sábado, 16 de diciembre de 2023

La biblioteca de Babel

Mi biblioteca es un caos. Está distribuida por varias ubicaciones en la casa, y en sus estanterías se agrupan miles de libros sin criterios fiables de clasificación. Hay algunos pero la mayoría están por afinidades inciertas, aunque lo cierto es que si un libro está en casa -y no lo he perdido porque lo he dejado hace años- suelo encontrarlo fácilmente por una suerte de intuición que me ha dado mi relación con los libros a lo largo del tiempo, aunque he tenido diversas bibliotecas que han perdido cientos de ejemplares en los traslados de domicilio que ha habido durante periodos distintos de mi vida.

 

Por otro lado, está mi biblioteca inmaterial, la de Kindle, donde hay cientos y cientos de libros que he comprado en los últimos doce años. No entiendo eso de bajarme libros de internet sin pagar. Lo encuentro una desvergüenza. Entiendo que mi amor por los libros incluye que deba pagar por ellos, pienso que la cultura es un bien que no debe de soslayar los derechos de autor, los de la creación. Esto lo entendíamos bien cuando los libros eran físicos, aunque podían dejárnoslos un amigo o sacarlos de una biblioteca. Cuando pago por un libro, me siento bien, aunque haya de rascarme el bolsillo. 

 

Este pandemónium organizativo de mi biblioteca es reflejo de mi personalidad desordenada en la que las cosas están dispersas, pero en un momento dado, soy capaz de encontrar el argumento y las palabras necesarias para organizar un pensamiento. 

 

Una de las acciones que más me atraen de mi relación empática con mi biblioteca es la de rescatar un libro que está en ella desde hace veinte, treinta o cuarenta años -anoto la fecha de compra y lo firmo- y leerlo por primera vez o tal vez releerlo, como me pasó con el espléndido relato que es Las ratas de Miguel Delibes que tenía fechado en 1993, en una nueva edición porque la que leí en mis tiempos universitarios se había perdido.

 

Darle una nueva vida a un libro me parece una acción maravillosa. 

 

Leer forma parte de mi vida, de hecho esta se estructura en torno a los libros que estoy leyendo en un momento dado, así desde que aprendí a leer. 

 

El otro día un amigo de caminatas me decía algo que me gustó y me identifiqué con ello. Él es un habitual lector de novelas policíacas, es casi su único género. Y me decía que le había marcado más en el terreno de la novela de investigación lo que había leído en su adolescencia, sobre todo Enid Blyton, que toda la novela moderna que había incorporado en sus años adultos. Le di la razón. Como se lee en la adolescencia no se puede volver a leer de mayor. Hay algo que se pierde. 

 

Anteayer en el metro me senté al lado de una mujer menuda negra -llevaba capucha- que estaba leyendo un ejemplar raído y desgastado de una novela del oeste tipo Marcial Lafuente Estefanía. La doblaba y se sumergía profundamente en ella. Ello me recordó con afecto que yo a mis catorce o quince años yo leí cientos de estas noveluchas del oeste que antes formaban parte de la cultura popular y de iniciación a la lectura. La admiré profundamente por la ternura que sentí hacia esta mujer anónima. 

 

Parte de mi personalidad, una parte muy importante, es los libros que he leído, no se me comprendería sin ellos. Y si imagino un mundo que venga tras este -algo que no descarto en absoluto- me imagino junto a una inmensa biblioteca en la que leería eternamente con una concentración absoluta, y querría leerme todos los libros del mundo, bueno, los que fueran excelentes. Pasar eones de tiempo leyendo, bebiendo horchata, y conversando, sería para mí una eternidad que merecería la pena. No me la pasaría mirando la perfección de Dios, o relacionándome con mis antepasados -qué horror- sino que estaría leyendo. Cada uno tiene el paraíso o infierno a su medida. Tal vez el mío, sea el de los lectores adictos a los libros, una enfermedad peor que la de ser adicto a la heroína. 

