Cuando pensamos en el mundo antiguo, la mente suele evocar imágenes de filósofos estoicos debatiendo sobre la virtud, matemáticos racionales trazando las leyes del cosmos y templos de mármol inmaculado bajo un sol sereno. Esta es la visión sobria y ordenada de la antigüedad que hemos heredado, una era definida por la lógica, la ley y la razón.
Sin embargo, esta percepción, aunque no del todo incorrecta, está incompleta. Bajo la superficie de la historia clásica yace un mundo mucho más profundo y complejo, uno en el que la experiencia humana no siempre estuvo guiada por la lógica. Investigaciones históricas y arqueológicas profundas revelan que los estados alterados de consciencia (EAC), a menudo inducidos por sustancias psicoactivas, no eran una actividad marginal, sino una parte fundamental e integrada de la vida antigua. Lejos de ser tabú, estas experiencias influyeron en la religión, el arte e incluso en la estrategia militar.
Este artículo destapará el velo de esta historia oculta para revelar cuatro de los ejemplos más sorprendentes e impactantes de cómo los estados alterados de consciencia dieron forma a las culturas de la antigüedad, desde los campos de batalla de Cartago hasta los oráculos sagrados de Grecia.
Guerra química ancestral: la estratagema de la mandrágora
Puede resultar sorprendente, pero el concepto de guerra química no es una invención moderna. Mucho antes de los gases tóxicos del siglo XX, los antiguos generales ya empleaban un sofisticado conocimiento de la farmacología vegetal para obtener ventajas tácticas en el campo de batalla, utilizando las propiedades de las plantas como un arma más en su arsenal.
El historiador Frontino, en su obra Stratagemas, detalla un ejemplo extraordinario protagonizado por Maharbal, un general cartaginés a las órdenes del legendario Aníbal. Enfrentado a una rebelión de tribus africanas, Maharbal ideó una estratagema brillante. Fingió una retirada apresurada, abandonando su campamento y dejando atrás una gran cantidad de vino deliberadamente mezclado con Mandrágora (mandrágora). Los rebeldes, al encontrar el campamento abandonado y el vino, celebraron su aparente victoria bebiendo abundantemente. La mandrágora, conocida por sus potentes efectos narcóticos, no tardó en hacer efecto, sumiendo a los perseguidores en un sueño tan profundo que yacían "como si estuvieran muertos" (velut defunctorum strati iacerent). Maharbal simplemente tuvo que regresar para capturar o aniquilar a un ejército completamente incapacitado.
Esta táctica revela mucho más que una simple artimaña; demuestra una comprensión aplicada de la farmacología como herramienta militar. Es un recordatorio impactante de que el conocimiento de las propiedades psicoactivas de las plantas era una tecnología poderosa, tan útil para la guerra como para el ritual.
Un lenguaje universal del trance: el secreto tras el arte geométrico antiguo
En cuevas paleolíticas, en el arte megalítico de Irlanda y en la decoración de cerámicas de la antigua Grecia o de las Islas Canarias, encontramos un repertorio recurrente de motivos geométricos: espirales, rejillas, zigzags, círculos y túneles. Durante mucho tiempo, estos diseños se consideraron meramente decorativos o abstractos. Sin embargo, la arqueología cognitiva propone una teoría revolucionaria: este arte no es abstracto en absoluto, sino una representación realista de una experiencia interna y universal.
Esta teoría se centra en el concepto de "fosfenos" o "fenómenos entópticos". Se trata de imágenes geométricas luminosas generadas por el propio sistema nervioso humano durante estados alterados de consciencia, ya sean inducidos por sustancias, meditación profunda, danzas extáticas o privación sensorial. Lo fascinante es que estas visiones son universales; personas de cualquier cultura o época ven los mismos patrones básicos porque surgen de la estructura de nuestro cerebro.
La implicación de esta teoría es profunda. Sugiere que gran parte de lo que consideramos "arte abstracto" antiguo podría ser, en realidad, un registro literal de las visiones experimentadas durante rituales chamánicos o ceremonias mistéricas. Estas formas geométricas no serían producto de la imaginación creativa, sino de la observación directa de un paisaje interior. Constituyen un lenguaje visual compartido por toda la humanidad, una forma de representar la estructura misma de la consciencia en trance.
La bebida de los dioses: un hongo psicodélico y su potente subproducto
En los antiguos textos indoiraníes, como el Rig Veda, se describe una bebida legendaria llamada Soma (o Haoma). No era una simple bebida, sino una deidad en sí misma, un néctar que otorgaba inmortalidad, conexión divina y visiones extáticas a quienes lo consumían. Durante siglos, la identidad botánica del Soma fue un enigma, pero la teoría principal, defendida por el investigador R. Gordon Wasson, apunta a una fuente sorprendente: el hongo psicoactivo Amanita muscaria.
