sábado, 13 de enero de 2024

El ejercicio del diario

Convertir la propia vida en una historia narrada día a día es una tarea apasionante, aunque el resultado sea una relación pedestre de pequeños actos sin mayor trascendencia y que, leídos posteriormente, años después, no logran reconstruir los momentos vividos en aquel presente en que se contaron. Uno puede intentar levantar la estructura de un día, con sus anécdotas, pensamientos, miedos e inquietudes que lo jalonan, pero es imposible volver a él mediante la lectura, porque lo que leemos es un pálido remedo de realidad, aunque hayamos sido exhaustivos en nuestro relato cotidiano. No es posible volver al tiempo perdido, por más que lo pintemos y decoremos con detalles de realismo sensorial. No solo soy un escritor de diarios, sino que también soy lector de los diarios pasados, lo que es una actividad diferente que me relaja y me entretiene. Puedo leer las angustias y terrores del pasado sin que de nuevo me sumerja en ellas: soy una suerte de observador externo que asiste a relatos diferidos que ya no me conmueven porque mi momento es diferente. El momento de la lectura es otro. Y surge el contraste entre un presente tranquilo y un día evocado trágico y desasosegante. Hay sorpresa por la recuperación insólita de unos momentos aciagos pero no identificación. Por otra parte, la vida nos somete a relatos sucesivos de días que siguen unos a otros pero sin relación de continuidad. La citada continuidad es una leyenda urbana tal como la de las cucarachas que compran criptomonedas. No hay continuidad, vivimos instantes consecutivos, pero inarticulados. No constituyen una unidad por más que en el relato del día a día diarístico pretendamos referir procesos y secuencias, que no son más que una fantasía. La vida se compone de microinstantes y momentos de vacío entre ellos. Y cuando se releen faltan esos vacíos interestelares como el material genético basura que asciende al noventa por ciento y que no contiene información. Un diario es solo una sucesión de momentos destacados, fragmentos de conversaciones, de pensamientos, de comidas, de acciones, de lecturas, de aprensiones y miedos, de ocultaciones -un diario tiene mucho de encubrimiento por verídico que sea-, de impostación, de fingimiento... 

 

24 comentarios:

  1. Nunca conseguí tener la disciplina de un diario, y cuando lo lograba, eran reflejo de batallas personales, o novelizaba si existe esa palabra, sobre aspectos de mi vida. Recuerdo una de esas entradas, "la vida en vía Roma, discurría lentamente como el andar de los gatos perezosos al sol." Quizá esa frase transmitiese la lentitud de aquella época, y la melancolía en la que estuviera sumido. No soy capaz de leer mis diarios, fui prolífico en las épocas de desazón, más que por los sentimientos y emociones que conformaban mi laberinto emocional de entonces, porque aparecen personas que no se encuentran con nosotros, y es como si ese universo fuese un espejismo.

    En tu caso, Joselu, sí has sido asiduo a esta práctica. Y que los relees, pero como dices son teselas que bogan entre muchos fragmentos del momento que se han perdido. Yo no puedo, ya que soy un tipo con un áncora en el pasado demasiado pesado. Me hace gracia, porque por tus últimas entradas, nos vas dejando las migas de tu pasado. La fotografía de aquellos niños era preciosa.

    Y tienes razón, que los diarios y las autobiografías tienen mucho de impostura. Nos adornamos, excusamos, engrandecemos nuestra participación en los hechos, idealizamos nuestro pasado si se escriben con cierta distancia a los hechos. Yo encima metía a esos microinstantes, una pátina de ficción, que los hace más inverosímiles. O no, quién sabe. Desde luego, a mí me encanta el género de la biografía, sea auto o ejecutada por otros. Hay obras canónicas de este género, pero no me quiero demorar más, que ya he escrito demasiado y con muchas referencias personales.

