miércoles, 29 de mayo de 2024

Los clásicos han muerto

Hace unos días hablaba con mi hija mayor -27 años- que es científica y trabaja en París sobre un espectáculo que iba a ver sobre Don Quijote, una versión que actualizaba al personaje literario. Le pregunté entonces si ella había leído El Quijote y me dijo que en el colegio pero de aquella manera. Entonces le pregunté si lo tenía entre los libros pendientes -ella es ávida lectora-, pero me dijo que ¡uf!. Con ese lenguaje antiguo que no hay quien lo entienda o siga... Y entonces me di cuenta de que ella es lectora, pero esencialmente de obras actuales, con un lenguaje de nuestro tiempo, y que no ha leído libros fuera de nuestro registro temporal presente. Y fui consciente de que esto es algo generalizado. El único lenguaje que se entiende es el esencialmente denotativo, sin demasiado estilo, y que tiende a explicar todo. Los libros del pasado, incluso de un pasado no demasiado lejano, se convierten en opacos para los lectores jóvenes -y no tan jóvenes-.

 

He sido profesor de literatura muchos años y durante buena parte de mi experiencia como docente hice leer a mis alumnos de dieciséis y diecisiete años libros como El Lazarillo, La Celestina, El cantar de Mío Cid, El libro de buen amor, obras de Lope y Calderón, La lozana andaluza... sin que eso supusiera un problema esencial. Me refiero en los años ochenta y noventa cuando existía el antiguo BUP. El lenguaje de los clásicos no era un problema para poder disfrutar, con la adecuada aportación del profesor, de su lectura. 

 

Mi hija nació en 1997 y ya vivió en su adolescencia el mundo de los móviles inteligentes -se salvó en su niñez de ellos-. Pienso que esto fue un proceso general. La tecnología se ha impuesto como realidad existencial y ha desarrollado un lenguaje concreto muy simple, puramente explicativo, apoyado en emoticonos y avatares que evitan el recurso a la sutileza y el estilo. No se soportan registros complejos en cuanto a estructura de composición. Todo tiene que ser explícito y directo, además de esencialmente rápido. Y yo diría que transparente, no se admite la ambigüedad que incite a la perspicacia del lector para desentrañar el mensaje. Y, en tal caso, la literatura del pasado se hace ilegible tanto por el estilo como por los temas y tratamientos. Y todo se juzga estilística y moralmente desde la perspectiva única de nuestro tiempo en una suerte de presentismo absoluto. El mundo del pasado, que respondió a circunstancias diferentes del nuestro, se siente como ajeno y se lo juzga como lento, complicado, aburrido, además de machista, clasista y racista. Y deja de interesar a los lectores jóvenes que lo ven totalmente diferente del tiempo de vibración de un presente absoluto. Nos hemos distanciado en todos los sentidos de obras clásicas que resultan totalmente inabordables y anticuadas. 

 

El criterio que se impone a todas luces es de que una obra no debe ser aburrida y tiene que ser clara y sin florituras estilísticas que nos distancien de un mensaje que también debe ser de nuestro tiempo, que responda a nuestras coordenadas vitales. 

 

Los clásicos y la literatura de más de veinte años -y aun soy generoso- está alejada de los gustos actuales y no se lee por parte de lectores jóvenes -piénsese que me refiero a los que precisamente leen y no a los que no leen nada que es lo más común-. 

 

Paralela y sorprendentemente, se da el fenómeno de que se publican más libros que nunca por medio de autopublicaciones, se utilizan los blogs como recurso expresivo, y hay plataformas como Wattpad, Scrivener, IA Writer, Ulysses..., que son utilizadas por creadores para dar forma a sus relatos de forma mayoritaria con un lenguaje actual y con referentes éticos, morales y de género que corresponden a lo que hoy se ha impuesto. 

 

Son numerosos los talleres de escritura para escritores noveles que desean escribir su propia novela, aunque no sé si con una buena base de lecturas formativas. Me da la impresión de que no. 

 

En conclusión, vivimos una realidad de aristas complementarias. Se lee poco, lo que se lee es rabiosamente actual, y por parte de muchos se intentan escribir narraciones o poemas en las redes sociales y plataformas citadas que se ofrecen a los lectores que desconocen las reglas básicas de la composición escrita fijadas por los clásicos. El mundo del pasado es un muermo lleno de aburrimiento por su fijación estilística y sus temas anticuados. Ahora se impone que hay que explicarlo todo y de forma transparente. 

 

¿Leer El Quijote o La vida es sueño o La Regenta o Luces de bohemia?

 

Ni los más viejos del lugar ya lo intentan. 

