lunes, 15 de abril de 2024

Capitanes de nuestro destino

Bajo al Milenio a leer y acabo el libro prácticamente y he de decir que me ha conmocionado en su defensa de la tesis de que todo lo que somos está previamente en nuestra biología, nuestros genes y en nuestros orígenes en cuanto a ambiente, historia familiar, clase social... Es muy diferente nacer en Sudán del Sur a nacer en una buena familia aristocrática de Nueva Inglaterra. Todo está en los genes, en nuestra biología y nuestras circunstancias, es la tesis de Robert Sapolsky. No somos responsables por la altura que tenemos, ni por nuestra constitución física, ni por nuestras enfermedades físicas o psiquiátricas. No tenemos mérito por nuestro carácter, ni por nuestro atractivo físico o psicológico, ni por nuestras virtudes, ni por nuestros logros o inteligencia intelectual o emocional, todo lo recibimos en un paquete cuando nacemos y se conforma tras nuestro nacimiento en la clase social en que naces, en el país en que naces, el color de la piel que has tenido, y el desarrollo de la corteza cerebral, condicionado por la infancia y la adolescencia. Uno es como es y no puede sentirse culpable de lo que es, ni sentirse orgulloso de sus logros. Pero esto contradice nuestra concepción del ser humano que enfatiza el mérito, la virtud, el esfuerzo, la voluntad, nuestras conquistas... Es una percepción muy diferente de lo que es un ser humano menos épica y claramente desoladora pues pensamos que hay personas a las que admirar por sus conquistas y no entendemos que haya tantas que se hundan en circunstancias adversas, sean psicológicas, sociales, patológicas, de ambiente, o incluso de la mala suerte, factor no desdeñable. Todos nacemos, en esta concepción, determinados por x+1 factores que nos definen, no somos culpables de nuestros fracasos ni de nuestra obesidad, ni de nuestro carácter ni de nuestras enfermedades pero tampoco somos admirables por lo que conseguimos y que creemos que es fruto de nuestros esfuerzos, de nuestra inteligencia, de nuestra tenacidad, de nuestra fuerza de voluntad cuando todo esto está ya marcado en la biología y en la genética. 

 

El otro día Daniel Fuente me hizo la siguiente observación y la explico tal como la recuerdo. Dijo que ciertamente el destino baraja las cartas que vamos a recibir, pero que somos nosotros quienes jugamos la partida. Esto díselo a un niño que nace en una familia negra, con una madre drogadicta y sádica, con esquizofrenia, en un barrio donde es casi imposible decir no a las drogas y a la violencia. Y si se diera el caso de que ese niño pudiera escapar a su destino marcado, ello no sería mérito suyo porque algo habría en su constitución cerebral o en su suerte que lo harían sobreponerse a algo que es prácticamente imposible hacerlo. No, la voluntad, la tenacidad, el carácter, la inteligencia es también algo que nos viene dado y que no imponemos con nuestro esfuerzo. Es terrible pensar esto, que no somos responsables de lo que somos en la vida, que no hay libre albedrío, que no es real que elijamos, todo viene determinado por una infinidad de factores que se nos imponen para bien o para mal. 

 

Imagina haber nacido con esquizofrenia o autismo severo, imagina padecer depresiones profundas, o Trastorno Límite de la Personalidad, o síndrome bipolar, y es posible que algunas de estas personas se odien por ser lo que son y cómo son. Las he conocido, o algunas mujeres obesas patológicas cuando la obesidad es un trastorno de la Leptina en el que no interviene para nada la voluntad. No lo elegimos ni sería justo sentirse culpable por tener una enfermedad neurológica como un muchacho que padece dislexia severa y se odia trágicamente por ser diferente a sus compañeros. 

 

¿De qué puede sentirse orgulloso un hombre blanco, nacido en una clase media, con padres bondadosos y justos, con una inteligencia destacada, y unos genes y una biología satisfactorios? Lo cierto es que de nada, pero esto nos cuesta aceptarlo, y lo entiendo, creemos que somos los capitanes de nuestro destino, pero eso es una ilusión. 

