domingo, 29 de octubre de 2023

En la cresta de la ola

John acarició lentamente a su gatito Pancho imaginando el polvo inmenso que iba a tener esa noche, fruto de las friegas con testosterona que se iba dando las últimas semanas. Sentía por primera vez deseo desde hace mucho tiempo. Sus testículos estaban llenos de semen hasta los topes. Así que John preparó una cena con todo su amor a base de salpicón de marisco y lubina a la sal, acompañada de un vino blanco fresquito. Sentía su rabo enhiesto mientras picoteaba la lubina hecha al horno durante veinte minutos. Quería ofrecerle a Mary lo mejor de sí mismo, la más alta cualidad de su sexo ardiente, tras varios años de declive sexual en lo que único que funcionaba era la imaginación pero no la dureza de su miembro viril que se había quedado lánguido como si no tuviera nada que decir. Ahora, en cambio, lo notaba vivo y fogoso, apasionado, como si estuviera a punto de cantar un aria de ópera, esa composición musical que tanto amaban los dos cuando se ponían a cantar tras una dura jornada en la tintorería en que trabajaban. “Sí, ahora me siento bien, dispuesto y excitado, encendido a unos niveles que no recuerdo sino a mis veinte años”. La cena discurrió satisfactoriamente. John y Mary se tomaron la botella de vino blanco comprado en la tienda gourmet de El Corte Inglés. Las velas encendidas avivaban el salón y en la habitación del segundo piso había programado para que las dos lámparas tuvieran tonos cambiantes de chimenea encendida. Todo estaba a punto. Y no podía más. Su pantalón reventaba por la presión. Incluso había preparado unos artilugios para dar masajes en las partes más íntimas. Solo faltaba el queso con membrillo para cerrar la velada, junto a unas copas de cava. 

 

Se fueron juntos a la cama, con las luces parpadeando, se desnudaron y él exhibiendo su firmeza y consistencia conseguida a base de disciplina y mucho dinero, se irguió como un leviatán con ánimo de ser el primer conquistador que subiera a la cumbre del máximo placer de la noche... 

 

Lástima que esa noche hubo un escape de gas y la casa voló por los aires cuando John gritaba salvajemente y Mary, atónita, no dejaba de mirar asombrada y fascinada.  

 

viernes, 27 de octubre de 2023

La muerte de Dios

Hace unos meses hablando con un amigo, antiguo seminarista, comentamos nuestras respectivas fes en el ámbito religioso. Antonio me dijo que la creencia en Dios es fruto de mentes primitivas, que una persona con cultura e inteligencia no podía ser sino atea. 

 

Ahora leo un ensayo muy interesante titulado ¿Ha enterrado la ciencia a Dios?del filósofo John C. Lennox que evalúa el abierto conflicto entre el cientifismo y el naturalismo con las fes teístas. Para algunos científicos radicales, el mundo y el universo es todo lo que existe, no hay más, no hay un ser fuera de él que le dé sentido. Todo puede ser explicado por la ciencia, y si la ciencia no puede darle explicación tarde o temprano podrá. No hay trascendencia, no hay dimensión espiritual igual que si consideramos un jardín no hay gnomos ni hadas. Y Dios sería el equivalente a dichos personajes. El universo es fruto del azar, y toda su evolución y transformación pueden o podrán ser explicadas por la ciencia. No hay lugar para un ser creador porque no es racional y fruto de creencias inocentes. No hay confluencia de la dimensión material con la espiritual. 

 

John C. Lennox pone a prueba estas supuestas verdades metacientíficas elevadas a la categoría de creencias y habla de las limitaciones de la ciencia que no puede contestar a preguntas como ¿por qué existe algo en lugar de nada? ¿Qué sentido tiene la vida? ¿cómo y por qué surgió todo? ¿Existe algo después de la muerte?

 

La tía Matilde prepara un pastel. Dicho pastel es analizado y descompuesto por la ciencia. Sabemos sus componentes a nivel orgánico, sus propiedades, sus cualidades físicas y químicas, y todo lo que la ciencia puede aportar, pero desconocemos quién lo ha creado -la ciencia no puede dar la explicación- ni qué finalidad tiene que solo Matilde puede dar -un pastel de cumpleaños, por ejemplo-. 

 

La afirmación de que solo la ciencia puede conducir a la verdad es metacientífica y no se sostiene y es incoherente. Ciertamente, la ciencia puede dar respuesta válida a muchos de los interrogantes que existen acerca de la naturaleza de la materia y de la vida pero no a todos, que se escapan de su área de influencia. La ciencia es incapaz de dirimir la calidad de una obra literaria o de la validez de unos postulados filosóficos o del valor de una pintura o una sinfonía. No se trata solamente de medir magnitudes, hay algo que se escapa a la dimensión científica y hace falta el espíritu humano para comprender ciertas cosas, si es que ello es posible. 

