. La imprecibilidad es una realidad y Heisenberg lo expresó en su principio de indeterminación. Pero, según Sapolsky la impredecibilidad no significa indeterminación. Se puede vivir en un universo impredecible y a la vez determinado. Has dado en el centro de la cuestión. Gracias, Sergio, por tus aportaciones, siempre tan interesantes y eruditas.

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  8. Gracias a ti, por meternos en estas veredas, que nos invitan a pensar, Joselu. Creo, que dando por buena, la teoría maximalista de Sapolsky, al interaccionar nuestro determinismo con el determinismo de otros, el resultado puede ser indeterminado. Pensemos en la tragedia de Julio César, y es la cuestión que late de fondo en la tragedia de Shakespeare. El inglés enfrenta el determinismo de César al libre albedrío de unos hombres que se oponen a la tiranía.

    Pero en el universo de Sapolsky, Cayo Bruto estaba determinado a asesinar como Julio César predestinado a tomar el poder. El segundo no lo logró por la determinación de Bruto. Quizá en mi razonamiento se vislumbre que crea en un determinismo y condicionamiento muy fuerte, pero que no sea el único factor que incline nuestras decisiones. Un saludo, Joselu.

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    1. Ciertamente, el tuyo es un argumento muy sutil y que hace pensar. En un universo determinista, todos vivimos determinados por nuestra psicología, nuestras hormonas, nuestra biología, nuestra genética, nuestro origen familiar y cultural, nuestra formación intelectual..., pero el resultado de todo ello es impredecible. Tenemos todos los factores pero no el resultado. En César tenemos toda una carga biológica, genética y caracteriológica que lo llevan a imponer su poder sobre los otros, todo unido a una gran inteligencia política, enorme poder de persuasión, y gran dominio de sí mismo... Eso es todo que lo lleva a la cumbre, pero no está escrita la historia al modo de un libro redactado antes de los tiempos. Ello sería irracional y recordaría a la concepción de destino prefijado por los dioses. Estaba claro que César tendría muchos números para llegar al poder y vencer a sus rivales, pero no tenemos sino un determinismo que no cuenta con otros factores también potentes que pueden cortarle su camino, como así fue. La concepción a que que aludes -y con la que no estás de acuerdo- sería mágica o religiosa de un modo que habría un dios que habría diseñado todo de antemano. Solo tenemos factores. César fue el que fue, pero Bruto salió a su encuentro. Hubo determinismo pero no predestinación. Un saludo, Sergio. Muchas gracias por hacerme pensar y por tu agudeza.

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  9. Este año he celebrado el Año Nuevo con este mensaje: " La suerte es el cruce de la oportunidad con la preparación" de un tal Séneca. Otro año puse: " "El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos." de un tal William el de Shakespeare.
    Yo si creo en la suerte pero me resisto, porque quiero resistirme, a pensar que mi vida ya esta marcada y no tengo poder de decidir sobre lo que puedo o no puedo hacer.
    Desde un punto de vista primario somos un conjunto de materia orgánica que se mueve por impulsos eléctricos debido a un desarrollo impuesto por el caos y la evolución, aquí da igual la suerte, somos una millonésima parte de la millonésima parte una micra de una galaxia, somos insignificantes por lo tanto da igual.
    Pero cuando se habla de "El Hombre" de ese ser que piensa, que desea, que ama, que construye y que se hace preguntas la cosa cambia. Yo si creo que podemos moldear nuestro destino en gran medida, podemos elegir y elegir es un trabajo que requiere reflexión y preparación.
    ¿Que opciones tenemos? ¿Dejarnos llevar por el ambiente? ¿Pensar que da igual lo que hagamos? ¿Ser una hoja que se dejar arrastrar por la corriente o una trucha capaz de nadar contracorriente?. Yo quiero ser trucha, aunque algunas veces la corriente me venza, otras tenga que adaptarme, pero habrá otras donde logre superar la fuerza contraria y llegar a mi objetivo.
    Con la libertad viene la responsabilidad, sabes que tus actos tienen consecuencias y que solo hay un amor y señor de ellos, tu y sabes que estás dispuesto a jugar en la medida que consideres oportuno. Son estas decisiones las que nos diferencian de los seres inanimados.
    Cuando entrego los camiones nuevos les digo a los choferes: LLevas cuarenta toneladas detras, asi que cuidado, esto no se frena asi como asi, se consciente de ello y ser consciente significa acelerar con cuidado para no malgastar combustible y dejar de pisar el acelerador antes de empezar a frenar para aprovechar las inercias. Esas acciones que tienen repercusiones las decide el conductor, es libre, no hay más condicionantes y como estas hay muchas otras que si bien no son trascendentales una por una, en su conjunto si modifican una vida, como los ingredientes de un guiso.
    Un saludo.
    https://camionessinfronteras.blogspot.com/

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    1. Brillante reivindicación de la condición humana como especie que elige su destino. No sé si lo que dices es totalmente diferente a las tesis de algunos neurocientíficos y filósofos que niegan el libre albedrío y defienden que vivimos en un universo determinista. Yo no veo que lo que afirmas sea contrario. Empecemos.