 

21 comentarios:

  1. No estoy de acuerdo. En las familias de éxito también hay desgraciados y ovejas negras. Siempre hay un punto en que puedes elegir el camino que eliges. Si no la vida no tendría sentido. Un beso

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    1. Te recomiendo la película Johny

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    2. Los hijos de una misma familia pueden ser muy diferentes en sus características biológicas y genéticas, lo que es una parte muy importante, y las relaciones con los padres también pueden ser muy diferentes. Siempre hay hijos que se sienten más queridos que otros, o que heredan caracteres muy dispares.

      Dices que no estás de acuerdo porque si no, la vida no tendría sentido, y tienes razón, o podríamos decir que tiene un sentido muy diferente al que crees. Es muy duro todo esto porque contradice nuestra lógica retributiva. Entiendo que sea difícil de aceptar, pero es bueno que haga pensar al menos.

      Claro que hay películas de superación personal, he visto muchas, generalmente americanas, pero no es lo habitual, hay muchas más realidades de fracaso que de éxito en un ambiente totalmente adverso.

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  2. No te das cuenta de que las teorías genéticas que expones,son las mismas en las que creían los nazis,que hicieron todo lo posible,para crear una raza nueva lo más pura ,sin taras genéticas y sin historial de enfermedades de los progenitores.Ojo que no te acuso de nada.Para condimentar la cosa,la falta de libertad,la determinación y como postre la Suerte,como divinidad.
    Saludos

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    1. Creo que te equivocas o no has leído bien lo que he escrito. Los nazis pretendían eliminar mediante la eugenesia a los deformes o discapacitados, además de eliminarlos en la vida real de Alemania. ¿Dónde digo nada parecido? Solamente, el libro que he leído y que me ha hecho pensar sostiene que nacemos determinados por nuestra genética, biología y factores ambientales y evolución neurológica. Si tú padecieras esquizofrenia o autismo o TLP, no habrías elegido y no podrías escapar a ello. Podemos estar en desacuerdo, pero nada de lo que expone Sapolsky recuerda ni de lejos las ideas nazis, más bien hay una mirada compasiva hacia todos los que han carecido de la suerte que hemos tenido tú o yo. Saludos.

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  3. En tu entrada planteas una perspectiva controvertida que choca con la concepción tradicional del ser humano como un agente libre responsable de sus acciones y destino. La idea de que nuestras circunstancias y predisposiciones biológicas determinan en gran medida nuestro camino en la vida puede resultar desoladora y cuestionar la validez del esfuerzo individual.

    En tu escrito se defiende la idea de que nuestras vidas están condicionadas por factores externos como la genética, el ambiente social y económico, y la historia familiar, pero si nuestras acciones y logros están determinados por factores externos, ¿hasta qué punto somos realmente libres de elegir nuestro destino? ¿Podemos sentirnos orgullosos de nuestros logros si estos no son el resultado de nuestro esfuerzo, sino de una combinación de factores externos? Y si no somos responsables de nuestras acciones y decisiones, ¿cómo debemos abordar las cuestiones de culpa y castigo?
    Si bien la idea del determinismo biológico puede resultar incómoda, es importante reconocer la complejidad del ser humano y la influencia de diversos factores en nuestro desarrollo como individuos.

    Las ideas de Robert Sapolsky abordan desde su punto de vista la cuestión del libre albedrío y la responsabilidad individual, pero es un tema complejo y ampliamente debatido en la filosofía y la ciencia, donde confluyen gran cantidad de teorías.

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    1. Das en la diana, Francisco, la idea de la negación del libre albedrío, ampliamente difundida en la neurociencia -aunque no totalmente- y en historiadores como Yuval Noah Harari, es desoladora porque le quita a la vida el aliciente ese que te lleva a luchar por tus sueños y creer en que nuestro esfuerzo personal es el que crea nuestro destino. La concepción de un universo determinista cuestiona la culpa y el castigo de modo completo. Stephen Cave tituló un muy discutido artículo de junio de 2016 en la revista The Atlantic «There’s No Such Thing as Free Will… but We’re Better Off Believing in It Anyway»[731] (No existe en absoluto el libre albedrío…, pero de todos modos es mejor que creamos en él).