25 comentarios:

  1. Siempre me ha generado muchas dudas el tipo de lecturas que tuvimos de jóvenes. No sé si leer ciertos "clásicos", no habrá provocado la huida de futuros lectores, el Quijote, la Regenta.. sí, son obras maestras, pero a la edad que tuve que leerlas no dejaron un poso en mi... eso abre otro debate sobre si es mejor leer cualquier cosa, o si para leer cualquier cosa es mejor no leer.

    No tengo una opinión muy formada sobre eso, la verdad.

    Lo que si he comprobado muchas veces es que hemos perdido la capacidad de atención. El poder diseccionar un texto complejo para atrapar la esencia, ahora todo es rápido, descripciones directas,un diálogo y a seguir avanzando... Eso ocurre a todos los niveles.

    No hace mucho le puse a un adolescente un juego de la consola, era un poco antiguo y tenía una introducción donde presentaban la historia y al personaje, dos minutos, nada más. El adolescente no pudo aguantar tanto "aburrimiento" y le dio a la X para empezar el juego cuanto antes. Nada más empezar se encuentra con el personaje, sin saber que ha ocurrido ni lo que tiene que hacer.. ¿ves?, le dije, todo eso se explicaba en la introducción. Su respuesta fue: "es que era un coñazo aguantar tantas explicaciones"

    Y así con todo

    :)

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    1. Yo fui profesor en los años ochenta y noventa y mis alumnos en institutos públicos eran capaces de seguir y asimilar obras complejas, y leímos clásicos con bastante éxito -creo que era hábil para ayudarles a enfrentarse a ellos-. Pero era un tiempo sin tecnología y cuando llegó esta, todo cambió porque, como dices, decayó totalmente -en todos- la capacidad de atención y de concentración. Las obras que habían entusiasmado a mis alumnos veinte años atrás eran inabordables y no las entendían, así que las editoriales se han lanzado a publicar títulos de obras ligeras con estructura a veces de videojuegos para intentar retenerlos en la lectura. Como bien intuyes, todo ha de ser rápido y sin introducciones. La buena literatura, en tal caso, es inabordable. De una novelita juvenil facilona no se llega a Shakespeare, aunque hay profesores que sostienen que no importa qué se lea. Afortunadamente, ya no tengo que enfrentarme al desagradable e ímprobo problema de cómo motivar la lectura. Lo tuve muchos años y lo pasaba muy mal. Ahora en institutos hay espacios para la lectura de carácter libre y los chavales se traen periódicos deportivos, coranes, y todo tipo de textos nada literarios pero la administración cree que dichos espacios animan el hábito de la lectura. Yo he visto a alumnos de dieciséis años leer a Sartre y a Samuel Beckett, además de Margueritte Duras, entre otros muchos autores de gran complejidad. Pero esto era otro tiempo, no este. ;-)

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  2. A mí la literatura actual en general no me dice nada. Ahora leo clásicos ingleses. Un beso

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    1. No hay que desdeñar tampoco la literatura actual, depende de lo que se lea. Hay cosas buenas y muy buenas. Pero los lectores han cambiado profundamente y sus motivaciones son muy diferentes a las del pasado. Se puede decir que la sociedad se ha hecho mucho más superficial y epidérmica.

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  3. He leído la respuesta de Beauséant y comparto una parte de ella: hemos perdido la capacidad de atención.

    Dicen los entendidos que la capacidad de concentración de los estudiantes adolescente, en general, no llega a dos minutos seguidos, cuando hace una generación superaba la media hora.

    Esto, que parece una perogullada, nos viene a decir que las generaciones, a medida que va pasando el tiempo, necesitan las cosas más masticadas, porque no pueden digerirlas, algo así como cortar los trozos de carne en porciones muy pequeñitas para que los jugos gástricos puedan con ella.

    Comprar un TBO te obligaba a leer, porque página de la 13 Rue del Percebe estaba llena de personajes, y cargada de "bocadillos", y lo que te/nos sabia mal, era que se acabara tan pronto. Hoy un "manga" lo que está es repleto de imágenes en "movimiento" hiper sexualizadas con unos mínimo diálogos porque no son aceptads por los potenciales clientes.

    Tengo setenta y un años, y no pude acabar las aventuras de Alonso Quijano hasta los cuarenta y uno. Diferente me fue, todo hay que decirlo, con Calderón, que me entró mucho más joven.

    Hay que decir, que en el ingreso al Bachillerato, a mis nueve años y medio, ya se hacían análisis de texto de una obra "española", a mi me tocó Espronceda y una poesía suya, y que en los seís años que duraba el mismo (cuatro elemental y dos, el superior) estabas obligado a leer obras del Siglo de Oro. De tal manera que si algo me motivó a la Filosofía fue el libro de texto "Curso de Filosofía" por Joaquin Carreras Artau, Ed. Alma Mater, que era el obligado en el 6º de Bachillerato, al menos en donde lo cursaba, y fíjate, del que ahora estoy viendo, porque jamás lo he abandonado, que fue aprobado el 20 de julio de 1968 a vender como precio autorizado por 72 pesetas.