17 comentarios:

  1. Decía Borges que se sentía culpable, como poseedor de una biblioteca, de no conocerla hasta el fin.
    Con la edad he tamizado los libros que me llevaría en una única maleta, y aunque me supiera mal desechar otros muchos, si tuviera equipaje limitado me quedaría con unos elegidos.

    Recuerdo que el primer libro que leí fue a los nueve años, un libro sin tapas, de Jerome K Jerome: "Tres hombres en un bote sin contar el perro", se llamaba.
    Después toda la saga de Guillermo. Y de ahí hasta hoy.

    Decía Aristóteles que todo es hábito, y que como tal, si es bueno se llama virtud, mientras que si este es malo, se llama vicio.

    Tú has convertido un hábito en virtud.

    Si recuerdas, tengo un cuento corto que habla de la relación que mantengo con los libros, con una serie de libros, y que al final son los que ineludiblemente , en ms traslado, he llevado conmigo:
    https://totbarcelona.blogspot.com/2022/09/cuentos-de-navidad-el-asilado.html

    Comprendo que en tu pensamiento, tu biblioteca sea muchísimo más extensa, es natural, pero yo me voy preparando por si un día sucede lo que a mi edad ya empieza a ser de lo más normal, recuerda que la vida es como una partida de ajedrez, debemos mover ficha sin prisa y prepararnos las jugadas con muchos movimientos de antelación.

    Un abrazo muy grande

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    1. A veces voy dejando libros en la calle, en algún banco o junto a los contenedores de basura para que alguien, si quiere, los coja. Suele suceder, y ello les da una segunda oportunidad a libros a los que no tengo demasiada simpatía, pero, aun así, tengo excesivos libros cuyo destino es previsible porque no es fácil heredarlos por jóvenes que no tienen con la literatura la misma relación que yo -la de amantes-. Entiendo que estos libros, algún día se donarán y se perderán en los contenedores de basura. Los musulmanes construían edificios que se perderían con el tiempo a diferencia de los cristianos que querían perdurar. Todo lo que está vivo, tarde o temprano se ve aquejado por la transitoriedad. No pasa nada. Todo lo que ha sido amado, algún día se desvanece. Y cientos de libros maravillosos pasarán al olvido...

      Un abrazo, Miquel y gracias por tu comentario.

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    2. Todo lo que está vivo, tarde o temprano se ve aquejado por la transitoriedad"

      Una frase que pondré un día de estos en la portada, Joselu. Creo que dice todo lo que ha de decir en pocas palabras.
      salut

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  2. Para mí han sido una ventana no solamente a otros mundos, Joselu, sino que me han insuflado aire, cuando la zozobra me rodeaba. Es más, en mi corte de ideales, siempre tuve a los escritores y poetas, no muy lejos de los filósofos, incluso por encima de los científicos. Mi formación es más matemática pero mi alma, literaria. Sin libros, probablemente, seguiría nadando eternamente a una orilla que no existe. Son mi referencia y en cuanto crees que lo has leído todo, llega la novela más conocida de Donoso,El obsceno pájaro de la noche, y te hace derretirte dulcemente sobre ti. O disfrutas,Joselu, de un libro de divulgación, económica, sociológica. Los libros me han permitido mantener conversaciones con grandes eminencias. Decir a Keynes, que llevaba un tiempo criando malvas, en ese diálogo íntimo entre escritor y lector, vaya trampas saduceas con las que nos emboscas en tu opera magna.

    Y también pienso que con cada lectura, como nosotros hemos cambiado, en las grandes creaciones, te da la impresión de que estás leyendo otro libro. Es el río de Heraclito, que no te sumerges dos veces en el mismo agua, porque la naturaleza y nosotros somos cambiantes. Me pasa con mi libro preferido, qué releo cada cierto tiempo y que la letra ínfima y mi presbicia me abocarán a leerlo con lupa. Ése es mi temor, que las letras menguen y un día no alcance a verlas. Tus reflexiones me han encantado,Joselu, como esa faceta tuya de justiciero de los libros, que vas depositando para que otros aprovechen. Para mí han sido una terapia inmensa, sin paliativos. Un abrazo y cuídate,Joselu.