    ¿No estás tentado a escribir una biografía, Joselu? Un tipo tan interesante, culto y de reflexiones muy brillantes, con una prosa envidiable. Has tenido tus experiencias en la enseñanza. Hace un tiempo trabajaba en correcciones de personas que querían escribir su propia biografía, y embellecer los textos, que por la época, huelga decir, también tenían faltas de ortografía. Eran personas humildes con vivencias corrientes y sin embargo, entre páginas difusas,, de repente, había una historia que te sacaba de la rutina. Recuerdo la de un hombre que era panadero en la Guerra Civil, y dio refugio a un perseguido, al que incluso tenía encono personal. Sus temores, contradicciones, pues no se consideraba un héroe, merecían ser contadas. Un saludo, Joselu.

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    1. Sergio, nos dejas un montón de reflexiones interesantes para comentar, tantas que no sé por dónde empezar. Yo inicié mi andadura diarística a los doce años, diarios que no conservo, y que fueron descubiertos por mi madre que los leyó, infligiéndome una humillación que me hundió en aquel momento. Luego los continué escribiendo en una suerte de clave que me inventé y que todavía recuerdo. Luego, he ido escribiendo diarios, sobre todo de viajes, y posteriormente de largas etapas de mi vida. El blog en 2005 vino a ocupar el papel de un diario hasta 2015 en que volví al formato de dietario. Pienso que cada persona que escribe un diario lo hace de acuerdo a un género creado por ella. Tu ficcionabas, lo que es una posibilidad sugerente. Yo lo he intentado en alguna ocasión pero lo veo como una impostura en mi caso.

      En cuanto a que el diario tiene mucho de idealización, personalmente no eludo pintarme y describir momentos con una crueldad terrible si así los viví. Lo que pasa es que los releo tiempo después y me espeluzno de verme presentado con semejante crudeza y a veces los corrijo o borro párrafos enteros, especialmente si implico a otras personas. Sé que nadie leerá mis diarios, son demasiado prolijos y cabría ser Patricia Highsmith para que alguien se interesara por ellos, algo que no es así. Supongo que un diario es una forma de estar en el mundo. Para mí es terapéutico y liberador. Por las mañanas, no me quedo tranquilo y sereno hasta que he plasmado con detalle lo que ha sido el día anterior. Es una afición apasionante, como he dicho.

      En cuanto a biografía, he escrito mi biografía como profesor en un texto que se titula La pedagogía salvaje, pero, desafortunadamente, las personas a quienes se lo he dado a leer, no me han comentado nunca su opinión sobre lo que yo escribí, así que soy bastante escéptico.

      Eso sí, escribí una biografía de una amiga a sus ochenta y siete años, lo que nos llevó más de dos años a base de entrevistas dos veces a la semana para conseguir trazar el arco vital de mi amiga. El problema es que ella hablaba sin pelos en la lengua y luego, a la hora de plasmarlo, editarlo e imprimirlo, hubo que moderar y cambiar sustancialmente sus confidencias que afectaban a otras personas. Y es que una biografía es un pacto con los demás, no se puede expresar todo lo que uno piensa o cree. He leído los diarios de Rafael Chirbes y he de reconocer que escribió con suma libertad sus opiniones sobre colegas de profesión y sobre su propia homosexualidad. Ahora tengo encima de la mesa los Diarios de Patricia Highsmith que me atraen porque la personalidad turbia de ella es fascinante. Y es que para leer un diario, es siempre mejor el de alguien complejo y turbulento. Un diario de una buena persona no es tan interesante, y en ese caso, el mío tiene que serlo jajaja.

      La tarea de escribir biografías ajenas me parece una tarea electrizante, pero hace falta que el biografiado se abra en canal. Estoy dispuesto a ello. A veces he pensado en escribir sobre mi estancia de nueve años en un colegio especialmente sádico de curas, los hermanos maristas, pero no me acabo de atrever a adentrarme en un periodo tan largo y complejo, aunque no lo descarto.

      Un saludo, Sergio.

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  2. Nunca he escrito un diario, y, sin embargo, influenciado, y ayudado, todo hay que decirlo, por un buen amigo, empecé una historia personal para escribir las vicisitudes de un período de mi vida, y retratar la Barcelona periférica de aquel entonces. Me centré en la década de los sesenta.