    El mundo pasado es un muermo. No lo sé, no discutiré esa afirmación, sé que de aquel mundo aprendí muchas cosas, que las cosas sólo se alcanzan con capacidad de sacrificio, y que no hay nada fácil, ni lo ha habido, ni lo habrá. Que vivir es sencillo, pero lo hacemos complejo, y que estamos de pasada, y por lo tanto, que es triste desaprovechar el tiempo abandonando los clásicos, por muy duros que nos pueda parecer, ¿por qué?, porque la historia se repite ciclicamente, y lo que le ha pasado a aquellos protagonistas, lo veremos pasar por nuestra vida.

    No te enfades, ni te lo tomes a pecho. Es otra manera de ver la vida, de enfocarla. Esto ha dado un cambio radical.¡, y ya no hay quien lo pare.
    Un abrazo
    Salut

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    1. Mi afirmación de que el mundo pasado es un muermo era irónica, no lo pienso así por supuesto, pero sí que lo piensan muchos que evitan enfrentarse a libros de otro tiempo, por razones también respetables. Y no me enfado, quia, no me enfado ni una pizca. Ya lo pasé mal cuando era profesor y tenía que recomendar libros ligeros de aventura -pésimos- para que leyeran algo. Algo se rebelaba en mi interior. No soy de los que piensan que la cosa es que lean. No me enfado, que cada uno haga de su capa un sayo. Yo sé lo que leo yo -e intento enterarme de lo que leen mis hijas- pero fuera de eso, me la trae al pairo. Hay buenos libros a disposición de quien quiera abordarlos. Aun hay un pequeño porcentaje de la población -salvajes- a los que les atraen los clásicos, por ellos. En el mundo de Mad Max y de Furiosa no hay espacio para la literatura ni para los libros en general. Pero fíjate en el fenómeno de Taylor Swift que actúan hoy y mañana en el Bernabeu. Las letras de sus canciones son estudiadas en universidades americanas y otros países como textos extraordinariamente literarios. Cuando me enteré, me sorprendí y busqué letras de sus canciones traducidas al español. Es un fenómeno de escala planetaria por la cantidad de personas que mueve y el dinero que hay alrededor. Un abrazo.

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    2. Joselu, buen amigo, aquí un listado de como va la cosa de la masa, en referencia a la cantante en cuestión, y como domina el sistema, cada vez con mejores métodos el mantener la atención sobre los "influencers", porque esta lo es, no lo olvidemos, que ya se posicionó por el actual presidente americano y le hizo subir un 8% el índice de popularidad; indudable que has leído alguno, pero estos los tengo apartados en la biblioteca de casa, que es pequeña pero suculenta, porque siempre abro alguno para darle una ojeada, y son los que más o menos, enfocan lo que está pasando con la masa y el dominio de esta por parte, insisto, del sistema:
      Psicología de las masas, Gustave Le Bon
      Mi gran religión, Nietzsche
      La rebelión de las masas, Ortega
      1984, Orwell
      Masa y poder, Canetti
      Los intelectuales y las masas, J. Carey
      El imperio de lo efímero, Lipovetsky
      Propaganda, E. Bernays
      El desprecio de las masas, Sloterdijk

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    3. Conocía esta lista de otras veces que la habías citado. He leído El imperio de lo efímero hace un par de años. Masa y poder lo tengo pendiente. 1984 es un clásico incombustible. La rebelión de las masas, lo leí en mis años de carrera. No obstante, me produce enorme curiosidad este fenómeno de los swifties que se visten con outfits adecuados, se saben sus canciones y compran los productos de su merchandising, además de pagar altas cantidades por localidades para verla en directo y sentir un subidón de adrenalina que luego acaba en depresión cuando termina el concierto. Los precedentes de este fenómeno son débiles comparado con lo que Swift mueve a todos los niveles. Muchas gracias por esta lista tan sugerente.