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    1. Tu comentario es toda una declaración de principios que complementa mis ideas elementales -busco la transparencia cuando escribo- y me da varios puntos de reflexión importantes sobre los que no he escrito como lo que nos aportan los libros que va desde el placer, a la inspiración, al consuelo, a la comprensión, al compromiso... Me has recordado un libro que leí hace mucho tiempo y que he perdido y que reflejaba, según recuerdo, una visión esquizofrénica mezcla de vigilia, sueño, lo real y lo imaginado o fantaseado... que me fascinó. No sé a quién se lo dejé hace muchas décadas. El obsceno pájaro de la noche. Querría volverlo a leer, además de la trilogía de Ernesto Sábato que fue mítica para mí. Y sí, es cierto que los libros cambian cuando los leemos en diferentes momentos de nuestra vida. A veces tengo miedo de releer libros que leí en mi juventud y que me marcaron profundamente porque no sé qué puedo encontrarme, siendo yo totalmente diferente. ¿Hay algo que permanezca en nosotros o somos una sucesión de personajes ilusorios? En mi caso, sí hay algo que permanece, Sergio, y es mi vocación de lector. Todo lo demás ha cambiado. Mi padre me enseñó a leer a los cuatro años y desde entonces no he abandonado esa pasión por la letra impresa que me ha llevado por diferentes territorios tan extensos que cuesta imaginar. No he sido escritor. Me falta calidad y paciencia, pero como lector, como decía Borges, uno puede asistir a la historia humana contada por testigos cualificados. Ayer me llegaron los Diarios de una escritora que admiro. Me refiero a Patricia Highsmith. Son mil doscientas páginas de diarios y cuadernos que fueron encontrados tras su muerte. Ojalá que no sea falso eso de que en una futura vida podremos realizar lo que hemos empezado en esta, y sería, como he dicho, seguir leyendo con absoluta concentración durante miles de años. ¿Para qué? Para comprender... Un fuerte abrazo, Sergio.

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  3. El orden está en la cabeza, tienes tus libros ordenados en la cabeza, el resultado es que siempre los encuentras.
    Hoy con el libro electrónico parece que todo está más ordenado, no ocupa tanto espacio y no acumula polvo. Yo utilizo el Kindle como un objeto de almacenamiento.
    Tengo mi biblioteca fuera de casa, bien cuidadita y en estanterías con puertas de vidrio para que no entre polvo, pero no pudieron evitar una inundación que tuve hace dos años, se me perdieron 1087 libros, al principio tuve un disgusto, pero en tres días se me pasó. Relativicé y concluí que aquella agua había servido para expurgar. También perdí muchos dibujos, planos y documentación técnica. Ya pasó. Ahora todo está ordenado. Debo decir que me gusta más ordenar que el orden propiamente dicho.
    Apenas leo las publicaciones actuales, ahora, ya hace tiempo, que no leo literatura de ficción posterior al Siglo de las Luces, me he quedado con los autores de la Ilustración. Leo, eso sí, y poesía y ensayo posteriores al siglo XVIII.
    A mí también me gustaría leerme todos los libros del mundo. Creo que los lectores formamos parte de un territorio más o menos paradisíaco.
    Salud.

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    1. Yo sí leo literatura contemporánea que va desde el simbolismo, el realismo, el modernismo y el salvaje siglo XX, y he recorrido diversos géneros como la ciencia ficción, el horror, la narración policial, la poesía, el teatro, el ensayo filosófico y científico, lo religioso -me considero una persona religiosa-, lo metafísico, lo político, lo histórico, lo filológico. Quiero dedicar un año a revisar las lecturas que hice en mi etapa de formación filológica sobre la Edad Media y el siglo de Oro que tengo muy abandonado por mis lecturas más recientes.

