jueves, 9 de octubre de 2025

Nayib Bukele o el precio de la seguridad

El otro día en la carnicería de mi barrio estuve hablando con la empleada cuya nacionalidad es hondureña. Le pregunté, entre otras cosas, qué pensaba del presidente Nayib Bukele y me contestó que era enormemente admirado en Honduras y en Guatemala, países que sufren la violencia de las maras y los crímenes de estas son elevadísimos. Me dijo ella que querría un presidente como Bukele en su país. Me comentó que en la zona donde ella vivía de Hospitalet, la inseguridad y el descontrol se había adueñado de las calles, que, para ellos, inmigrantes que habían venido a trabajar, no era una buena cosa, que hacía falta mano dura con los que no vienen a trabajar. 

Se habla mucho de Nayib Bukele, presidente de El Salvador con el 85% de los votos y sin apenas oposición política. Ha pacificado la vida comunitaria, asolada endémicamente por las maras cuyas tasas de criminalidad eran las más altas del mundo. Desde 2022 y, tras vencer arrolladoramente en las elecciones, impuso, dado su dominio de la cámara legislativa, una ley marcial, una suerte de estado de excepción que ha propiciado la militarización del país y llevado a la cárcel a más de cien mil pandilleros que campaban a sus anchas en El Salvador. La mejora en la seguridad ciudadana ha sido espectacular: se puede salir a la calle sin miedo, pueden abrir negocios de venta al público y el turismo va a El Salvador sin miedo de ser asesinado. Todos parecen contentos, salvo por la situación de los derechos humanos, denunciado por la CIDH que expresa que El Salvador no respeta los derechos constitucionales básicos a la hora de detener a los sospechosos y que estos son encarcelados sin asistencia de letrado hasta los quince días de la detención y no son informados del motivo de la reclusión hasta pasadas dos semanas. Se han hecho redadas masivas solo por el aspecto físico -la mayoría de los miembros de las maras llevan tatuado todo su cuerpo- y el trato de los prisioneros ha sido preocupante. 

Hay una cárcel de máxima seguridad llamada CECOT donde se hacinan miles de pandilleros con condenas de por vida. Hay más de noventa por celda y apenas pueden ver la luz del sol. Las condiciones son infrahumanas. Hay otras veinte cárceles en el país donde hay miles de pandilleros más con condenas menos graves y que se intenta que se rehabiliten enseñándoles oficios en talleres donde trabajan gratuitamente. 

El 2% de la población del país está presa, con uno de los más altos grados de encarcelamiento del mundo en un país de seis millones de habitantes. Ciento veinte mil están presos. 

El clima en el país, se denuncia, es de miedo a la crítica por la concentración de poder de Nayib Bukele en los aparatos legislativo, ejecutivo y judicial. Defensores de los derechos humanos han tenido que exiliarse por poner en cuestión lo peligroso de la situación cuyas perspectivas son malas por el estado de excepción que se prorroga mes a mes y año a año. Algún especialista dice que lo que está pasando en El Salvador no es nuevo y que es abiertamente un sistema autoritario que exigirá la prolongación de Bukele en el gobierno sine die, y que los autoritarismos tienen un precio gravísimo para una democracia.

¿Qué opinas? ¿La seguridad ha de tener un alto precio a costa de los derechos humanos? ¿Piensas como mi carnicera que querría que se implantara en Honduras un sistema semejante aunque supusiera la militarización de la sociedad?

9 comentarios:

  1. La inseguridad y el miedo son el caldo de cultivo idóneo para que lleguen al poder los extremistas. La gente pide mano dura contra los delincuentes. Lo malo es que cuando un sistema autoritario se instala en un país y controla todos los resortes del poder, no hay defensa alguna frente a la arbitrariedad y los abusos. Y resulta casi imposible desalojarlos del poder.

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    1. Personalmente siento simpatía hacia la realidad política de El Salvador por obra de Bukele. Los salvadoreños lo han votado masivamente y tiene 54 de los 60 escaños de su parlamento. Sin embargo, no dejo de considerar el peligro a corto y a medio plazo de una privatización de los tres poderes sin contrapesos lo que puede construir una sociedad autoritaria sin ningún respeto a los DDHH. Si yo fuera salvadoreño seguro que querría seguridad para que no me chantajearan en mi negocio ni violaran ni mataran a mis hijas o a mí. Sin embargo, no es el primer presidente salvadoreño que habla de mano dura. Lo han intentado los tres presidentes anteriores pero ninguno ha logrado aunar a toda la sociedad para que lo apoye lo que ha hecho que los tres poderes de una democracia sean de Bukele. Malas perspectivas pero los salvadoreños pueden salir a la calle sin miedo. Se calcula que entre 189 y 200 presos han muerto en las cárceles en año y medio de estado de excepción por torturas o simplemente asesinados.