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  4. Hola, tienes razón, no se lee ya nada clásico. Yo soy profe de literatura también y no suelo mandar clásicos, la verdad, de todos modos yo doy clase en adultos y aquí todavía más difícil que lean algo clásico, prefiero que se animen a leer y es cierto que lo clásico no suele crear gustos lectores (por desgracia). Recuerdo que a mí me mandaron, en su día, La Celestina, y no me gustó nada, después, ya en la carrera volví a leerla y me encantó, hoy es uno de mis libros favoritos. En el Instituto, con 17 años, no fui capaz de sacarle el potencial que tenía...
    Por suerte, ahí está la literatura clásica y siempre se puede recurrir a ella pues no nos va a faltar. Disfrutemos de la lectura, ya sea clásico o actual.
    Buena entrada.
    Un abrazo. :)

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    1. Fui profesor en el antiguo BUP bastantes años y La Celestina era un libro maravilloso para abordar con alumnos de diecisiete años. Utilizaba artes escénicas para motivar. Les hacía leer a los diferentes personajes con acentos marcados -andaluz, mexicano, ruso- y se tronchaban de risa con Pármeno y Sempronio, y con el delicado Calisto y la núbil Melibea. Y qué decir de la vieja Celestina. Jugar con la voz es una estrategia de lectura muy poderosa. Y recuerdo que la escena en que Melibea se arroja desde la torre delante de su padre, hacía que una alumna se subiera a la mesa del profesor y encima de una silla, y desde allí lanzaba su queja al mundo ante el pasmo de los alumnos que no se perdían un ápice del parlamento de la mujer de Calisto, hombre que muere ridículamente con los sesos esparcidos por el suelo. Sin embargo, esto era posible en un mundo educativo diferente del actual, cuando los alumnos tenían capacidad de atención y de autocontrol, y no estaban absorbidos por las pantallas adictivas. Claro que era posible hacer gustosos los clásicos, depende de cómo lo hicieras y yo no desdeñé ningun sistema por tramposo que fuera para lograrlo. Sé que algunos de mis alumnos nunca olvidarán las coplas de Jorge Manrique y sé lo que tuve que hacer para conseguirlo. Pero ahora no es posible, tienes razón. En todo caso, es interesante eso de clases para adultos. Nunca lo experimenté. Todos hemos cambiado y antes la literatura, la buena literatura, era capaz de operar cambios profundos en la personalidad de los lectores jóvenes. Yo lo he vivido, y por eso sufrí la evolución posterior en que la literatura dejó de tener ese hechizo para las mentes juveniles. Un abrazo, Merche, y gracias por tu intervención.

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  5. Se ha impuesto el mensaje corto, se evitan las oraciones subordinadas. La metáfora y la ironía parece que estén proscritas.
    Soy lector de los clásicos, especialmente la literatura grecolatina y los autores de la Ilustración. De la literatura actual sólo me interesan algunos ensayos y algo de poesía, nada de la literatura actual de ficción.
    Conozco el nivel de los estudiantes que van llegando a la universidad y constato, en general, una enorme pobreza de vocabulario. A esto añado una incapacidad de atención muy preocupante que me parece que es consecuencia de aquella falta de lecturas más o menos reflexivas que nos ofrece la literatura clásica y sobre todo, la distracción provocada por las pantallitas.
    Estoy de acuerdo con lo que dices y comparto la opinión de "Tot Barcelona"
    Saludos.

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    1. Los jóvenes son hijos de su tiempo, como lo hemos sido todos. Han nacido en una civilización tecnológica en que se ha empobrecido el lenguaje y la capacidad expresiva, además de afectar gravemente a la concentración. Yo mismo, que soy de otra generación muy anterior a ellos me veo no muy lejos de los mismos males. Las pantallas han modificado nuestro modo de estar en el mundo y eso es inevitable. Siento nostalgia por un tiempo anterior a este sin ellas. Mis alumnos eran más imaginativos y sabían expresarse con soltura explicando sus puntos de vista. Yo he vivido en los institutos públicos esa mutación paralela a la destrucción de un sistema de enseñanza basado en el esfuerzo para pasar a un sistema fundamentado en la diversión que debe evitar todo lo que sea aburrido, lento o pesado. Los maestros que salen de las facultades no han leído un libro en la carrera -nadie se lo ha pedido- y han sido formados en pedagogías progresistas de género, integración e igualdad, pero nada que ver con el conocimiento o el esfuerzo. No sé si esto tiene solución, pienso que no. Los viejos profesores se han jubilado y las escuelas son lugares de relación y diversión. Hay lecturitas, nada agobiantes para que los chavales no se sientan presionados o tristes. Todo conduce a que sean más frágiles psicológicamente y la mayoría van al psicólogo. Este es el tiempo que estamos viviendo, y en él las lecturas complejas no corresponden porque son incomprensibles y debilitadoras porque generan distancia y aburrimiento. Saludos.