Las descripciones védicas apoyan esta identificación. Se habla del Soma como una entidad que habita en las montañas, que posee un tallo pero carece de hojas, semillas o raíces, una descripción que encaja perfectamente con un hongo y no con una planta clorofílica. Sin embargo, el aspecto más contraintuitivo y revelador de su consumo es una práctica que los textos describen sin ambigüedad: beber la orina de una persona que previamente había ingerido el hongo.
La explicación es puramente bioquímica. Los principales compuestos psicoactivos del Amanita muscaria, como el muscimol, no son metabolizados completamente por el cuerpo y se excretan a través de los riñones. Esto significa que la orina de quien ha consumido el hongo sigue siendo potentemente psicoactiva, a veces incluso más que el propio hongo, al estar más "purificada". Esta práctica, aunque extraña para la sensibilidad moderna, era una forma eficiente de prolongar y compartir la experiencia divina, como lo atestigua la reverencia en los textos.
"Hemos bebido el Soma, nos hemos convertido en inmortales, hemos llegado a la luz, hemos encontrado a los dioses."
El misterio de Delfos: ¿vapores divinos o un potente alucinógeno?
El Oráculo de Delfos fue la institución religiosa más influyente del mundo griego. En su corazón se encontraba la Pitia, una sacerdotisa que, sentada en un trípode, entraba en un trance frenético para canalizar las profecías del dios Apolo. Durante siglos, ha existido un debate sobre el origen de sus visiones.
La teoría clásica, mencionada por autores antiguos, habla de vapores intoxicantes o pneuma que emanaban de una fisura en la tierra bajo el templo. Durante mucho tiempo, esta idea fue descartada por la falta de pruebas, pero estudios geológicos recientes han revitalizado la hipótesis al encontrar fallas geológicas activas bajo el sitio y detectar la presencia de gases con potencial psicoactivo, como el etileno, en las aguas de los manantiales cercanos.
Sin embargo, existe una teoría alternativa igualmente convincente que apunta a la farmacología. Esta propone que el trance de la Pitia era inducido por la ingestión de una planta: el Beleño (Hyoscyamus), también conocido como henbane. Esta planta era bien conocida en la antigüedad por sus potentes efectos, que incluían delirio, alucinaciones y una forma de "locura". La conexión es aún más fuerte si consideramos que el autor romano Plinio se refirió al beleño con el nombre de Apollinaris, vinculándolo directamente con Apolo, el dios patrón del oráculo de Delfos.
La verdad podría ser una combinación de factores: una predisposición causada por los gases geológicos y un estado de trance plenamente inducido y controlado mediante el uso del beleño. Esta posibilidad añade una fascinante capa de psicofarmacología a una de las instituciones más sagradas de la antigüedad, sugiriendo que la "locura divina" de la Pitia pudo haber sido una intoxicación cuidadosamente gestionada.
Conclusión
Los ejemplos explorados en este artículo demuestran que nuestra visión de una antigüedad puramente racional y sobria es una simplificación. Los estados alterados de consciencia no eran una anomalía, sino una tecnología fundamental del mundo antiguo. Se emplearon como herramientas para la guerra, como fuente de inspiración para el arte, como método para la curación y, sobre todo, como un puente para conectar el mundo de los mortales con el de los dioses.
Reconocer el papel central de estas experiencias nos obliga a reevaluar nuestra comprensión de las motivaciones, creencias y capacidades de nuestros antepasados. La historia de la conciencia humana es tan importante como la historia de sus imperios y sus batallas.
¿Cómo ves en nuestro mundo la presencia y realidad de los estados alterados de conciencia? ¿Has participado en algún ritual chamánico -o no- para inducir dichos estados?
Creo que es mejor no experimentar con sustancias. Un beso
ResponderEliminarSeguiré tu consejo.
EliminarEl arte no sé
ResponderEliminarahora, las
guerras ,y
la religión ,
son por, y
para tarados .
Los tarados son quienes escriben la historia.
EliminarMuy cierto tu planteamiento, además de interesante. Acercándonosca tiempos más actuales vemos que la tendencia sigue: muchos poemas de Baudelaire o de Rimbaud, algún relato horripilante de Poe, muchas composiciones de música moderna, etc. se deben al consumo de ciertas sustancias, como el opio, la absenta, el kif o el famoso Lsd. Lo malo es cuando un servidor público, com inmediatas obligaciones hacia la comunidad que lo ha elegido se refugia durante horas en un tugurio metiéndose de todo mientras sus conciudadanos las pasan moradas.