 

El universo es un lugar misterioso. La ciencia hace prospecciones valiosísimas para ayudar a comprenderlo pero carece de competencias para intentar evaluarlo o explicar su sentido o su finalidad, del mismo modo que no puede explicar la finalidad de Hamlet de Shakespeare. Son ámbitos diferentes. 

 

Que el universo es fruto exclusivamente del azar y que carece de cualquier finalidad moral son afirmaciones problemáticas y que escapan de lo estrictamente científico. Lo más que puede intentar afirmar es que, dado lo conocido, la hipótesis de Dios es inadmisible porque no hace falta para nada porque “todo” puede ser explicado por las leyes de la naturaleza. Pero hemos visto que ni siquiera puede explicar por qué el pastel de chocolate existe ni de dirimir su finalidad ni el autor de este. Todo ello está fuera de su capacidad. 

 

Las religiones -re-ligare- son intentos de dar coherencia a la dimensión misteriosa de la existencia explicando sus valores morales, su origen o su finalidad. Desde el inicio de los tiempos los seres humanos han intentado explicarse por qué están aquí, cuál es su sentido. Las religiones son interesantes porque se afanan en explicar desde otro punto de vista -que no tiene que entrar en contradicción con la ciencia a pesar de que a lo largo de la historia ha habido serios y graves conflictos entre las iglesias y las investigaciones científicas-. Son ámbitos diferentes. Todo lo que se avance en ciencia probablemente es para el bien de la humanidad, pero aunque tengamos un reloj nos seguiremos interrogando sobre quién y cómo fue el relojero. Y el universo es ese reloj enigmático. 

 

Mi amigo Antonio se asombró de mis especulaciones filosóficas próximas al taoísmo, no necesariamente cristianas aunque tampoco hay que ver que haya contradicción. Cualquier intento de explicación desde postulados religiosos me es vital, desde las creencias animistas, la mística occidental u oriental, las filosofías védicas, búdicas o taoístas, sin eludir la importancia del cristianismo o el Islam. Y ya no digamos del judaísmo en el que se basa el ochenta por ciento de nuestra cultura europea y occidental. Y en realidad contamos los años por el nacimiento de un judío muy especial que cambió la historia de la humanidad. 

lunes, 23 de octubre de 2023

Étel ya está con Suso

Estos días la muerte me ha rozado de cerca. Ha muerto la madre de mi mujer que vivía con nosotros desde hace siete años. Nos enteramos de su muerte en Galicia donde pasaba unos meses entre prueba y prueba oncológica pues padecía cáncer desde hace treinta y cinco años, pero los valores tumorales estaban estables y el cáncer parecía detenido. Sin embargo, ella en el momento más pletórico de su vida, en una aldeíta de Lugo próxima a Mondoñedo, apenas sin aviso alguno, se desplomó y murió. 

Étel era una mujer del pueblo que crio a cuatro hijos y se pasó la vida trabajando como sirvienta o cosiendo en talleres de confección. Era una mujer esencialmente buena, la habían educado para que lo fuera y ella mantuvo su bondad pese a todos los motivos que pudo haber en contra. 

Me admira que Étel no hubiera leído un libro en su vida, tal vez alguno de cocina, que no hubiera hecho nada para salir de lo común que es ser ama de casa, trabajadora y esposa fiel. Me admira que ella haya podido concitar tal reacción entre docenas y docenas de personas que se personaron en el tanatorio y en el funeral de aldea para apoyar a la familia en un trance tan doloroso. Todos la consideraban una persona buena, que no había nunca hecho daño a nadie, y que su sonrisa -en tantas fotos- fuera preciosa. Era una especie de ángel en la tierra, elegante, y presumida. Mi mujer le pintó las uñas y le peinó antes de ir al tanatorio, como a ella le gustaba. 

El shock ha sido grande porque nadie se esperaba esto y menos en una etapa de felicidad por estar entre los prados y montes de su tierra. Hasta en la muerte ha sido discreta, se ha ido sin molestar a nadie, sin un declive doloroso, a sus setenta y siete años. 

En el tanatorio ella estaba hermosa y serena, como si estuviera a punto de abrir de nuevo los ojos y mirarnos a la cara. Mis hijas y nosotros nos juntamos en Santo Tomé para rendirle homenaje, así como sus cuatro hijos. 

Las conversaciones en el tanatorio fueron de todo tipo: sobre educación, sobre la situación política, sobre las series que vemos en televisión, sobre relaciones familiares, y, sobre todo, acerca de ella. Ello no excluyó tensiones familiares por enfrentamientos en el seno de la familia delante de su cuerpo menudo y hermoso dentro de la caja rodeada de coronas y ramos de flores. Ella era vínculo de unión entre los dos bandos de la familia, pensara lo que pensara porque ella había sido educada para ser buena y lo fue hasta el final. 