    Siempre estuve a destiempo y siempre me encontré mucho más maduro que el resto de la gente que tenía mi edad. Mis circunstancias eran otras, como otras mis necesidades.

    Escribir un diario es desnudarse, abrirse, y nunca he sido partícipe de reflejar mis sentimientos íntimos. He sido celoso de ellos.

    La frase: soy una suerte de observador externo que asiste a relatos diferidos que ya no me conmueven porque mi momento es diferente" es, sin duda, muy acertada. El momento, tu momento, es diferente, las circunstancias, otras. Y aquello pasó y sólo se puede leer en clave de recuerdo, dado que nada puede cambiar.

    Quizá, si pudiéramos cambiar las cosas, hubieran salido peor de lo esperado, que con eso no contamos, y en ocasiones vale la pena, esperanzada pena, de pensar que como obramos lo hicimos bien y que esa era la manera acertada de hacer las cosas.

    Estoy en completo acuerdo con tu afirmación: un diario tiene mucho de encubrimiento por verídico que sea-, de impostación, de fingimiento ", quizá porque a todos nos gusta que nos miren, pero a nadie le agrada que lo observen.

    Un abrazo
    Salut



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    1. Sí, escribir un diario es desnudarse "hasta cierto punto" porque cuando escribes tienes la duda de si alguna vez será leído lo escrito -aunque sea altamente improbable-. A veces he fantaseado en llevar toneladas de cuadernos escritos, antes a mano y ahora en Word, al Rastro o a Los Encantes para dejarlos al azar de que alguien los descubra. Para que un diario sea interesante, hace falta ser alguien interesante, y eso no es algo que sea evidente en mi caso. Ser interesante supone dos circunstancias: "creérselo y acertar". Antes, muchos escritores y artistas escribían diarios que podemos leer, y es algo suculento para entrar en su intimidad. Dices que no eres amigo de reflejar tus sentimientos íntimos mientras que yo siento pasión en ello.

      En cuanto a que escribir un diario suponga encubrimiento y fingimiento, es cierto, uno es sincero al noventa por ciento si acaso, pero no totalmente porque es demasiado crudo serlo al cien por cien. A mí sí que me gusta observar, es un ejercicio cruel, tienes razón.

      Un abrazo, Miquel. Salut.

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  3. Hola Joselu, no sé hasta que punto escribir un diario entraña finjimiento. Creo que la persona que Escribe un diario desnuda su alma, sus emociones. No soy persona de escribir en un diario, pero si de emocionarse cuando leo algo sobre un momento, instante,o suceso en concreto que alguien recupera de su diario y lo edita en su blog.
    Por otro lado dices que por suerte eres observador externo que asiste a relatos diferidos y que te son indiferentes, sinceramente eso me preocuparía, al menos a mí si no sintiera nada cuando leo, lo respeto, pero me asustaría. Un abrazo

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    1. Hace poco leí un artículo sobre por qué ficcionamos nuestra vida. La teoria era que lo hacemos para darle coherencia y lógica y para ponerle finales a las historias que se quedaron abiertas

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    2. Me gusta ficcionar mi vida, dudo si contar el tiempo que estuve en un colegio marista entre los siete y dieciséis años, intentando darle coherencia a posteriori, porque aquello no la tuvo. Tienes toda la razón, la vida carece de coherencia y lógica y buscamos -ficcionando- dársela. Somos seres de ficción, Ulla, por eso nos atraen tanto las historias, las series, las novelas... El ser humano es un ser narrativo, creador de mitos que nos fascinan.