ResponderEliminarExcelente artículo.
Saludos.
Timothy Leary quería extender el LSD a todos los mandatarios del mundo, quería democratizar la psicodelia para que llegara a todos los ciudadanos. La reacción fue radical: el LSD fue prohibido totalmente a pesar de los cientos y cientos de estudios que se estaban llevando a cabo para el tratamiento de la depresión, el alcoholismo y otras enfermedades mentales. Ahora tímidamente se está volviendo a investigar para aplicar terapéuticamente los llamados estados alterados de conciencia. Veremos. Saludos.
EliminarUna entrada muy bien trabajada. Me he quedado con el arte geométrico antiguo, que me ha parecido de una lógica aplastante. Por supuesto, todo el acompañamiento al artículo tiene su qué.
ResponderEliminarNo puedo opinar, JOSELU, porque jamás le he dado una calada a un porro, y eso que en mis tiempos el "hachis" ya estaba de moda entre los progres, pero siempre me han dado respeto y siempre he considerado de que no me eran menester. No critico su uso, aunque no lo comparto, creo que cada persona está en su facultad para saber lo que le conviene o no, y no pongo en duda de que para inspirarse haya habido artistas que las hayan utilizado.
No hay nada inventado, y vivimos en un círculo permanente, sólo cambia el continente porque el contenido (el interior humano) siempre ha sido similar.
Un abrazo
Salut
Muy seguro que en el arte rupestre del paleolítico superior se expresaban rituales de conexión del mundo exterior con el interior o el de los dioses. Sus autores podrían ser chamanes que oficiaban de intérpretes de dichos mundos para traerlos aquí. Las pinturas rupestres más elaboradas estaban pintadas en zonas muy inaccesibles de las cuevas, no eran para la mayoría de las gentes. Sin duda, entraban en estados alterados de conciencia mediante sustancias alucinógenas, o mediante cánticos y ritmos que les inducían el trance para comunicarse con el mundo inferior o superior. Un abrazo, salut.
EliminarEs tan incomprensible el mundo que nos rodea, es tan puñetero a veces, que creo que desde que pusimos un pie en la tierra nos dedicamos a probar todo lo que encontrábamos a mano para que nos aliviase el dolor de estar vivos...
ResponderEliminarY, bueno, diría que no ha habido expresión artística en la tierra que no haya requerido de la ayuda de ciertas sustancia.
Muy bien redactado el artículo, me ha gustado mucho
Disculpa el retraso en contestar pero he pasado todo el fin de semana fuera y sin internet. Leí tu comentario pero no he podido contestarlo hasta ahora.
EliminarEstoy de acuerdo con que no hay expresión artística o espiritual que no haya requerido el uso de ciertas sustancias.
Muchas gracias por tu presencia.
Me ha gustado mucho tu artículo. Resulta fascinante ver hacia atrás y descubrir los usos de plantas, gases, sustancias para generar estados alterados de conciencia que derivaban en la creación de arte, rituales religiosos, técnicas de guerra. Un artículo con muchos detalles interesantes. Muy bueno. Saludos.
ResponderEliminarAna, ya estoy por aquí tras un largo fin de semana en que he estado experimentando sustancias enteógenas para acceder a eso que es lo más básico de todo, el amor. Sin amor no hay vida. Sin el amor no hay dimensión existencial. Perdona que sea críptico pero la intensidad de lo que he vivido, me condiciona a la hora de razonar.
EliminarSaludos.
Buenas noches,Joselu:
ResponderEliminarPedirte disculpas ,por no actualizar tu entrada y me he perdido unas cuantas.Una entrada muy interesante y elaborada ,se nota lo profundo que eres en cada búsqueda .La Amanita muscara y la belladona, ya la consumían los Vikingos.
La tan manida frase: de que no hay nada nuevo bajo el Sol es tan cierta.En la Antigua Grecia con el opio,para poder soportar el dolor de las heridas, esto en cuanto a los guerreros y el señor de la guerra de esos momentos para poder dominarlos.Despues del comercio global de sustancias psicoactivas,opio,alcohol,morfina, etc etc etc, un gran negocio para los Estados aparte de sus motines de guerra.Es que el miedo,dolor o simplemente, querer ser algo sublime con la mente clara es muy difícil. La farmacología como la conocemos actualmente data desde el s.XIX.