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  6. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. Yo tampoco soy un gran lector de clásicos, alguno a caído y se que cada vez, a mi edad, me iré atreviendo más. Eso sí, me reconozco la capacidad de leerlos con interés y de disfrutar de ellos si es el caso. Pero ciertamente a las nuevas generaciones les quedan grande los clásicos. Para los jóvenes que me rodean, sus referentes literarios son el anime, la nueva novela romántica adolescente, las canciones de Taylor Swift (dios!!!, no me hables de esto, como la sufro con alguna compañera de trabajo!!!) y poco más. Leen 3 libros al año y se consideran mega lectores. Es absolutamente lamentable. Y además desprecian todo lo antiguo y que les vengan ademán con argumentos como los que tu presentas. Me dicen que no tengo ni puta idea. Que mi mente no está preparada para entender su mundo complejo de emojis y memes, de palabrejas en Inglés para cualquier cosa. El mundo se acaba Joselu. El mundo como lo conocemos se acaba. Y lo que quedará es una sociedad aún más tonta que lo que leíamos en los clásicos de fantasía utópica que leíamos de jóvenes y que nuestros jóvenes ya no leen. Un abrazo Joselu.

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    1. Es cierto, el mundo, como lo conocemos, se acaba. Cuando muere algún escritor o intelectual que admiro y que representa una visión compleja y haumanista, me doy cuenta de que eran los últimos resistentes ante una marea implacable de tecnología, adocenamiento y banalidad que es la esencia de lo que es ahora. El hijo de una amiga ha estudiado para maestro en Barcelona, y en la carrera no les han hecho leer ni un solo libro, ni uno. Mucha ideología de género, igualitarismo y antirracismo pero ni un solo libro. La riqueza literaria de los clásicos -se entiende como "clásico" obras que tienen más de treinta o cuarenta años -creo-. No hace falta irse a la Odisea. El presente lo es todo, y todo lo que no concuerde con la vibración de las tendencias de ahora, es despreciado. Tú conoces mejor dichas tendencias que nos mencionas -el anime la novela romántica adolescente...-. En cuanto a Taylor Swift, he leído artículos sobre ella. Te copio un fragmento de uno de ellos: "Varias decenas de universidades de todo el mundo incluyen en sus programas cursos o seminarios sobre la cantante, compositora y empresaria. Betsy Winakur Tontiplaphol, doctora en Literatura, está especializada en los poetas románticos del siglo XIX: "Por eso me interesé por sus canciones", explica por videoconferencia, "tienen una conexión muy fuerte con William Wordsworth o Samuel Taylor Coleridge, que fueron los primeros escritores que transformaron la poesía en un medio mucho más individualista y autobiográfico y que enfatizaban sus sentimientos, experiencias y recuerdos, como hace ella"..

      En alguna forma siento haber dejado de ser profesor porque ello me ha hecho perder la conexión con las nuevas generaciones. Tuve un final muy bueno y eso es lo mejor que pudo haber pasado. Intenté llevar un diálogo basado en la inteligencia con ellos, espero que en alguno haya fructificado.

      Un fuerte abrazo, José Antonio.

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  7. Lo más fascinante de la Celestina, es el destino que no es de un azar ciego, sino dictado por la providencia que castiga a unos amantes impuros. Ese viaje frustrado a la modernidad por ese castigo divino. Con el Cantar del Mío Cid y sentía el oprobio de las hijas del héroe castellano por parte de los Infantes de Carrión como propio. Un imaginario adolescente que sin los clásicos, no habría sido el mismo,Joselu. Un fenómeno a tener en cuenta, son las relecturas, concepto que suena más liviano que el de censura, su verdadero cometido, gran Joselu. Así asistimos a auténticas ucronías y anacronismos en los que el Cid es revisado con un tamiz de género. Dentro de poco proferirá el elle para ser un Cid que aterrice en el siglo XXI. Recuerdo ese escritor que a modo de protesta escribió recién estrenada la centuria, hizo unas revisiones de los cuentos clásicos y los reescribio con lenguaje inclusivo. Se quedó corto en este concurso de estulticia.

    A mí los clásicos, incluyo los modernos, me han dejado un poso imborrable.Me han empujado a soñar, nada de casmodia. A veces, me conmisero de las nuevas generaciones que leen auténticos bodrios con personajes tan prescindibles como efímeros de la talla de Rita y otros empoderamientos. Evitan el pensamiento crítico. Es verdad que algunas novelas, sin la madurez necesaria pueden alojar seres extraños por lo inexplicables que son sus comportamientos a los ojos de un adolescente. Me pasó al releer Coronación o Las confesiones de Félix Krull, Joselu. Comprendí la inmensa psicología que subyacía en sus protagonistas. La frustración, el dolor de la vida, que con la ingenuidad de un infante, son mundos paralelos, que no se tocan. Un saludo, Joselu, ésta vez sí permíteme decirte maestro.