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  4. Me pasa algo parecido a lo que apunta, Sergio Munari, en su comentario, aunque él lo ha explicado mucho mejor. Empecé un diario y me di cuenta que para tener un diario hacia falta tener una vida interesante, así que terminaba divagando, ficcionaba mi vida... Al final mis diarios acabaron siendo los diarios de otra persona :) Y, bueno, luego acabé en un blog. Parece que es la consecuencia lógica, ¿verdad? Empiezas un diario, acabas en un blog :)

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    1. Planteas algo muy relevante y es la idea de tener una vida interesante, qué es exactamente eso. ¿Acometer tareas importantes, viajar, crear inventos para la humanidad, ser un gran benefactor, ocupar cargos, descubrir nuevos paradigmas científicos, ser espía a cuatro bandas...? En realidad la literatura alumbró en el siglo XX una suerte de ciudadano anónimo sin atributos al que hizo protagonista de numerosas novelas. Alguien dijo que si se pudiera contar un día cualquiera de alguien en su totalidad, se habría logrado una hazaña. Ser interesante no depende de llevar o no una vida interesante. Ha habido grandes poetas como Emily Dickinson que no salió prácticamente nunca de su casa y escribió una colección de poemas que se descubrieron tras su muerte que nos siguen asombrando. Ser interesante no es nada más ni menos que ser moral, espiritualmente interesante al margen de la epicidad de la vida. Hay muchos políticos que teóricamente llevan una vida interesante, pero no lo son. Es otra cosa. Y tú en tus textos ficcionados muestras que tienes mucho dentro que decir, al margen de si lo haces de una forma de dietario. Eres un espíritu interesante, por lo menos así lo veo yo. Se nota. Y no pienso así de mucha gente. En tus reflexiones emergen cuestiones de fondo que revelan una profunda sensibilidad, eso es ser interesante, al margen de su plasmación en un blog o en un dietario ;-)

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    2. Pues no veas lo que te agradezco tus palabras, para mi escribir es un poco como rascarme la espalda, justo en ese lugar al que casi, casi llegas, pero no . Vamos, que te quitas un poco el picor, pero te sigue picando :) El que a alguien le pueda interesar algo de lo que escribo es, para mi, una recompensa inmensa...

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  5. Pues a mí me dan mucha envidia estos diarios tuyos, es algo que siempre me habría gustado hacer y nuncame he puesto realmente. Solo hice un atisbo de diario en mi primera ruta de montaña a los 17 años quizás (Torla-Benasque), en una pequeña libreta de tapas duras de las de antes, y fue una experiencia maravillosa. Hasta hace pòco la guardaba y ahora mismo, con la última mudanza de casa de mis padres, no se si la acabé guardando. Escribir un diario, como mínimo, tiene que contribuir a mejorar la técnica de escribir y eso en si mismo ya me da envidia. Y a día de hoy no creo que escribas a mano (no recuerdo ese dato), pero el mero hecho de la caligrafía en papel, a día de hoy, sin duda tiene que tener algo de terapéutico para el alma. Doy fé de que tus diarios son verdaderamente interesantes. Leí el primer libro de las memorias de Chirbes pero no me quede con las ganas de seguir leyendo. En ese sentido creo que me entran mejor las biografías que los diarios. Recuerdo una sobre Goethe que me fascino. Un abrazo Joselu.

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    1. Un diario curte el estilo y la fluidez redactora en un tiempo en que la gente no está habituada a escribir textos largos. Por otra parte, un diario, refleja las vivencias interiores y el modo de concebir la vida y, por lo tanto, es una forma de fijar sentimientos, impresiones, observaciones... Yo le veo un montón de beneficios en todos los órdenes. Yo me aficioné desde los doce años y desde entonces, he referido en distintas etapas momentos y viajes especiales de mi vida. Tú eres testigo de varios de esos diarios, he contado con tu benevolencia y has visto mi modo de sentir el mundo y la realidad. Un abrazo, José Antonio.

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  6. Interesante reflexión la tuya sobre el mundo de los diarios y tu experiencia en la práctica de los mismos. Conocí a algún compañero que anotaba, a modo de diario, las cosas que le ocurrían en el trabajo, como una especie de notario de los hechos laborales. Entiendo que existen diferentes tipos de diarios que van desde lo íntimo e impublicable, a otros de tipo literario o filosófico, de viajes o incluso hasta terapéuticos.
    Por otro lado, siendo la realidad tan fragmentaria sería difícil reconstruir tanto emocional como escritural en su totalidad, de no ser que nos pareciéramos a aquel personaje borgiano de ‘Funes el memorioso’.