En el funeral, oficiado por un sacerdote gallego, el padre Xosé, hubo parlamentos de tres miembros de la familia, todos en gallego, y una homilía del padre que fue emotiva y llena de densidad. No fue un funeral de formato reducido para no incomodar a los asistentes. No, fue un funeral completo, con Eucaristía incluida. Me gustó. Alguno de los hijos se oponía a un oficio religioso pero fuera de estos nada tiene sentido en la Galicia profunda. En el momento de la comunión sentí un deseo grande de comulgar, pero me dio vergüenza. Desde mi adolescencia que no lo hago y no soy cristiano, pero me gustan los ritos con sentido, no las simulaciones que son más falsas que Judas. 

Tras introducirla en el nicho oscuro, y unas palabras del padre Xosé, unido al llanto de sus hijas y sus nietas, nos fuimos Rosa Mari, mi hija Clara y yo caminando hasta la casa de la familia. Había estado lloviendo todo el día anterior y la mañana del funeral, pero en ese momento salió el sol y el arcoiris, lo que entendí que era una señal. Acaso Étel, que había emigrado, ahora pasearía por los campos gallegos con su amado marido Suso, y su madre Rosa. No en vano acababa de leer Mañana y tarde de Jon Fosse. 

Mi pregunta sobre esta maravillosa mujer que fue buena en lo más profundo de su alma es si lo fue por voluntad o porque no se atrevió a ser otra cosa. 

martes, 17 de octubre de 2023

Rodeados de idiotas

No se espanten, no estoy llamando idiota a nadie, sino que hago referencia al ensayo que estoy leyendo y que se titula Rodeados de idiotas de Thomas Erikson, y que me está dando algunas pautas para entender por qué los seres humanos entramos en conflicto ante caracteres diferentes a los nuestros. La clave de interpretación está en que cuando emitimos un discurso, este responde a un patrón determinado que no tiene por qué coincidir con el patrón de los que nos leen o escuchan. La vida de los blogs es la de afinidades pero también de aversiones y conflictos. Nosotros escribimos o comentamos pero eso no quiere decir que lo que escribimos o comentamos sea entendido del mismo modo que nosotros creemos, y de ahí vienen los conflictos. 

Hay personas, blogueros o blogueras, que son magistralmente aptos para adaptarse a todos los registros y caracteres dando afecto y comprensión a raudales pese a diferencias políticas, humanas o sociales que pasan a segundo término. Hay blogs con seguimiento mayoritario que concitan un ánimo constructivo y positivo. Admiro esa capacidad de adaptarse a todas las idiosincrasias y darle a cada uno el mensaje que necesita oír, unido a una dosis de afecto explícito porque a la mayoría de las personas les encanta ser queridas y apreciadas. 

Hay, por contra, blogs solitarios que no concitan ninguna atracción, no porque no lo merezcan, sino porque por parte de los autores no hay ese marketing sentimental que atrae tanto y se limitan a expresar opiniones valiosísimas. Acabo de comentar en uno de ellos que se titula El paseante solitario. Creo que soy el único comentarista. Y he de decir que me atrae esta soledad frente a la mermelada sentimental -que diría Gregorio Luri- que llena de azúcar otros registros blogueros. 

Como bloguero, tengo la antigüedad de  dieciocho años, he pasado por etapas muy diferentes. Este blog es un nuevo intento y un proyecto de huida de mi anterior blog. No soy de esas personas de fácil adaptación ante cualquier registro que me llegue. Soy esquinado y áspero y muchos blogueros que han tenido relación conmigo me han terminado detestando con razón. Me falta esa empatía para admitir que la humanidad es diversa y plurisignificativa, y aspiro a encontrar personas con las que pueda concebir un diálogo profundo y lleno de complicidades. Pero eso no es fácil. Más bien difícil porque mis patrones son quebrados y poco comprensibles. A veces me he excedido, esperando que la otra persona pudiera comprenderme. Lo he planteado como desafío o incluso como ofensa -es tan fácil ofender en este mundo de palabras- creyendo que podría irse más allá de mis palabras, pero no es así. Todos estamos -más con la edad- en posiciones poco flexibles. Añoro esas amistades de la adolescencia en que se podía discutir y enfrentarse pero nada tenía importancia. Pero sí la tiene. A veces he cometido errores importantes. Soy muy borde, tal vez necio. Luego he pedido disculpas pero era ya tarde. El orgullo y la soberbia ocupan un lugar importante en la comunidad bloguera. 