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    1. Dejé de ser profesor en 2016. La historia de la literatura era en bachillerato una opción de muy pocos estudiantes por lo anecdótica que es en el currículo. Tenía unos diez o doce alumnos a los que les preguntaba al principio de curso sobre sus preferencias lectoras y prácticamente todos me respondían que no les gustaba leer, y ese era el panorama al que me tenía que enfrentar a lo largo de ocho meses de curso. Lo intentaba todo y las clases no eran insustanciales pero raramente conseguí que alguno se interesara por la literatura. Me imponían las lecturas y yo tenía que orientar en la lectura de El Quijote una serie de capítulos seleccionados. No conseguí que ninguno se interesara por la novela que asumían con un aburrimiento absoluto. Solo hubo una alumna que se orientó a estudiar filología, no sé por qué, y me pasó algún trabajo de universidad en que comparaba alguna obra clásica con series de la televisión, escribe poemas sobre el género no binario. Yo me lo pasaba bien porque utilizaba cualquier recurso para apelar a su interés, pero era totalmente inútil. Odiaban la lectura. Esto contrasta con mi experiencia de los años ochenta y noventa, como he contado, cuando la literatura era un arma para fomentar la rebeldía de los alumnos. La gran paradoja es que los alumnos tienen ahora a profesores a los que tampoco les gusta leer, mientras se hace un mantra de la bondad de la lectura, y que nadie se cree. Un saludo, Sergio.

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  8. Buenos días, como sabes, yo comencé a leer en serio cuando me quede sin dinero. He leído el Quijote tres veces porque me gusta, porque aprendo y porque tiene algún pasaje que me "parto" de risa. Comparto desde mi ignorancia tu visión del tema y añadiría que es también un problema de "visión", ven un libro gordo y les asusta. La gente quiere slogans fácil para repetir y a pocos les interesa memorizar e intentar comprender. Yo me aprendí de memoria los pedazos en Latín del Nombre de la Rosa, me gusta aprender de memoria cosas como los datos técnicos de los camiones, muchos teléfonos y esas cosas que parecen estupidas y quizas lo sean pero temo el apagón más que otras desgracias, por eso compro en papel y me imagino en un mundo en apocalipsis leyendo en mi casa a la luz de velas. Solo me quejo de falta de tiempo para leer más, para saber más, para aprender nuevas cosas. De hecho me he apuntado para vender camiones eléctricos y estoy empollando sobre la materia, que para mi es un nuevo desafío.
    Sin la base que me dio la lectura de textos con lenguajes complejos mi mente, creo, no estaría preparada para asimilar nuevas cosas, ni para comprender como se mueve el Ser Humano, esa maquinaria tan compleja que definió muy bien en Zorba el Griego: "Qué extraña máquina es el hombre! Usted le mete pan, vino, pescado y rábanos, y salen suspiros, risas y sueños".
    Leer ayuda a comprender y a digerir la realidad desde la comprensión.
    Un saludo.
    P.D. No eh podido venir antes, ando liado parano hacer nada.

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    1. No te creas que los tochos asustan. Entre el sector joven que lee -tal vez minoritario- hay géneros que se engloban dentro de lector joven-adulto en que hay novelones de muchas páginas. Los libros de fantaciencia, románticos, de la brujería y la espada tienen lectores que no temen la longitud de los textos. Sin embargo, estos lectores no leerían textos con cuarenta años de antigüedad porque les parecerían anacrónicos y anticuados porque su lenguaje y sus temas no son actuales. Es a esto a lo que me refería. Hay un sector joven-adulto que lee pero no libros que consideren antiguos. Ando leyendo el libro Los pueblos de Azorín fechado hacia 1904 y el lector tiene que hacer un esfuerzo para adaptarse a un tiempo que no es el nuestro en cuanto a referencias históricas, lenguaje y estilo. Esta adaptación es la que resulta muy difícil, si no indeseable para los jóvenes lectores. Y leer El Quijote no está dentro de sus expectativas aunque sean lectores. Hay un lenguaje y estilo de época que impide abordar obras del pasado porque resultan incomprensibles.

      Memorizar es un ejercicio excelente. Cuando era niño, me tuve que aprender de memoria el catecismo de más de sesenta páginas para hacer la primera comunión a los seis años. Ello suponía saber leer con fluidez, comprenderlo más o menos y ser capaz de memorizarlo. Hoy resulta prodigioso. Se ha criticado mucho la enseñanza memorística pero pienso que ello es un error. Los judíos se educan en la memorización de la Torah y el Talmud desde niños y ello ayuda a que, unido a su inteligencia natural, sean con diferencia los que más premios Nobel hayan ganado. Era un pueblo en que todos sabían leer a diferencia de los cristianos que no eran letrados en su inmensa mayoría. Un saludo.