      Sapolsky, Robert. Decidido (Ensayo) (Spanish Edition) (pp. 625-626). Capitán Swing Libros. Edición de Kindle.

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    2. De todas maneras, sigo ahondando en esta polémica y estoy leyendo un par de libros que sí que entienden que existe el libre albedrío. Uno es de Christian List, Why free Will is real, en que sostiene que los incompatibilistas -los que no creen en la libertad individual y el libre albedrío tienen razón en el universo físico y neurológico, pero que en realidad la libertad es una concepción de orden superior y que no pertenece al mundo físico sino psicológico, un nivel por arriba. Son los considerados libertarista compatibilistas. Otro libertarista es el reputado neurocientífico Robert Dennet que escribió Freedom Evolves, en que sostiene apasionadamente que el libre albedrío existe. La lectura durante tres semanas de Decidido me ha impactado profundamente y me ha hecho pensar sobre la probabilidad de que vivamos en un universo determinista y lo terrible que es pensar en ello, pero Sapolsky nos dirá ¿y qué? Mejor es que te vayas dando cuenta.

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    3. Por cierto, Sapolsky menciona, en su libro 'Compórtate' el caso de Charles Whitman, el francotirador de 'la torre de Texas', quien, "en 1966, después de asesinar a su mujer y a su madre, abrió fuego desde lo alto de una torre de la Universidad de Texas en Austin, matando a dieciséis personas e hiriendo a treinta y dos, una de las primeras masacres realizadas en
      universidades o escuelas. Whitman había alcanzado el rango superior de los Boy Scouts estadounidenses (el de águila) y durante su infancia había formado parte del coro. Era un ingeniero felizmente casado, con un coeficiente de inteligencia que estaba en el percentil 99. El año anterior, había visitado a médicos quejándose de fuertes dolores de cabeza y de impulsos violentos (p. ej., disparar a gente desde la torre del campus). Dejó notas en los cuerpos de su esposa y de su madre, proclamando su amor y asombro por sus acciones: «No puedo precisar [sic] con exactitud y racionalmente, ninguna razón para [matarla]», y «no les quede la más mínima duda de que amaba a esta mujer con todo mi corazón». Su nota de suicidio solicitaba una autopsia de su cerebro y que cualquier dinero que tuviera fuera donado a una fundación para la salud mental. La autopsia demostró que su intuición estaba en lo cierto —Whitman tenía un tumor de tipo glioblastoma que presionaba su amígdala —. ¿Era el tumor de Whitman la «causa» de su violencia? Probablemente no en el
      sentido estricto de «tumor amigdaloide = asesino», ya que tenía factores de riesgo que interactuaban con sus problemas neurológicos. Whitman creció bajo los golpes de su padre y viendo cómo su madre y hermanos sufrían lo mismo. Este chico del coro y Boy Scout águila había abusado físicamente de su esposa y había sido juzgado en consejo de guerra como marine por amenazar físicamente a otro soldado. Y, tal vez un indicativo de una amenaza que corría a través de la familia, su hermano fue asesinado cuando tenía veinticuatro años durante una pelea de bar".
      Algo que da idea de lo complicado de este asunto.

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    4. Bien traída esta historia de Charles Whitman que expresa que una causa física neurogénica puede llevar a la comisión de masacres indiscriminadas y el asesinato de personas queridas como su mujer y su madre. Los antecedentes que mencionas eran indicadores de una patología no descubierta. Los perpetradores de masacres en Estados Unidos, un país que permite la tenencia de todo tipo de armas, revelan historias problemáticas que un día estallan violentamente. Posteriormente, se investiga y se conocen las circunstancias y estado patológico de estos asesinos de masas que no eligieron, por su carga enfermiza mental y física. Todo ello unido a la cultura de las armas y la libertad de posesión de ellas. Y no cabe duda de que si eso fuera también posible en España, habría matanzas porque los estados patológicos no son exclusivos de USA. Terrible, Franciso, terrible. Hay mecanismos que no controlamos en nuestra psique que provienen de la la genética, la biología y de nuestra formación de la corteza prefrontal y la amígdala. ¿Es la libertad una ilusión? Complicado, sí.