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    1. Es real que cada persona que redacta un diario lo dota de características propiamente suyas. He leído diarios de escritores y cada uno es diferente, pero lo que destaca es la voluntad de estilo. Son textos muy cuidados que se podrían publicar y, por si acaso, son de textura literaria. Los más pedestres hacemos lo que podemos y ni somos personas célebres ni hábiles escritores que dejen un documento valioso estilísticamente. En realidad, la experiencia vale para uno mismo y para nadie más. Una especie de eyaculación íntima, nada más.

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  7. Por dios, que vergüenza, es que me pongo rojo, nada más pensar, que mi madre(tan católica),pudiera leer un diario mío, con lo marrano y masturbador que era de niño. Qué valor el tuyo, más de una vez te arrepentirías, seguro.
    Saludos.

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    1. Fue una experiencia traumática el ver violada mi intimidad por nada menos que mi madre que carecía de todo límite moral. Y sí me llené de vergüenza y desazón verme desnudo ante una mirada ajena y tan próxima. Fue terrible. Saludos, Carlos.

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  8. Buenos días, escribir no es lo mio, de adolescente alguna vez me dio por escribir mis vivencias y por si alguna vez me las encontraban ojos que no debieran ver las escribía en castellano pero utilizando el alfabeto griego, supongo que era mi clave personal y asi me veia protegido.
    Esta labor la deje rápido porque vivía rápido y no tenia tiempo, me interesaba más vivir que contar mis vivencias.
    En el fondo, en mi opinión, un diario es un canto de alabanza propia o una búsqueda oculta de compasión.
    Pero eso si, cuando me jubile si tengo idea de escribir mi experiencias como "vendedor de camiones", más como estudio de la Naturaleza Humana que como diario, ya veremos.
    Un saludo.

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    1. Interesante disyuntiva la que expresas entre vivir/contar vivencias y, por otro lado, sostienes que en tu opinión escribir un diario es un canto de alabanza/una búsqueda oculta de compasión. Supongo que es una opinión a vuelapluma, poco matizada y espontánea, porque escribir diarios ha sido una ocupación tradicional de los más importantes escritores y artistas que han dejado por escrito su perspectiva íntima de las cosas. Gracias a estos diarios, conocemos más en profundidad acerca del alma de dichos creadores o personajes históricos. No sé si es autoalabanza o autocompasión el escribir la crónica de la propia vida, pero no me suena que vaya por ahí. Pienso que es un intento de dejar por escrito una perspectiva vital, no dejar que los días se pierdan en la vorágine del olvido, reflexionar sobre lo vivido y un intento de comprender. La disyuntiva entre vivir y escribir no es tal porque para un escritor la escritura es la forma más alta de vida que puede existir, pero tú reconoces que la escritura no es lo tuyo, aunque haces tus pinitos en el blog y buscas un estilo claro y nítido como expresión del modo en que te gusta leer o escribir.

      En todo caso, tus memorias o tu crónica de un vendedor de camiones, seguro que tendrá meollo narrativo si sabes enfocarlo bien.

      Un saludo.

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    2. Joselu, tienes razón en lo de " es una opinión a vuelapluma, poco matizada y espontánea". Es la opinión de uno que nunca ha leído un diario de nadie y piensa más en el diario como en el texto de joven con granos en la cara que no sabe a quién dirigir sus penas.
      Leido tu comentario lo corrijo porque tienes razón, ahora he pensado en Los diarios de Ana Frank, por ejemplo, y es un testimonio vital que no se debe olvidar.
      Aquí queda mi corrección y mi aprendizaje.
      Un saludo.