Un abrazo
Actualmente hay un resurgimiento de sustancias enteógenas que se están utilizando para curar depresiones persistentes y resistentes a los fármacos, para el estrés postraumático, la ansiedad, el alcoholismo... Cada vez más en hospitales se investigan sustancias como la psilocibina, la ayahuasca, el bufo alvarius, el yupo para tratar a enfermos del ánimo, así como para enfrentarse a la muerte como experiencia trascendental. Hubo un parón en los años sesenta pero ahora vuelven a investigarse sustancias enteogenas o psicodélicas en muchos hospitales y centros científicos.
EliminarUn abrazo y gracias por tu visita, Bertha.
Muy interesante todo lo que expones, lo he leído más de una vez.
ResponderEliminarEn nuestra cultura occidental, con el advenimiento del dogma cristiano, se desterró casi todo vestigio de animismo primitivo, es decir; esa convicción (que al final siempre regresa) de que los seres humanos teníamos una profunda conexión con los animales, los ríos, las montañas, rocas, árboles, plantas, el aire, la tierra misma, etc, etc, y cuyas creencias nos incitaban a elaborar todo tipo de brebajes, hierbas, hongos u otras sustancias alucinógenas con el fin de “traspasar una frontera” y establecer esa conexión íntima con el río, el águila, la montaña… y ser un “todo” con lo que nos rodeaba.
Ese trascender la materia corpórea y compartir el espíritu con el río, el oso, o el viento, que el Cristianismo sustituyó por un Dios omnipotente a quien rendir una fe incondicional, sigue estando más o menos presente en otros lugares. Cuando he viajado al Perú, por ejemplo, constato como muchos peruanos, especialmente de la sierra y la selva, siguen teniendo un anclaje sólido con ese espíritu animista, y que su firme fe católica no ha logrado desterrar, ellos lo conjugan con una absoluta normalidad, y los chamanes (que yo mismo he conocido y conversado con ellos) son figuras muy respetadas, y obviamente grandes consejeros en cuanto a brebajes y sustancias varias que le permitan a uno hacer “el viaje” por el motivo que consideren, para tener una “visión”, etc, etc.
Y esa aparente armonía del andino entre el culto al Dios cristiano sin renunciar al ser animista; un todo con el río, las rocas, los helechos, o la pachamama, es algo que me fascina, nunca se han permitido renunciar a esa “alma primitiva” como decía Lucien Lévy-Bruhl (el célebre antropólogo francés), quien señalaba como fluía una realidad esencial en la que el hombre primitivo se veía plenamente conectado en lo que observaba, y no como el observador ajeno a lo que le rodea… bueno, Joselu, quizás me desvié algo de la cuestión, la mente con sus digresiones también hace sus viajes.
No, no te has desviado en absoluto, y todo lo que has expuesto es certero y congruente. No sé si en tus viajes a Perú has participado en alguna ceremonia en la sierra dirigida por algún chamán y que te haya permitido explorar esa íntima conexión del ser personal con todo lo que te rodea mediante alguna sustancia como la ayahuasca u otras psicodélicas. Yo he participado recientemente en un retiro que tenía como base la ayahuasca además de otros enteógenos en un ambiente cuidado y amoroso. No había chamán, pero sí facilitadores que dirigían la ceremonia nocturna en la que se ingería dos dosis sucesivas de ayahuasca a lo largo de la noche, acompañado de música pachamana en directo para propiciar un viaje hacia el interior del Ser. Mi experiencia fue muy buena. Tuve visiones e imágenes que conectaban mi espíritu con todo lo existente ahondando en mi conciencia profunda que emergía aunando el amor y la compasión, a la vez que perdía conciencia de mi ego que se diluía. En algún momento, participantes bailaron y rieron al son de la música bellísima de la Pachamana. Es una asociación que se llama Floresiendo que tiene sedes en diversos sitios de España e incluso en Perú. Lo que no hacen es darle forma chamánica al rito como seguramente sería en Perú, Brasil o países amazónicos. Fue una experiencia fascinante que completé con el humito del bufo alvarius y el yupo, además de la medicina ancestral, cambó. No es nada esotérico y el participante en todo momento está cuidado en su viaje al interior de sí mismo.
EliminarMuchas gracias, he estado conmocionado en estas dos semanas desde que pasó y me ha costado seguir con el blog, dada la intensidad de lo que viví. No lo había explicado porque probablemente habrá personas que lo malinterpreten y piensen que es una ceremonia de drogadictos y que aquello es una secta, pero no es nada de esto, esto te lo puedo asegurar.