      El desastre con tu biblioteca podría ser objeto de un relato muy inspirado que acaba con la resignación y la sensación de que en realidad todo es pasajero y fungible. Los libros, en realidad, están dentro de nosotros. Yo leo con un artefacto llamado iPad donde descargo los libros de Amazon que no ocupan lugar pero que no puedes dejar en herencia a nadie porque te pertenecen mientras vivas, no los puedes donar, lo cual creo que es injusto. Los lectores somos una suerte de congregación que comparte contenidos inmateriales. Tú, además, eres creador, soy consciente. Yo solo escribo para mí, eso sí, diariamente sin aspirar a ser leído más que en estas torpes líneas de un blog diletante. Salud, Francesc y suerte con Arte deteriorado. Lo tengo en mi lista.

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  4. Leí muchísimo de adolescente, toda la biblioteca de mi padre entera. Recuerdo que muchos eran libros que habían sufrido la censura y el "nihil obstat", pero me daba igual. También me nutrí mucho de los libros que leía mi hermana en la Facultad de Letras. Y confieso que me tragaba las novelas de Corín Tellado y del oeste sin pestañear. Las íbamos cambiando en una vieja librería que ofrecía esa opción. La verdad es que no sé de dónde rascaba el tiempo que ahora no consigo encontrar, a pesar de estar jubilado. Pero no creo que haya que hacer concursos de lo mucho que lee uno. Lo importante es disfrutarlo, se haga deprisa o despacio, mucho o poco.

    Tenemos muchos libros en casa, somos desordenados, sobre todo yo; cuando saco uno de la estantería luego se queda en cualquier sitio. Nos hemos deshecho de muchos, salvo los de arte, por traslados y por falta de sitio. En los que conservo, los hay desmochados, las páginas están amarilleantes y la letra suele ser muy pequeña ya para mí. A raíz del confinamiento, uso mucho el Kindle, que es un aparatejo que me resulta práctico y se me cansa menos la vista —que voy perdiendo— y puedo adaptar el tamaño de letra. Para los viajes es ideal. Pero me molesta la dificultad de volver para atrás a consultar algo, el no saber qué "espesor" tiene el libro ni cuál es su portada. Además, llega un momento en que no distingo uno de otro, todos me parecen iguales por tener la misma letra y me resulta más difícil guardar memoria de ellos. Donde esté un libro bien impreso y editado...

    Hoy en día leo sobre todo novelas. Yo creo que es justo y necesario, equitativo y saludable alimentar el Aparato Imaginario, aunque sea un aparato que no exista físicamente. Cuando leo una buena novela me siento más sabio que antes de haberla leído. Algunos dicen que la novela ha muerto, que es un género obsoleto que ya dio sus mejores frutos en el pasado, que ha fenecido con el auge de lo audiovisual y leerlas es perder el tiempo. Otros aseguran que nunca leen ficción, en aras de otros géneros. Y otros afirman no haber leído un libro en su vida y no por ello se sienten infelices. No estoy incluido en ninguno de los tres casos. Leo otros géneros, pero creo que lo que más necesito actuamente son historias que puedan transportarme lejos de mis cuatro paredes, me saquen un poco de mi ensimismamiento, me aporten reflexiones y experiencias ajenas y consigan ayudarme a imaginar otros escenarios posibles, a veces atlas en mano. Y para eso, donde esté un buen novelón no lo cambio por nada. En fin, cada cual es cada cual...

    Saludos.