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    3. Sí, me lo había imaginado. Me he encontrado a algún amigo -muy culto- que ha relacionado también los diarios con cuadernos cerrados con algún tipo de candado propio de adolescentes con granos. Desafortunadamente, los adolescentes no escriben diarios, aunque sería un documento inestimable para leer en un futuro, como aquellos que escribí yo entre los doce y los quince años y que se han perdido. La adolescencia es un periodo cenital en la vida, una etapa de turbulencias muy complejas. Has mencionado el Diario de Ana Frank y ello te da idea de la importancia que puede tener un texto como este. Es uno de los libros más difundidos en el mundo: el diario de una adolescente entre los trece y los quince años y que nos sigue resultando fascinante por lo que relata y cómo lo relata. En el tiempo actual, raramente se escriben diarios: una excepción han sido la publicación reciente de los diarios del novelista Rafael Chirbes que han levantado ampollas entre otros escritores por los juicios tan descarnados que expresaba. Pienso que es un hábito terapéutico y que ayuda a comprenderse a uno mismo, pero, lógicamente, requiere de tiempo, una dedicación intensa. Pero cada cual es cada cual...

      Un saludo.

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  9. Dando una vuelta de tuerca a los diarios y a las memorias,Joselu, por no provocar los desvelos de un colega, me enredó en ese proyecto de su editorial, de dar cauce y revisar recuerdos de otros, fueron varios los hallazgos de personas que creía que habían tenido una existencia gris. Pero quería referirme en esta ocasión a los diarios de escritores. En casa del herrero, cuchillo de palo.

    Voy a hacer un ejercicio memorístico. Me encantaron los diarios de Pessoa y de Kafka, dos de mis ídolos de juventud. El de Pessoa me hizo ponerme en sus carnes, entender su vocación de erudición que veía como el camino de perfección de un samurái. Incluso entender sus virajes ideológico del gran escritor Luso . Las de escritores rusos me privan la razón. Otra que me fascinó, a caballo de la novela y de la biografía, es la sublime Novela de un literato, de Cansinos Assens. La arboleda perdida de Alberti. La leí con prevención, por los recelos que produce la prosa de un poeta. Una maravilla.

    La última que me fascinó, fue Viaje sentimental del vanguardista ruo, Shklovsky. Una delicia porque comprende una etapa crucial de la historia rusa y soviética, 1917-1922. Pronto, inmerso en la larga guerra civil rusa, le llegará el desencanto. Éste último quizá fuese mi recomendación para ti,Joselu. Es un cuaderno de viajes y de experiencias. Mi pregunta es una recomendación, dirigida a todos. Género diario, cuaderno de viajes literarios que recomendaríais. Un saludo a todos.

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    1. Leí recientemente los diarios de León Tolstoi y me ayudaron a conocer la vida interior del artista, la conflictiva relación con su mujer, muchos juicios acerca de la realidad de un mundo que el escritor ya no comprendía. Leí también los diarios de Kafka que me sorprendieron porque jamás hablaba de sí mismo, algo que esperaba con ansia. La arboleda perdida la leí hace mucho tiempo, en mis tiempos de estudiante de Filología e izquierdista que tenía a Alberti como uno de sus ídolos -luego ya no: ha habido tantos artistas que, conocidos en profundidad, me han decepcionado...-. También leí Confieso que he vivido del poeta Neruda, tan grande como poeta como minúsculo como persona.

      He intentado acceder al Viaje sentimental de Viktor Shklovsky pero solo lo he encontrado en inglés y mi dominio no es tan alto como para poder leerlo.

      El cuaderno de viajes es algo que he cultivado, aunque no he sido un gran viajero y en los grandes viajes que he hecho, desafortunadamente, no escribí un diaro. Me refiero a mi viaje iniciático a mis veintisiete años a Indonesia, Malasia y Tailandia, un viaje de tres meses, el viaje más importante de mi vida. Empecé a escribir el diario pero lo dejé arrastrado por la potencia del viaje. Me dediqué a aprender indonesio, lengua que logré hablar fluidamente en el viaje. Los cuadernos de viaje es un género que me apasiona.

      Un saludo para ti, y para todos.