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  4. Estoy de acuerdo con lo que expones Joselu, no me engaño. Desde nuestra perspectiva de afortunados que hemos nacido en occidente, en una situación bastante privilegiada, va a ser muy dificil que la gente esté de acuerdo contigo. Si los asiduos de este blog fuesen personas nacidas en África en un estrato pobre y con escasas posibilidades de mejorar, sin educación accesible, sin sanidad, sin alimentos que comer, los comentarios serían todos apoyando tus postulados. Un abrazo.

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    1. Conozco a dos personas afectadas por el TLP -Trastorno Límite de la Personalidad-. Y he leído textos de Angelica Liddell, dramaturga y afectada también, y he de decir que esta devastadora enfermedad mental supone tal hachazo en la vida de los que la padecen que es prácticamente imposible que puedan vivir un solo instante en que sientan felicidad y sí un drama íntimo en que la vida se hace insoportable. No hace falta irse a África porque lo tenemos aquí en enfermedades neurológicas o psiquiátricas múltiples que determinan totalmente a los afectados. Hace unas décadas se los consideraba culpables, a ellos o a sus madres en enfermedades como la epilepsia, la esquizofrenia o el autismo. Hoy sabemos que son enfermedades neurológicas. Hace siglos se los quemaba vivos porque se los consideraba endemoniados. La vida no es justa, y nosotros estamos en la parte que ha tenido suerte por nacer donde hemos nacido y no padecer ninguna enfermedad -de momento- que nos afecte profundamente a nivel psiquiátrico. Ayer leía que hay una enfermedad muy mal diagnosticada que es se trata la demencia de los cuerpos de Lewy, y que afecta a personas mayores y que es confundida con el alzhéimer. La lectura de Decidido me ha conmocionado porque implica vivir en un universo determinista, en que no hay libertad, y que es frío y sin sentido, cuando aspiro vitalmente al sentido. Algo que me molestó en Sapolsky es que escriba que el budismo no le interesa para nada. Un abrazo, y gracias por participar.

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    2. ¿Y qué decir de los pedófilos y pederastas, tan temidos y odiados, ¿acaso pueden escapar de sus determinismos? Por lo que sabemos, no. No hay libertad. No se puede desear no desear lo que deseamos.

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  5. Leído y releído todos los comentarios me aproximo casi al cien por cien al del señor Francisco M Ortega; ahondo en el libre albedrío y creo que la conciencia, que no es más que tu libertad (la de hacer lo que quieres) más la responsabilidad (de no hacer aquello que consideras mal) es la base para manejarnos y hacer frente a nuestro destino, del que no se, si está marcado o no, ahí no puedo entrar, pero si se, que podemos, si estamos en el uso de nuestras facultades, condicionar.
    Salut

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    1. Eres, pues, compatibilista libertarista, pues crees en la posibilidad de la libertad y el libre albedrío. Dices que tenemos libertad para hacer lo que queremos -más bien sería decir lo que podemos porque el querer está limitado por infinidad de circunstancias- y unes a ello la responsabilidad de no hacer lo que consideras mal -si puedes (piensa en los pedófilos y pederastas que no pueden elegir; piensa en la libertad que tienen muchos de los que van a la asociación Teresa de Calcuta o la mayoría de los sin hogar que hay tirados por las calles ¿qué libertad tienen realmente?). Tú lo conoces mejor que nadie. Salut, Miquel.