Todo esto me está viniendo por la lectura de Rodeados de idiotas de Thomas Erikson. Me doy cuenta de que soy una persona difícilmente adaptable y que en su fuero interno detesta a la humanidad -mi misantropía es constitutiva-, pero lo intento a veces. No soy Alfredo de El paseante solitario. Es un blog que merece la pena, pero soy difícil, estúpido y orgulloso. Pido disculpas a todos aquellos a los que he molestado en algún momento de mi trayectoria. No estoy dispuesto a cambiar porque no puedo, pero la lectura del libro me hace ver que la capacidad de adaptación a caracteres diferentes -el que pueda- es una virtud notoria y probablemente meritoria. Yo no puedo. 

domingo, 15 de octubre de 2023

Jon Fosse y el misticismo


Estoy leyendo a Jon Fosse desde que le concedieron el Premio Nobel de Literatura. Era un casi desconocido para los españoles aunque se habían traducido algunas obras suyas como Trilogía o Mañana y tarde. La primera la he terminado y ahora estoy leyendo la segunda. Leer a Fosse es algo singular. Se lo ha relacionado con Samuel Beckett o con Ibsen y con la música de Arvo Pärt. La literatura de Fosse es misteriosa y tiene mucho de trascendente porque Fosse cree en la dimensión espiritual de la vida y sus personajes buscan su sentido en un mundo que puede aparecer como absurdo, pero no lo es tanto porque el amor aparece como una dimensión que no acaba ni con la muerte. 

 

La academia sueca ha sido valiente en conceder el premio a un autor al que deben conocer bien por la cercanía a Suecia que es un dramaturgo muy representado en todo el mundo, y valiente doblemente, por premiar a un autor católico que cree en Dios en un mundo progresista que se ha quedado en la muerte de Dios y el mainstream del ateísmo que nos permea como culturas europeas. 

 

Ser creyente y situar a los personajes en un universo místico y enigmático tiene su qué. Su relato Trilogía, sin puntos ni aparte, de estructura poemática, sitúa a dos personajes, Asle y Alida, dos adolescentes que llegan a Bjørgvin -la moderna Bergen noruega- sin ninguna posesión, casi desesperados. Ella, Alida, está embarazada a punto de parir y no encuentra ningún sitio donde guarecerse, nadie les quiere alquilar una habitación en la proximidad del invierno tal vez porque no están casados y considerarlos antisociales. Su búsqueda por las calles de Bjørgvin es angustiosa y recuerda la imagen de José y María buscando un pesebre para dar a luz en Belén. 

 

En el relato se superponen presente y pasado. La novela tiene tres partes diferenciadas. Animo a leerla, los vivos se entremezclan con los muertos. Es una narración muy breve que es considerada como de lo más representativo de Fosse. Mi experiencia como lector que ha leído varias veces cada pasaje de la obra es de deslumbramiento por la oscuridad y la luz del relato que tiene mucho de místico. Fosse no parte de ideas sociales o políticas para escribir sus relatos. No pretende cambiar el mundo ni hacerlo mejor. Solo está en una situación de escucha para ser conscientes de voces interiores que tenemos dentro de nosotros. El lector que acaba una de sus obras, como yo la acabé en una población como Martorell en un barrio en que la inmensa mayoría eran marroquíes, se queda fascinado por la prosa luminosa y extraña de Fosse, pero Fosse no nos habla de la inmigración, nos habla del bien y del mal, del sentido último de la existencia, de factores que nuestra civilización materialista es incapaz de entender. Todo es muy complicado en nuestro mundo así que sugiero leer a Jon Fosse para resarcirnos y comprender lados que tenemos ocultos. Fosse ha dicho que escribir es como rezar. ¿Se imaginan darle al premio Nobel a un personaje como este? Místico y enigmático cuya literatura entronca con Beckett y Thomas Bernhard y, por otra parte con el místico Eckart. Si están hartos de modernidad y progresismo, piérdanse en las páginas de Fosse. 

jueves, 12 de octubre de 2023

Israel sionista


(Este post no es acorde con lo que está pasando pero las reflexiones continúan en pie. Lo publiqué el 15 de julio de 2014 en mi blog Profesor en la secundaria. Lo recupero por si puede alumbrar algo de lo que está pasando).

 

A todos nos gusta situarnos éticamente en el lado correcto, sentir que la razón moral está de nuestro lado, nos gusta apostar por causas que merezcan la pena, que estén en consonancia con nuestros valores. Nos gusta observar el mundo y comprenderlo sabiendo nítidamente quiénes son los buenos y quiénes son los malos, analizar todos los conflictos humanos y políticos de forma que haya culpables detrás que no tienen nada que ver con nosotros. Los culpables siempre son los otros. Nosotros no. Nosotros probablemente no hagamos nada pero sabemos que estamos en el centro justo. Y así comprendemos el mundo condenando el capitalismo depredador, los USA que están detrás de toda causa injusta, hablamos de la Merkel y su voracidad contra los países del Sur, y, por supuesto, en el conflicto árabe-israelí tenemos claro cuál es nuestra posición pues somos antisionistas y apoyamos a ese pueblo heroico palestino que está siendo masacrado por la asimetría brutal de la agresión del estado sionista de Israel.