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    1. Sí, cada cual es cada cual y ninguna experiencia asume el carácter de modélica, solo somos incursiones en el ámbito de la lectura, esa que como profesor tantos años tuve la obligación de promover entre mis alumnos, algunas veces con éxito y muchas con sonoros fracasos. ¿Para qué se lee? ¿Por qué se lee? Supongo que cada uno de los que leemos tendríamos algunas respuestas provisorias que no son universales. Tú hablas de que lees para transportarte lejos de tus cuatro paredes, para que te saquen un poco de tu ensimismamiento, para que te aporten reflexiones y experiencias ajenas y para que consigan ayudarte a imaginar otros escenarios posibles. Pienso que estas ideas tan bien expuestas son también las mías. Acabo de salir de la bañera donde he estado leyendo un par de capítulos de Los demonios de Dostoievski, en formato papel. ¿Qué he sentido leyendo? Una sensación de entrar en un prodigioso juego de personajes múltiples que hablan y hablan con escasa y nula acción. Y que a la vez revelan tantas perspectivas como personajes bullen. Comprender esto me ha llenado de satisfacción esperando entrar en el corazón de la novela que todavía no ha llegado. La literatura es un juego de imaginación y de alarde compositivo, y comprender parte de ese juego le transporta al lector lejos de la cotidianidad y de la barbarie de cada día. Hoy leía en un bar en la barra y con mi lectura se emparejaba una discusión en voz alta sobre la existencia o no de Dios por parte de dos contertulios y los camareros. He intentado aislarme pero la conversación no dejaba de tener interés dostoievskiano.

      Uno los viajes que he hecho en mi vida en solitario con las lecturas que tuve en ese momento, de modo que se entrelazan. En Ibiza en 1977 leí El sueño de los héroes de Bioy Casares y recuerdo mis lecturas en un rompeolas en la ciudad de Ibiza. Trabajaba yo como peón de albañil en una discoteca que se estaba construyendo. Había dejado en quinto de carrera el curso y me fui a Ibiza a trabajar, a leer y a escribir durante dos meses, hasta que decidí que ya era hora de volver a la realidad de mi carrera de Filología que siempre entendí como la unión entre literatura y existencia. Supongo que es lo que más me atrae de la literatura y de todo tipo de lectura: ¿qué parte incorporo a mi cosmovisión personal? ¿qué aprendo?

      Echo en falta mis clases de literatura sobre todo en bachillerato. A veces me sueño en medio de aquellas clases apasionantes que a veces impartí a lo largo de mis años como profesor. Cada cual es cada cual...

      Saludos.

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  5. Que maravilla una biblioteca así!!! Yo no tengo tantos, tengo muchos para lo que suele ser habitual hoy en día pero no tantos. Últimamente, además, leo sobretodo en digital y eso ha hecho que la biblioteca se mantenga en unas dimensiones razonables para no desbordar estancias. Aun así creo que hoy en día me compro más libros físicos que nunca. Pero no suelen ser tanto libros de literatura como de otros géneros. Libros de naturaleza, viajes, arte y sobretodo fotolibros que es un apartado que conservo con especial cariño. En estos momentos las fluctuaciones lectoras que han tenido a lo largo de su vida mis dos hijos está en un punto en que ambos dos parecen estar en una dinámica de lectura diaria. Eso sí, creo que para la inmensa mayoría de jovenes, los que leen, que no son muchos, lo que leen se reduce a literatura bastante sencilla o, al menos, de no demasiado peso literario. Sagas como Harry Potter, fantasía, ciencia ficción. A mi hijo mayor le he ido introduciendo en generos como la novela negra para diversificarle un poco las lecturas y la verdad es que le gustó mis propuestas. Y eso sí, a los jovenes, aunque parezca mentira, les encanta el libro físico, nada de libro digital, ni de libro de la biblioteca (craso error), son verdaderos coleccionistas. Seguramente porque al no leer tanto no tienen los problemas que acarrea ser adolescente deborador de libros. Un abrazo.

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    1. Me alegro de lo que escribes, especialmente lo que se refiere a tus hijos que siguen tu senda lectora. A su edad, como he dicho, leía mucho Verne, Enid Blyton, Emilio Salgari, Karl May, novelas del oeste y policiacas de baratillo, tebeos de El capitán Trueno y El Jabato... La cosa es desarrollar ese hábito y mejor que mejor que Martí tenga un mentor que le introduzca en géneros como la novela negra. Yo no tuve mentores, aunque cogía los libros de historia de mi padre y los devoraba -así leí crónicas formidables sobre la Segunda Guerra Mundial-.