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  10. Tuve épocas en que utilizaba mucho el diario. Eran, sobre todo, etapas en que yo tenía mucho movimiento, viajaba sin pereza alguna y trataba a bastante gente diversa. Cuando me recogía en mis ratoos de soledad, que no eran muchos, comentaba un poco todo eso y aprovechaba para hacer algo de introspección también. Al releer esos escritos me pasaba (y me pasa) un poco algo de lo que refieres; eran flashes de momentos puntuales, pero faltaba el pegamento que los uniera constituyendo el todo de mi vida real. Aún así, siempre me ha gustado hojear esos diarios de nuevo, aunque me provoca una sensación de paso del tiempo no siempre estimulante. Por otra parte, cuando leía y estaba en condición de hacerlo (lo de escribir, me refiero, en un sofá es más difícil) siempre aproveché para tomar notas de lo que me llamaba la atención de lo leído o incluso de párrafos enteros. ¿"Utilidad" de eso? No lo sé.

    A pesar de todo, de que en mi vida ahora dedico bastante poco a la introspección y no está transitada por gentes diversas y experiencias varias, sigo leyendo bastante y he vuelto de Ibiza con ganas de retomar ese asunto. Propósitos de Año Nuevo se llaman. Leí bromitas en Twitter acerca de que el saber escribir a mano iba a considerarse un mérito de cara a optar a un empleo y pensé: «Tanto darle a la tecla, tanto darle a la tecla y pronto me olvidaré de escribir de puño y letra, ¡cojones!». Dicho y hecho. Me he comprado libretas nuevas, una grande y otra pequeña (no Moleskine), he renovado tinteros, limpiado bien las estilográficas y hecho un sitio para poder desarrollar la escritura en condiciones. También me he propuesto volver a dibujar a mano, que la tengo adormilada. En fin, ese tipo de actividades que se suelen hacer cuando uno empieza el año con buenos propósitos y desea emprender una determinada actividad. Ahora falta ponerse. Hay dos opciones, la de hacer eso a vuelapluma o la de pretender darle un cierto carácter literario (o artístico, en el caso de los dibujos), pensando bien lo que uno dice y de qué manera. Quizá lo mejor sería el punto medio entre ambas. No lo sé. En cualquier caso, estoy seguro de que tú practicas con perseverancia esta actividad y te envidio por ello. Soy un poco discontinuo en cumplir mis propósitos.

    Enhorabuena por esta entrada. Me ha dado mucho que pensar.
    Saludos.

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    1. Me alegro de haber encontrado a un diarista, aunque puntual y en el pasado, que haya practicado el ejercicio de la introspección -a la que ahora dedicas poco tiempo-. Porque un diario puede ser muchas cosas distintas. Cada persona que compone uno lo hace a su estilo: rutinario, literario, introspectivo, culinario, filosófico... Yo suelo pensar y reflejar mis impresiones sobre los libros que leo, las películas a que asisto, sobre las caminatas con algún amigo y las conversaciones que van con ellas -como levantando acta-, mucha introspección... Pero me doy cuenta de que raramente son literarios. Me cuesta mucho cuidar el estilo en ese sentido, aunque procuro escribir claro y correctamente. Esto lo echo en falta.

      Leer diarios antiguos supone una dedicación curiosa, como bien dices, pero a esas anotaciones por prolijas que sean les falta el calor de la vida en directo, los tiempos muertos, los sentimientos sutiles que nos asaltan...

      Me alegro de que hayas vuelto de Ibiza y que tengas dos libretas para tus anotaciones y tus dibujos. Yo antes escribía a mano, con pluma estilográfica, pero desde hace tiempo, utilizo el Word. De hecho, he digitalizado algunos diarios manuscritos, especialmente de viajes, que constituyen todo un género. Te animo a dedicar un tiempo a ello. ¿Para qué? Es una buena pregunta porque nada de esto tiene trascendencia ni mayor amplitud que el ejercicio en sí mismo, algo así como hacer crucigramas. A mi juicio, vale la pena. Yo me lo paso bomba describiendo mi día a día, mezclado con lecturas, películas, reflexiones varias -aunque muchas veces soy muy cruel y cuando las releo, termino borrando las salvajadas que he escrito y que implican a otras personas. Pienso que hay que ser prudente, aunque lo que más interesa de los diarios es conocer el nivel de fobias y filias de alguien, algo que no esté demasiado planchado.

      Muchas gracias por tu intervención, me has hecho también pensar. Me encantan tus viajes a Ibiza.

      Un cordial saludo.

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