 

Y ¡plas! nos vamos a dormir tranquilos pues ya hemos puesto el mundo en orden. No se va a alterar nuestro sueño porque sabemos que el mundo es injusto pero tenemos claras nuestras ideas. Vale que no supimos qué decir sobre el genocidio de Ruanda en 1994 del que han pasado veinte años y tal vez éramos demasiado pequeños, vale que no nos metemos en la masacre de Sbrenika en que murieron casi diez mil musulmanes indefensos, vale que no queremos opinar sobre lo que pasa en Siria donde se han producido doscientos mil muertos y hay dos millones de refugiados, vale que no opinamos sobre la ocupación del Tibet por parte del estado chino, vale que los kurdos no ocupan nuestra atención, vale que no opinamos sobre el terrible genocidio que se está llevando en Centroáfrica donde hay millones y millones de asesinados en el silencio además de centenares de miles de mujeres que son violadas salvajemente, vale que no opinamos sobre el aplastamiento de la mujer en Irán y los castigos físicos que recibe en nombre de Allah... No, esos conflictos son complicados. Nadie sabe muy bien dónde está el lado correcto. En esos conflictos seguro que tiene la culpa el imperialismo, el neocolonialismo y el capitalismo, pero yo estoy a salvo porque yo que soy progresista sé escoger muy bien a los responsables de cómo entiendo el mundo. Y hay conflictos sobre los que no hay nada que opinar, pero otros...  Claro, yo soy antinazi. Condeno el horror del Tercer Reich contra los judíos de Europa. Pero condeno también el sionismo surgido a partir de Theodor Herzl y que se extendió entre parte de los judíos europeos que se propusieron retornar a la Tierra Prometida de donde fueron expulsados en el siglo I de nuestra era. El estado de Israel, fruto de ese sionismo y el sentimiento de culpa de los occidentales por el genocidio nazi, llevó a que se fundara un estado racista: Israel. Vale que los judíos han sido perseguidos en todos los países en que han estado, han sufrido pogromos y matanzas sistemáticas a lo largo de la Edad Media y la que va al siglo XX, vale que los judíos han sido marginados y humillados en todas las naciones en que han estado. Pero es que en cierta manera se lo merecen por su carácter egoísta y su endogamia. Y ¿para qué hablar de su habilidad para los negocios? De hecho son los que controlan el mundo y así Estados Unidos tiene una cabeza de puente en Israel para defender sus intereses para controlar a los árabes, pero esto es por el lobby judío que controla la Casa Blanca y la Cámara de Representantes. Vale que dicen que Israel es la única democracia en Oriente Medio, pero no es tal porque erigen vallas indignas para separarse de los palestinos y de lo que ellos llaman “atentados terroristas”. Vale que Hamas tira cohetes contra el territorio llamado israelí pero no tienen mala intención, son pequeños petardos para asustar. Y, el opresor judío contesta con una potencia de fuego brutal asesinando impunemente a niños y mujeres. Vale que todos los países que rodean a ese estado, surgido de la conjura sionista, han declarado tres guerras contra él, en 1948, en 1967 y en 1974, pero estas solo buscaban la convivencia con los judíos en pie de igualdad y no pretendían nada malo. Vale que Hizbolá en Líbano afila sus armas contra Israel, que Siria sea un enemigo potente, que Irán esté detrás de la bomba nuclear para igualarse a Israel que la tiene desde hace más de veinte años. Vale que los israelíes se duermen cada noche evocando el Holocausto y sabiendo que en ese lugar en que están no tendrán una segunda oportunidad, pero es que están demasiado obsesionados con el pasado del que tendrían que liberarse. Hay que saber olvidar y abrir los brazos en señal de paz, aunque desde los pueblos árabes e Irán se les recuerde continuamente las cámaras de gas que no fueron tales, de hecho hay quien piensa que todo fue propaganda sionista para justificar la entrega de Palestina a los judíos. Vale, los judíos son igual que los nazis, hay que recordárselo y ligar la estrella de David con la Cruz Gamada para que se den cuenta de su horror. Y no es poco significativo que fuera un judío el que teorizó el psicoanálisis, tratamiento que todo israelí debería recibir porque su sentimiento del mundo es anómalo y ultradefensivo. Los palestinos solo quieren la paz y compartir el país que, trabajando conjuntamente, se abriría a una etapa de paz y prosperidad aportando cada uno lo mejor que tienen. Pero ¿es que no se dan cuenta? Hay que recordar a John Lennon y su Give peace a chance, así como a Nelson Mandela que supo unir contradicciones insolubles y evitó la venganza contra los opresores.

 

Hay que liberar a los judíos de sí mismos, de sus fantasmas, de sus miedos históricos, de su ley del Talión. Han de abrirse a la paz del corazón y entender el sufrimiento también de los palestinos.