      Todos nuestros actos y decisiones tienen un origen basado en la biología, en la genética, en nuestro equilibrio o desequilibrio hormonal, en nuestros niveles de azúcar, en cómo se conformó nuestra corteza prefrontal y la amígdala, en nuestro ambiente familiar, en nuestra cultura local y nacional, en nuestro tiempo histórico. Probablemente, si tú hubieras nacido en Rentería o en Olot serías un destacado independentista por el ambiente que habrías vivido en tu familia, en tu cuadrilla de amigos, tendrías unos colores deportivos, te habrías alimentado de una mitología que asumirías como propia... Esto sería posible o podrías ser un Albert Boadella que se rebeló contra su propia tribu y se hizo disidente. Pero lo que quedaría claro es que serías un hombre condicionado por unas características psicológicas, de carácter, genéticas que te llevarían a nadar contra corriente -imagínemoslo-. Has nacido y te has educado con una rebeldía constitutiva que tiene unos orígenes neuroquímicos. Pero no todo el mundo es así. Más del noventa por ciento de la sociedad no es trucha ni salmón y se limita a seguir la corriente no se rebela. Claro que hay personas que son héroes, pero están marcados por esos componentes previos neuroquímicos, de ambiente y de formación. Claro que existieron un Julio César y un Alejandro Magno que cambiaron su tiempo, pero estaban bendecidos por un algo previo a ellos que los hizo singulares. No eran hombres comunes a los que les gusta seguir la corriente sino crearla. También existió un Nelson Mandela que afirmo que durante veintinueve años en la cárcel él se constituyó en dueño de su destino. Te gustan los personajes clásicos que afirman esto, pero dichos personajes son especiales por su neuroquímica, diferente a la de la mayoría. Y en cierta manera también rige para ellos la idea de vivir en un universo determinista y la negación del libre albedrío. Nacer con una inteligencia elevada, con un potente cerebro, habiendo heredado los genes de padres que te educaron no en la sumisión sino en el liderazgo, educado por algún profesor que te reforzó la idea de destino, con una salud que no incluya ninguna enfermedad psicológica o psiquiátrica, viviendo un ambiente determinado, etc, pueden llevarte a ser esa especie de hombre que cree que ha elegido su destino, aunque favorecido por millones de neuronas favorables.

      A ti te gusta rebelarte contra lo impuesto, te gusta pensar por tu cuenta, has heredado un sentido de la honestidad claro, y tienes una personalidad fuerte, tan fuerte que puede causar problemas de relación. Claro que tienes la idea de que somos nosotros los que elegimos. Es tu cerebro en el que hay zonas especialmente estimuladas y consideras una cadena de argumentos humanistas y liberales que te honran. Tú serías tal vez el hombre que, en una foto de todos alzando al brazo ante Hitler, hubiera mantenido el brazo abajo, pero el resto lo alzaron. Bioquímica, neurología, hormonas, ambiente, genes... y el brazo no se alza.

      Un saludo.

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    2. [img]https://i.blogs.es/d608f7/man/1366_2000.jpg[/img]

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  10. Julio Cesar, según cuenta algún historiador, al parecer estuvo muy influenciado por su madre y el vivir en una ínsula (una manzana de casas) que recibió como dote su madre y que esta dedico a obtener ingresos de alquileres. Julio Cesar se crío con gente que venia de Roma de todo el mundo y aprendió de niño varios idiomas. Se dice que era capaz de dictar tres cartas a la vez y era un hombre que merece la pena estudiar porque tenia una mente inmensa donde entraba un Imperio.
    Julio Cesar sobre todo tenía confianza en si mismo, no la confianza ciega de quien cuando ve un precipicio se cree que puede bajarlo volando sino la confianza del que cuando ve un precipicio no duda en que lo va a bajar solo piensa como hacerlo.
    Esta confianza razonada en ti mismo y tus capacidades es un excelente motor para el desarrollo de tus habilidades porque te hace consciente de tus debilidades. En el sitio de Alexia Julio Cesar al verse rodeado no pensó en huir, no generó miedo en sus soldados, hizo un muro circunvalando la ciudad a la que sometió a asedio y luego hizo otro muro paralelo a este donde defenderse de los ejércitos que venían a atacar la ciudad, el pasillo interior lo allanó y lo hizo transitable para tropas y lo utilizo para mover las tropas de forma rápida según donde atacase el enemigo. Esto le permitió una rapidez de acción que superó a sus enemigos y le permitió ganar la Batalla. De estar rodeado a ser ganador en dos frentes, eso es ser un genio. ¿Que condicionantes le llevaron a esto?, pues posiblemente lo que tu dices, no todo el mundo puede ser Julio César o Publio Cornelio Escipión pero si es bueno que nos fijemos modelos de éxito en vez de justificar los fracasos, que miremos al cielo y no a nuestro ombligo, con Razón no con ingenuidad.

    Siempre puedes aprender y no hay que tener miedo al aprendizaje ya que es el "elixir de la juventud", lo que te mantiene vivo y siempre querrás aprender cuando te fijes en quien sabe más que tú y te puede aportar.
    Yo la vida creo que vale la pena vivirla, con intensidad, creo que hay veces que hay que decir NO. Tan solo quiero acostarme todos los días sin avergonzarme de mi mismo.
    Un saludo.

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    1. Una inteligencia superior, una formación adecuada, unos padres que lo impulsaron, una valentía y una seguridad en sí mismo sobresalientes, un autocontrol formidable... y, seguramente, muchas más cosas, provocan que existan individuos extraordinarios y si, además, tienen un espíritu inigualable, ahí tienes a algunos como Julio César.

      Esa combinación mágica que crea a seres sin parangón se da cada cierto tiempo, pueden ser nuestros modelos e inspiración, pero antes ha de haber padres y modelos cerca que nos eduquen. Es difícil haber vivido una infancia destructiva y luego tener el temple de conquistar imperios o capaces de hacer la paz cuando es necesario. Y todo eso, aliado a la suerte, la suerte se dice que sonríe a los audaces. Podría ser. Saludos.

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