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    2. ¿compatibilista libertarista?...jamás se me hubiera ocurrido, tan siquiera sabía de la existencia de dicha palabra.
      Un abrazo

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    3. Es jerga neurocientífica. Compatibilista porque entiendes que existe el libre albedrío y que ello es compatible con un universo determinista. Y libertarista porque crees en la libertad que tiene tres partes, como han señalado otros filósofos.

      1. Consiste en la capacidad de actuar intencionalmente
      2. La capacidad de elegir entre posibilidades alternativas
      3. La capacidad de controlar las propias acciones
      .

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  6. He tenido conversaciones parecidas muchas veces y las posturas siempre parecen enrocarse en callejones sin salida.

    Creo que estoy de acuerdo contigo, el código postal es una parte fundamental de tu existencia. Luego, en ese puchero mágico de nuestros genes, cae un poco de azar y un poco de herencia. Lo revuelves todo y sale la persona que eres. Pero eso, el lugar de nacimiento tiene un peso brutal.

    Es algo que veo a diario a mi alrededor. Claro, hay que esforzarse, debemos pulirnos para, perdona por la frase naif, intentar ser nuestra mejor versión. Pelear con todo lo que tengamos a mano hasta la extenuación... a partir de ahí ya tengo la conciencia tranquila :)

    Saludos

    PS. En mi caso, por ejemplo, intento ser la persona que mi gata se cree que soy ;)

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    1. En todo esto, vivamos o no en un universo determinista, hay un profundo misterio que se proyecta sobre nosotros, seamos ejecutores de un plan o un azar totalmente aleatorio. No deja de suscitarme fascinación la posibilidad de vivir sin la capacidad de tomar decisiones, y no me importaría demasiado no ser ese ser dueño de su destino y el señor de su alma, porque tendría por delante un trabajo no menor: comprenderme, y en tu caso, como bien dices, ser la mejor versión de ti mismo, la que tu gata cree que eres, como buena criatura taoísta. Comprender el destino, esa determinación que se nos impone tiene que tener algún sentido. Los neurocientíficos no tienen visión espiritual, pero yo la veo tras su jerga científica. No elegimos en realidad, somos elegidos ¿por qué? Saludos. Yo también tengo tres gatitos.

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  7. En mi caso, Joselu, no puedo sucumbir a postulados tan maximalistas como los de Sapolsky. Claro que existen infinidad de condicionantes pero mi visión de la realidad es completamente contingente. Qué tantos agentes interactúen con sus condicionantes e información dispersa, es lo que hace más complejo todo y que ese cúmulo de variables hagan que el resultado sea impredecible. Creo más en la estilización que hace el ser humano de la realidad, porque como decía Berlín en su ensayo El erizo y el zorro, analizando cómo Tolstói se acercaba al hecho histórico y al hombre de la sociedad modernas como un hombre histórico, que este suele sintetizar la historia como una colección de fechas y factores reducidos, que jamás abarcarán la verdadera comprensión de un fenómeno. Y actúa con un conocimiento limitado