 

 

Y entonces desperté tras un sueño extraño que ya no recuerdo.


martes, 10 de octubre de 2023

La polarización política y el bienestar humano

El pasado 19 de marzo apareció en el diario El Mundo una entrevista de Noa De la Torre a Tyler VanderWeele, catedrático de Harvard y cabeza de un grupo de investigación sobre la felicidad en las distintas etapas de la vida, según sexo, posición económica, nivel de estudios, etc. El titular de la entrevista era el siguiente: "El aumento de los suicidios se debe a la caída de la religión". Y él argumentaba que la vida comunitaria en general proponía esperanza y bienestar personal, y señalaba que participar en una comunidad religiosa aportaba elementos que impelían a la resistencia frente a tentaciones que llevaran a quitarse la vida. El aislamiento, la soledad, la falta de comunicación efectiva entre los jóvenes hace que su vida se sienta -paradójicamente- como la más desdichada. Ello unido a faltas de posibilidades económicas y de inserción en el mundo del trabajo, claro. 

Hubo dos preguntas al final que retengo que me parecen además muy interesantes. Las expongo aquí. Creo que dan claves para entender ciertas cosas aunque la sociedad española sea muy diferente de la norteamericana.

Usted ha estudiado cómo afectan las noticias negativas a la salud mental. ¿Hay evidencias de su impacto? ¿En qué sentido?

Sí. Hay evidencias de que ante un evento negativo, hay más probabilidades de que se actúe negativamente con los demás. Hay pruebas sólidas de que los medios se han vuelto mucho más negativos por lo que los psicólogos llaman sesgo de negatividad: la mente humana se siente más atraída por estas noticias que por las positivas, lo cual incentiva a los medios a publicar noticias negativas. Ahora bien, esto genera niveles más bajos de felicidad y de disposición a cooperar con los demás. Está creciendo el odio hacia las personas que piensan diferente, a las que no vemos como seres humanos sino como una fuerza malvada que debe ser aniquilada. Cuando esta es la actitud hacia la oposición política, se hace difícil trabajar juntos por una sociedad que prospere. Estoy muy preocupado por esta polarización política. 

¿Significa esto que la polarización política afecta negativamente al ser bienestar humano?

Es de hecho uno de los impedimentos para que prospere la sociedad. El declive de la vida comunitaria ha llevado en parte a una creciente polarización. A medida que la vida religiosa o comunitaria se ha debilitado, las identidades tienen que ver más con el partido político. Cada vez más, la identidad es con un partido político, cuando antes era con tu comunidad, tu vecindario, tu organización religiosa o tu familia. Si tu propia identidad se siente amenazada cuando el otro ostenta el poder político y si ya no encuentras la fuente de significado y conexión con la familia y la comunidad, crece la polarización. La comunidad es realmente importante para el bienestar humano. 

sábado, 7 de octubre de 2023

No quería escribir sobre política


Escribir sobre política es una tentación pero no querría caer en eso. La política puede ser una pasión inútil que nos llena de ira y amargor, como es lo que nos sugiere la España de estos días. Hemos aprendido a hablar lo justo y solo con personas de confianza, personas que sabemos que comparten nuestros puntos de vista. Se han acabado las conversaciones con compañeros de caminata en que bromeábamos sobre unos y otros. Ahora todo es tan serio que el filo de la navaja está presente en cualquier comentario con mayor o menor intención. Desconfiamos unos de otros, ya no nos atrevemos a sacar temas políticos por si acaso. Ignoro si España está a punto de irse a pique pero algunos vaticinios así lo hacen prever. Nuestro mandatario estrella, que sabe inglés, es alguien para estudiarlo en los futuros estudios de ciencias políticas. Ignoramos si sabe adónde va o no lo sabe, pero muchos intuimos que está jugando con fuego y nos da miedo. El terreno que pisa es incierto, y tengo la impresión de que se está improvisando sin un plan director, ni unos objetivos que vayan más allá de mantener el poder. ¿Puede ser el poder algo tan absoluto que condicione la vida de un país en sus texturas más profundas? No lo sé. Intuyo la estirpe del fanático del poder en un perfil de psicópata sumamente astuto, tanto que tiene desarmados a todos sus rivales. Todos le tienen miedo. Yo le tengo miedo. A su sonrisa de hiena, a su desenvoltura y seguridad desequilibrada ante circunstancias que se van creando que deberían alertar a quienes tuvieran la prudencia como eje. Nos estamos echando a la mar con olas de veinte metros en un cayuco reciclado, y el capitán de la embarcación sugiere en su actitud que no pasa nada cuando muchos sí que sabemos que sí que pasa. Es como si estuviera entregando la nave a aquellos que querrían hundirla. Tal vez me falte sentido del humor, tal vez a muchos nos falte y no acabemos de entender a alquien que parece tan seguro aunque cambie de rumbo cada semana sin explicaciones. El sentimiento que me domina es el miedo y la impotencia y, por supuesto, la rabia que mañana en la manifestación de Paseo de Gracia en Barcelona saldrá tímidamente pues no soy de gritar consignas ni de llevar banderas ni estandartes ni antorchas, pero siento que debo estar allí aunque sepa de sobras que nos van a tildar de fachas y se van a burlar de nosotros, y que, además todo sea inútil porque el pescado ya está todo vendido. 

jueves, 5 de octubre de 2023

La expansión de la conciencia


Este verano tuve ocasión de experimentar una de las dos moléculas activas que producen alucinaciones. Una es el LSD y otra es la psilocibina, que se encuentra en algunos hongos que han sido ingeridos hace cientos de años por parte de pueblos indígenas de México y America central como un elemento religioso. 