      Y sí, es cierto que a los jóvenes les encanta el coleccionismo, y el libro físico tiene encanto a diferencia del digital. Recuerdo el cariño con que atesoraba mis colecciones de libros, era para mí un orgullo verlos juntos por colores, por ediciones, por temas...

      Últimamente, procuro rescatar libros olvidados de mi biblioteca. Hay una palabra japonesa que designa esa pasión por comprar libros para leerlos alguna vez, "Tsundoku". Y así me leo un libro que compré hace cuarenta o treinta o veinte años. Me produce un placer especial.

      A mi sobrino gallego le regalo libros pero no suelo acertar. Le regalé varios de una saga de Brandon Sanderson, pero no los leyó, ni Dune de Frank Herbert. En fin.

      Un abrazo, José Antonio.

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    2. Sanderson es mi autor preferido de Fantasía, si tiene la edad suficiente para tragarse sus tochos, y no le gusta, es que directamente no lo gusta el genero. Eso sí, no todo el mundo está preparado para leerse las 1200 páginas que tienen los libros de sus sagas principales. Eso si, tiene sagas más asequibles en las que los libros no son tan ambiciosos.

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    3. Tiene diecinueve años. Le regalé dos de Nacidos de la bruma: El imperio final y El pozo de la ascensión... Esperaba con gran ilusión que me diera su opinión al año siguiente cuando lo volví a ver, pero rápidamente me di cuenta de que no los había leído. Sin embargo, le encanta la serie de Juego de tronos de la que solo he leído el primero. Regalar libros no es una tarea fácil y suelo fallar.

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    4. Los jovenes que no son demasiado lectores, por lo que he visto, acaban leyendo mucho cosas que ha llegados a ellos a través de series o películas. Lo se por mi hijo que se hizo adicto a las películas de Harry Potter y a través de eso acabo leyendose toda la saga de libros lo cual me parece perfecto. El problemaes que, una vez acabada la saga, ha intercalado algún libro externo,pero pronto empezó a leerse de nuevo la saga de principio a fin.Me parece una perdida de tiempo total. Haber leído a lo mejor 50 libros en una vida y que una gran parte de los mismos sean una repetición de libros ya repetidos. En fin. A ver por donde tira.

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  6. Mi relación con los libros, no con los libros no, con la lectura, ha ido variando con el paso del tiempo. El libro por definición es " un conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen". Por lo tanto, mi musculación como persona que escribe la ha conformado la lectura. El libro no deja de ser un medio de sustento de la lectura. Antes del libro existieron otros materiales que soportaron la lectura y, en la actualidad, son otros formatos quienes la contienen. Será posible una biblioteca universal como soñara Borges, pero no como estaba en su cabeza. Comencé a comprar libros siendo un adolescente y así durante años, aunque en la última década apenas si sumé algún ejemplar más, pero adquirí algunos, sobre todo para regalar. Yo si bajo libros de Internet por varias razones, pero sobre todo por la desvergüenza del negocio editorial (del que poco beneficio repercute en los autores que a buen seguro cobran menos que los ejecutivos y consejeros de las grandes editoriales), también porque a mí me gusta (me lo puedo permitir) trabajar por amor al arte y mis últimas publicaciones son regalos (o cargas según se mire) que entrego a conocidos y amigos o quien se interese (con un mínimo vasallaje a Amazon porque no he encontrado otra alternativa para hacerlo). Y aunque en esto andemos distantes sí que nos une el amor a la lectura y a todos los mundos que posibilita y despliega. Un abrazo.

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    1. Entiendo tus razones y agradezco tus obsequios de libros que me han llegado con afecto y admiración hacia tus letras, Francisco. Un cálido abrazo.

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