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  9. Me sale una sonrisa al leerte. Todo esto que planteas tiene que ver con un mundo cambiante y veloz que nos ha transformado. Ha cambiado y está remodelando el comportamiento de nuestro cerebro.

    En cuarenta años el mundo o la forma de actuar en él ha variado de forma radical. Nada tienen que ver los ochenta con los días actuales, porque el mundo no era tan vertiginoso como lo es ahora.

    Planteas varios puntos interesantes sobre la naturaleza cambiante de la lectura y la escritura en la era digital. Es cierto que la tecnología ha alterado significativamente nuestros hábitos de comunicación, y el énfasis en la brevedad y la claridad se ha convertido en una tendencia dominante. Sin embargo, es importante considerar el contexto más amplio de este cambio.

    Entiendo que el declive del interés por la literatura clásica no solo es atribuible únicamente a la tecnología. Otros factores, como los cambios en los currículos educativos o la creciente popularidad de los medios visuales, también han desempeñado su influencia, por no hablar de los intereses del negocio editorial.


    Llevo veinte años seguidos escribiendo un blog que se distingue por lo que tú has diagnosticado como “una obra no debe ser aburrida y tiene que ser clara y sin florituras estilísticas que nos distancien de un mensaje que también debe ser de nuestro tiempo, que responda a nuestras coordenadas vitales”, y no escribo así por una moda, más bien creo que es porque voy subido en el vértigo de estos tiempos. De hecho, recuerdo que en una huelga de penenes ocurrida en los setenta pedí a mis compañeros que jugaran a formar frases que después anotaba en una libreta.

    Cuando me encuentro con alguien a quien he regalado alguna de las últimas publicaciones, me suelen referir que les va bien leer aforismos o relatos cortos porque lo pueden hacer cuando disponen de tiempo.

    También tuve un profesor como tú que me hizo leer a los clásicos pero a ellos tuve que volver más tarde para poder disfrutarlos y entenderlos, no todos, pero sí algunos, porque en la juventud no terminaba de asimilarlos.

    Son otros tiempos, son otras lecturas y, llegado a este punto, me acuerdo del decálogo del lector de Daniel Pennac.

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    1. [img]https://www.albaeditorial.es/wp-content/uploads/2020/10/9788490651704-las-alas-de-la-paloma-alba-editorial.jpg[/img]

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  10. Meritorio esfuerzo el de leer la novela de James y, como sabemos, a todo esfuerzo le corresponde una recompensa que en tu caso es sentirte "orgulloso de haber culminado la lectura". Un esfuerzo de concentración y perseverancia, pero también una inversión de tiempo que, a ti, siendo un tenaz y adiestrado lector, te habrá supuesto en horas. Imagina a quien, sin tu entrenamiento lector, con las muchas distracciones del mundo actual y con escaso tiempo, le pones la novela de James delante.
    Mientras entrenaba hace unas semanas en el gimnasio alguien, de manera inconsciente, refirió una imagen que me evocó a George Samsa. Cité entonces la obra de Kafka y el monitor (un joven licenciado en INEF y con una cierta conciencia de la realidad) que estaba con nosotros me dijo que no lo había leído. Le mandé el texto y un audio de la obra (por si no quería hacer el esfuerzo de leer) y tras su lectura se interesó por aspectos de la misma. Si le hubiera mandado 'Las alas de la paloma', el resultado hubiera sido otro diferente, porque igual que hay estilos distintos de escritura, existe una polifonía de lectores en distintos niveles.
    El esfuerzo, en estos tiempos, para mí, no es leer o no leer obras extensas o clásicas, folletines o narraciones de baja calidad literaria con de ideas peregrinas o, como señalas, romances, novelas sobre amistad tipo thriller, fantasía sencilla pero adictiva. Y los tan populares aforismos que parecen ser las señas de identidad de nuestro tiempo por lo difundidos que están por todas partes". No. El esfuerzo titánico es dedicar tiempo a la concentración en la lectura.

    Pienso que cada libro o estilo literario tiene que encontrar a su lector y la literatura actual (también en otros tiempos, pero no de manera tan desmesurada como ahora) tiene sus modos y modas pero con mucha más confusión que anteriormente.

    No sé, igual algún día me da por ser oscuro y denso (Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa) y regalarme las palabras emboscadas en impenetrables o abstractos significados. Si estamos vivos, yo lo escribiré, y tú quizá lo leas. Un abrazo.