 

No voy a hablar hoy de mi experiencia con la psilocibina sino del increíble panorama que se abrió en 1948 con el descubrimiento por azar de Albert Hofmann de la dietilamida del ácido lisérgico, el famoso LSD que se convirtió en mítico en los años sesenta en la revolución contracultural en Estados Unidos. Aquel descubrimiento fue poco antes de que se dividiera un átomo de uranio por primera vez. El impacto fue extraordinario porque fue unido a la revolución en el estudio de la cognición que comenzó en la década de 1950 al descubrir los científicos el papel de los neurotransmisores en el funcionamiento del cerebro. El LSD podía producir síntomas similares a la psicosis, lo que estimuló a buscar la base neuroquímica de los trastornos mentales cuyo origen antes se creía de orden psicológico. Paralelamente los fármacos psicodélicos -como fueron llamados- se utilizaron en psicoterapia para tratar trastornos como el alcoholismo, la ansiedad y la depresión. Cientos de programas en Estados Unidos, Canadá y Europa investigaron el efecto de estas sustancias en muchas enfermedades con resultados alentadores y se llegaron a concebir como medicamentos milagrosos. Su investigación se dirigió también a buscar vínculos entre el cerebro y la mente para desentrañar misterios de la conciencia. Su uso con voluntarios en dosis calibradas alteraban profundamente la conciencia diluyéndola y ocasionando experiencias místicas. 

 

La idea de los sesenta de que estas sustancias servían para expandir la conciencia no resultaba nada exagerada. Estos fármacos no afectaban dos veces igual a un mismo individuo ni de la misma forma a personas distintas. Todo tenía que ver con el escenario, el marco mental en que se encontrara el voluntario. 

 

Los investigadores se dieron cuenta de que estas sustancias servían para comprender la mente e incluso cambiarla. De hecho, el compuesto activo de los hongos alucinógenos -la psilocibina- servía para ayudar a enfermos de cáncer y lidiar con la angustia existencial ante la proximidad de la muerte. Muchos enfermos informaron que en el curso de un solo viaje psicodélico guiado reconcibieron cómo veían su cáncer y la perspectiva de morir. Un efecto es que algunos de ellos afirmaron que habían perdido por completo el miedo a la muerte al acceder a estados místicos, trascendiendo la identificación con sus cuerpos y experimentar estados libres de yo. 

 

Una consecuencia de la administración de psilocibina o LSD fue que daba una idea de cómo perciben el mundo los niños pequeños. Nuestro cerebro adulto tiene infinidad de patrones y conjeturas preestablecidas, como decíamos el otro día que nos lleva a pensar que todo lo hemos vivido ya, o que lo sabemos todo. Estas sustancias desactivan las convenciones de percepción restaurando una realidad infantil y la sensación de maravillarse en la experiencia de la realidad viéndolo todo como si fuera la primera vez. 

 

Las perspectivas eran increíblemente positivas. El problema fue que la contracultura de los años sesenta y en especial el profeta Timoty Leary difundió el uso recreativo del LSD para ponerlo al alcance de todos como un elemento revolucionario para transformar y extender la conciencia. Rompió el esquema académico de la investigación del LSD para llevarlo a toda la sociedad en un tiempo en que Estados Unidos estaba implicado en una guerra terrible, la guerra de Vietnam, y, claro, los jóvenes tras una dosis de ácido lisérgico quedaban transformados y lo último que querían era ir a combatir a las ciénagas vietnamitas. Leary fue acusado de corromper a la juventud americana y se llegó a la prohibición total de la experimentación de todo tipo de sustancias psicodélicas que quedaron proscritas en la legislación americana como malditas. Esta prohibición afectó a cientos de programas de investigación en hospitales para el uso terapéutico de esta droga enteógena como así fue llamada. Fue una maldición y frenó terapias muy positivas que estaban teniendo lugar así como la comprensión de la mente y la conciencia. 

 

A partir del nuevo siglo, se ha abierto tímidamente la mano para la investigación con muchas precauciones del LSD y la psilocibina. En Barcelona hay tratamientos para la depresión con psilocibina saliendo del esquema clásico de antidepresivos, ansiolíticos y antipsicóticos. El problema siempre es el mismo. Se puede entender el uso terapéutico pero en cuanto se habla de uso recreativo se activan todas las alarmas. 