    También no sé por qué me he acordado del final de Esquilo, Joselu, al que una sibila le había predicho que moriría en el derrumbe de una casa. El literato huyó de lo que parecía determinado como su fin, y se instaló en medio de la naturaleza. Pero como sabemos, una tortuga que lleva su casa a cuestas, le golpeó con su caparazón al desasirse de un ave de presa. Se le cayó dando por bueno el pronóstico de la adivina. Lo pensaba porque quizá esa posición de Sapolsky sea un resabio del determinismo más absoluto en el que se creía incardinado el hombre antiguo. Me he acordado de Eliade, que ve en sus expresiones más modernas algunos viejos atavismos como el mito del paraíso en cosmogonías más modernas como la del comunismo. En este sentido estoy más cercano a Tot, pues sin creer del todo en un libre albedrío, dado que muchas de nuestras decisiones estamos condicionados, si pienso que hay un margen de libertad en algunas de nuestras decisiones. Hay estudios que afirman que durante el día tomamos más de treinta y cinco mil decisiones, la mayor parte se hacen de una forma automática, por una economía del cerebro que busca consumir menos energía en cada una de estas posibilidades que nos brindan la realidad. Solamente un 1% de esas decisiones, requieren de nuestra atención para madurar una respuesta a nuestro entorno. Pues de ese uno por ciento, hay una probabilidad muy pequeña que en alguna de nuestras posturas no estén en condicionadas y tengamos ese atisbo de libre albedrío. Son esas decisiones que en un mundo continuamente cambiante, y nos presentan problemas nuevos que exigen soluciones diferentes. Podríamos pensar también como Keynes que en esas circunstancias actúan nuestros animales spirits, y que más que decidir en libertad, actuamos condicionados por un miedo irrefrenable. Por supuesto toda esa publicidad engañosa, que nos hace dueños de nuestro destino y seres únicos en el universo, que en parte tiene realidad, pero más bien nos hace creer que el universo gira en torno a nuestra, me parece propia de fatuos. No lo digo por los que se aferren a esa filosofías de vida, pues creo que la asistencia es muy dura, y cualquier remedio es perfectamente loable. Un saludo,Joselu.

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    1. Estoy muy satisfecho de la lectura de este libro que me ha llevado a otros que, por elección mía, plantean la realidad del libre albedrío. Durante tres semanas he viajado por las ideas de Sapolsky y he sido consciente de los interrogantes y los abismos que se nos abrirían si se confirmaran sus tesis de que no existe libertad. Yuval Noah Harari, pensador israelí, lo plantea, nos reduce a ser unos algoritmos más o menos sofisticados. Nos componen cien mil millones de neuronas y veinte mil genes. Somos un interesante juego de sinapsis en realidad muy previsibles especialmente en un mundo como el nuestro en que FB, Twitter, Instagram y cien y un métodos de prospeción nos conocen perfectamente. Acaba de llamarme al teléfono fijo una máquina que me ha pedido que confirmara que yo era tal y tal, mi nombre completo y exacto. Nos creemos impredecibles, pero en realidad somos bastante predecibles a todos los niveles. Algoritmos cada vez más complejos saben prácticamente todo de nosotros, y no hay tantas opciones sorprendentes para dar salida a nuestra libertad. Dices que cada día tomamos miles de decisiones irrelevantes, y que solo hay algunas que tienen alguna densidad. Yo iría más allá y sostendría que en la vida las decisiones realmente decisivas que tomamos no llegan a media docena y me sobran dedos. Tal vez sean dos o tres. Y pienso que no son tales elecciones por lo menos en mi caso. Pienso que lo que ha sido mi vida, ha ido saliendo de forma más o menos necesaria. Ser profesor, estudiar filosofía y letras, mis devaneos sentimentales y la persona con quien comparto mi vida a la que amo profundamente. No los elegí, surgieron y se impusieron no sé por qué. Y acertaron. No creo que elegir tomar una cerveza o un vino sea realmente una elección, o pasar la tarde en el sofá o ir al cine sea una elección. Formalmente, sí, pero lo esencial no se elige, surge y en ello el azar, el destino y la suerte juegan un lugar fundamental. Como decía antes a Beauséant, pienso que la labor de mi vida es comprender mi destino, como taoísta aplicado que soy. Cuando comprendí que no había elección, me sentí liberado de esa martingala que nos proclama, como bien dices, seres únicos en el universo. Siento que estas reflexiones sobre el libre albedrío son sumamente estimulantes, porque exista o no exista, el hecho de pensarlo es altamente sugestivo y nos hace sentir un misterio que no tiene el creernos sujetos de decisiones continuas y agotadoras. Elegir es una maldición, ¿por qué no abrazar los dos caminos simultáneamente? La luz contiene la oscuridad, y la oscuridad la luz. El determinismo y la libertad son complementarios, no excluyentes.

      Muchas gracias por tus reflexiones que valen un potosí. Lo más hermoso de la vida es saber que está ahí, latiendo e implicándonos. Un saludo, Sergio.

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