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    1. En el fondo me da igual qué lea la gente. Me interesan mis hijas, pero poco más. Cuando era profesor sí que tenía un compromiso con mis alumnos, que sintió su fracaso la mayor parte de las veces. A mis alumnos de literatura de bachillerato a ninguno le gustaba leer, ese era el panorama que me encontraba cada año. No me dio por remitirles el Quijote en audio y versión indie, y obtuve escasos por no decir nulos resultados. Era el signo de los tiempos, esos que consideras con tanta benevolencia. Yo no podía y me dejaba la piel para que las obras que me imponían las pruebas de selectividad tuvieran alguna repercusión. Tal vez si a aquellos alumnos en lugar de leer se les hubiera pedido otra cosa más liviana sin pasar por la tortura de los libros como por ejemplo alguna obra teatral con ideología de género y con reparto de preservativos, habríamos obtenido algún éxito para complacer su falta de concentración y de atención.

      Veo tu complacencia con los tiempos que estamos viviendo. Tus motivos tendrás, supongo que eres optimista y esperas que difundiendo audios de La transformación a tus compañeros de gimnasio, se avance un poco. A mí, como te digo, me da igual la deriva de la sociedad, aunque no me guste. Vives acomodándote en lo dado, y yo no puedo. Que la sociedad elija lo fácil, no es mi problema, que las autoridades políticas hayan dinamitado un sistema educativo y que hayan impuesto solamente uno para hacer felices a los alumnos -pobrecitos- no es mi problema, aunque fui parte de ello. A la escuela se va para ser feliz y hay que evitar todo esfuerzo que suponga un riesgo de infelicidad. Es lo que supone ser progresista. Ya Aldous Huxley escribió un libro que tiene por título, precisamente eso, una sociedad de imbéciles en que todos fueran felices, aunque nos falta el soma, una pena.
      Un abrazo.

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  11. Buenos días Joselu:
    Tenemos que admitir que cada época tiene sus momentos mágicos.El buen lector lee cualquier cosa y después tiene sus gustos particulares. Estamos en una momento de sobre saturación en todos los campos. Se vive rápido y en una sociedad que quiere ser eternamente joven.-Te cuento por encima para que veas que vamos de espaldas a la realidad: hace unos días tuve un tirón de cervicales una mala postura y tuve que ir al fisio: el fisio comentaba que habían pasado un montón de profesores con la misma patología y que eso es debido a la cantidad de horas redactando informes y que eso produce un estrés terrible.Dime a mí quien después de redactar tantos informes puede impartir una clase con buen humor, y no hay peor cosa que un profesor estresado y no solo profesor , cualquier profesión que se tome en serio.Imparto Bachillerato de Arte y la inmensa mayoría quieren ser Escenógrafos, se piensan que es montar una tienda de campaña y actuar...
    Pues mi señor padre se casó en una edad que ya tenía mucho rodaje profesional como facultativo y el Quijote en casa se leía como terapia porque el nos explicaba en significado de ese lenguaje de español medieval.
    Mis hijas les ha pasado lo mísmo que a la tuya, han pasado sus estudios con otros escritores y salvo una de ellas que ha heredado el amor por la poesía como mi madre y una de mís hermanas.
    A mi me gusta leer y sobre todo las reflexiones que se pueden leer en los blogs por eso me encanta leerte porque son entradas que te ayudan a reflexionar será que me empalaga sobre manera edulcorar las cosas...
    Un abrazo y un tranquilo finde

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    1. Recuerdo que en un sistema educativo muy antiguo, anterior al BUP y el COU en el que estudié el bachillerato, había muchas cosas oscuras y profesores sádicos y crueles, pero teníamos como lectura una versión reducida de El Quijote en la que nos soltábamos a leer. El bachillerato se empezaba a los diez años y tenía seis años de duración. No vamos a comparar tiempos y sistemas pero aquella fue mi primera lectura de El Quijote, junto con sus ilustraciones clásicas. Pienso que aquello era bueno, en pleno franquismo y sus lacras.

      Es cierto que hay una saturación informativa -la mayor parte basura- que nos condiciona humana, social y políticamente para decirnos qué debemos ser o pensar. Vivimos rápido y sin dejar poso. Y esa ligereza líquida de nuestra civilización contemporánea nos impide la concentración y la atención necesarias para la lectura meditada. Y por supuesto, la tecnología que ha venido para hacernos la vida más fácil -dicen- pero que ha mutado nuestro cerebro. Yo reconozco que antes leía con más concentración y estaba varias horas leyendo en papel sin distraerme tanto como ahora que estoy pendiente del móvil, de los whatsapps, de los mensajes y comentarios. Hay una infinita distracción.

      ¡Ah, El Quijote no es lenguaje medieval! Es barroco, es una obra barroca en que se cuestiona el sentido de la realidad.

      Suerte con esas cervicales. Nadar es muy bueno.

      Un abrazo, Bertha.

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  12. Eso barroco tnes toda la razón

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