 

lunes, 2 de octubre de 2023

Un manifiesto masculino lleno de incertidumbre

                "Antigua" militante del PSOE trans no binaria denuncia a Lucía Etxebarría por llamarle hombre

Ayer propuse un pequeño texto en el que recogía las cifras de suicidios por parte de hombres en el mundo y que se confirman en España. Ocho de cada diez suicidios son hombres los protagonistas. Y yo demandaba claves para entender esta realidad. 

 

Hoy día se ha modificado la idea de sexo biológico considerándolo como reaccionario y fascista. Hoy puede ser mujer un sujeto con barba simplemente con que él diga que se siente mujer. Uno de ellos ha denunciado a Lucía Etxebarría por calificarlo de hombre y no mujer como él se siente y la ley le da la razón. 

 

En el ámbito jurídico, desde que se aprobó la ley trans son frecuentes los cambios de género en caso de litigios matrimoniales. Si uno es hombre, tiene todas las de perder, así que los abogados animan a los litigantes a decir que son mujeres para poder competir en igualdad con la mujer que lo denuncia por los motivos que sea. Incluso presos por violencia de género han comunicado que son mujeres y que piden que sean trasladados a prisiones de mujeres donde en algún caso han dejado embarazadas a otras presas tras su incorporación a la vida penal. 

 

Reconozco que estoy confundido. Ser hombre hoy día tiene todas las papeletas negativas en el caso de una separación, y más si la mujer denuncia como estrategia al hombre por violencia de género. No hay discusión: la palabra de ella se impone, sea cierta o no, y el hombre es detenido y lo pasará mal hasta que, si tiene suerte, pueda desmentir, como así ha sido el caso, la acusación de ella. La palabra de hombre ha perdido totalmente su valor y solo se admite jurídicamente la de ella. 

 

Reconozco que pertenezco a un mundo en que estaba claro que uno era hombre o mujer, a pesar de todos los casos mínimos en que esta definición no se ajustara al sexo biológico. Hoy día en todo el ámbito occidental hay una avalancha de alegaciones de niñas que dicen que se sienten niños y de niños que aseguran que se sienten niñas. La ley trans no exige estudios psicológicos para verificar la oportunidad de esta sensación que afecta en plena pubertad y adolescencia a cientos de chicos o chicas que viven una tormenta emocional que puede confundirles con consecuencias trágicas si se empiezan a hormonar o si se les retiran el útero o se les extirpan los pechos como así establece la ley como posibilidad. Esto es algo que me aterra porque no tiene vuelta atrás y ya ha habido casos en España de chicas a las que fueron extirpados sus órganos femeninos que luego han demandado al sistema nacional de salud por haber sido mutiladas y no tener ya oportunidad de volverse atrás.  

 

No es ninguna tontería. Vivimos un tiempo raro y complejo en que todos los valores que dábamos por estables como ser hombre o mujer se han venido abajo. Y los hombres ocupan el lado más frágil de la ecuación. Morimos antes que las mujeres, nos suicidamos más que ellas en proporción ya señalada, hay más sin techo que son hombres que mujeres, infinitamente más, morimos en las guerras en combate como así sucede en la guerra de Ucrania en que las mujeres y los niños fueron llevados a la retaguardia. Nuestra estabilidad psicológica es cada vez más precaria y somos denunciados por todas las acusaciones posibles como violadores y agresivos mientras que yo veo que la mayoría de mis amigos viven en hogares que son dominados por las mujeres. 

 

Ser hombre no es fácil, en cierto sentido somos muy frágiles a pesar de que en la historia fuéramos el sexo dominante y causantes de la opresión de las mujeres. La única opción que parece quedarnos es resignarnos en un mundo que nos ha convertido en culpables sin mayores juicios, y cuando veo a una mujer en la calle golpeando a un hombre darme cuenta de que nadie lo defenderá y si él intenta protegerse, será ella quien lo denuncie y él tendrá a todo el aparato policial y judicial en contra. 

 

Esta es una alegación en un tiempo en que ser hombre es conflictivo y se está sometido a sospecha constante, y en que nuestra palabra no tiene ningún valor ante la de una mujer. Claro que nos suicidamos más que las mujeres, es una constante, en una realidad en que los hombres sufren una presión desmedida y que experimentamos dificultades terribles en el caso de separaciones en que somos considerados la parte culpable y se llega a perder todo y en muchos casos, los sintecho son hombres que han perdido todo en el caso de una separación sin defensa posible. 

 

Es posible que seamos más violentos genéticamente, la evolución hizo de los machos el género agresivo para cazar o para imponerse a otras tribus, pero hoy ser hombre es la peor opción en nuestro mundo. Nuestra violencia ancestral que nos hizo mantener la lucha en circunstancias difíciles hoy es nuestra perdición. 

domingo, 1 de octubre de 2023

El proceso de desnazificación de Alemania

Estoy leyendo  Postguerra  de Tony Judt, libro que aborda la historia de Europa en los años posteriores al final de la guerra mundial y abar...