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  2. Estoy con la respuesta de Cayetano, pero haría una salvedad.
    Nosotros hemos tenido la fortuna de vivir una paz como no se había conocido nunca en España, jamás había durado cincuenta años seguidos, así, a la Guardia Civil, y aunque no nos gustara su uniforme porque imponía respeto, te daba seguridad, incluso en la carretera, el verlos significaba que estabas salvado. Pasa igual en esas circunstancias, ahora lo que le importa a un padre de familia es que no violen a su hija, ni se hijo se haga de una mara.. Y aquí no hay disyuntiva, JOSELU, la gente de bien quiere vivir en paz, y que no le asalten y le amenacen.
    Hipócrates, dijo aquello de: "a grandes males, grandes remedios", y para quien ha estado sufriendo el problema endémico , porque era endémico, en El Salvador, votará siempre Bukele.
    Hay que haber vivido aquello para que la gente hoy, vote esto.
    Un abrazo

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    1. Tienes razón, la buena gente, trabajadora y familiar ama a Bukele porque en los tres años en que se ha aplicado su sistema, el país ha cambiado radicalmente. Los que se quejan son personas que han sido acusadas y encarceladas siendo inocentes -hay bastantes y no hay garantías procesales-, las asociaciones de derechos humanos que defienden la presunción de inocencia o el habeas corpus, los que temen que este sistema de seguridad se convierta en un método de gobernanza y control político sin perspectivas de acabar algún día. La concentración de poder y el mesianismo traen malas experiencias históricamente... Pero si fuera salvadoreño, probablemente votaría a Bukele por las razones que das, aunque el futuro fuera peligroso. Ahora pueden respirar y salir a la calle sin que haya cada día decenas de muertos y reine la extorsión y el robo... Hay que saber, como bien dices, de dónde se viene, hay que haberlo vivido.

      Un abrazo, Miquel

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    2. Nos movemos, mi buen Joselu, entre el corazón y el cerebro. Es evidente que deseo elecciones participativas, y evidente que deseo que mi presidente sea electo entre otras posibilidades programáticas, pero hay un pero, que cuando se vive en un país estilo Haiti, Sudán, Etiopía o Somalia, no se vive.
      La disyuntiva es blanco o negro.
      Tú, los demás y yo sabemos una cosa, que si esto sigue así (me refiero a la paz con respecto lo de hace tres años) , dentro de treinta años, los que no han conocido la anarquía de las calles de El Salvador, votarán otra opción, porque como siempre, la gente quiere cambios, porque piensa que lo que tiene no es bastante (no me meto en sí es bueno o es malo), lo que digo es que las personas, todas quieren probar opciones nuevas, y será entonces, dentro de una generación larga, cuando la gente saldrá a la calle a pedir cambios democráticos.
      Pasó en España con Franco, pero pasó después de cincuenta años de paz, y pasará allí.
      Siempre ha sido igual.
      Lo importante es que hoy las chicas puedan salir a estudiar, a bailar, a tomarse un café sin miedo a las maras, todas identificadas porque todas se matriculan la piel, de ello que los puedan coger sin problemas, es lo que se llama "detenciones arbitrarias", pero es que son fácilmente identificables.
      Un abrazo

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    3. Es una buena perspectiva el pensar que tras esta generación, se pedirán cambios respecto al modelo de Bukele. Pero tiene que pasar una generación por lo menos. De momento, se puede decir que las ventajas son superiores a sus errores. De todas maneras, en Honduras, sobre todo, se está pidiendo un modelo parecido, aunque la diferencia entre la sociedad salvadoreña y hondureña es que en El Salvador hay mucho más ejército que en Honduras para llevar a cabo esta propuesta de excepción. Y no hay un líder populista que aúne a los hondureños para darle mayoría absoluta. Abrazo.

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  3. Creo que han salido ganando aunque el precio sea alto. Un beso

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    1. Así lo creo yo, el precio es alto pero las ganancias suponen la posibilidad de no ser asesinado por la MS-13 o la mara Barrio 18, dos organizaciones criminales que lideraban la violencia.

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  4. El , al menos,
    los combate,
    no como
    nuestro
    gobierno,
    que no hace
    sino alentar
    a perroflautas,
    un saludo.

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Nayib Bukele o el precio de la seguridad

El otro día en la carnicería de mi barrio estuve hablando con la empleada cuya nacionalidad es hondureña . Le pregunté, entre otras cosas, q...