martes, 14 de octubre de 2025

El tiempo de las mujeres

Tengo una amiga, Paula, que se ha iniciado a sus cincuenta y tantos años en la navegación a vela. Sale un par de veces a la semana en un velero para aprender las tareas básicas de la navegación. Está entusiasmada con este descubrimiento del mar. Sin embargo, se encuentra a veces con varones en el barco que la tratan condescendientemente y con abierto sarcasmo por ser mujer, cuando ya se sabe, la navegación parece ser cosa de hombres. Paula tiene otras aficiones como la fotografía y la pintura, además de viajar. Viaja cuanto puede, ahora está en Indonesia y el año pasado estuvo quince días en Japón en solitario. 

¿Qué relación puede tener la vela con la pintura o la fotografía? Con el viajar, es evidente que el mar es un territorio abierto a todos los vientos y a los viajes reales o imaginarios desde la Odisea, libro marino por excelencia. 

¿Adónde quiero ir a parar? Pues que Paula ha contactado con una asociación de mujeres navegantes que se coordinan para hacer realidad su sueño y tejen una comunidad entre ellas para apoyarse y crear nuevas propuestas tanto de navegación como filosóficas, literarias y artísticas en general tomando como eje el mar y la vela. Es una asociación que sirve de apoyo y campo abierto a la investigación para mujeres que se aproximan al mar. Y enseguida la orientaron para que pudiera conectar su mundo pictórico y fotográfico con la asociación. La relación de actividades es francamente fascinante. 

Le pregunté a Paula que si iba a segregarse del mundo de los hombres para participar en una asociación exclusivamente de mujeres. ¿Que qué pensaría ella si se creara una asociación para hombres como criterio para entrar? Me doy cuenta de que cada vez hay más actividades y entidades para mujeres solas en las que no tienen cabida los varones en una suerte de segregación sexual que no me gusta. Es real que aumentan los colectivos femeninos en todos los órdenes. 

Entonces Paula me explicó que ella no tenía nada contra los hombres en general, que con algunos se siente muy a gusto, pero había visto que en la vela hay un prototipo de machos alfa que se creen superiores y que consideran que las mujeres son una especie de florero que solo deben estar tomando el sol en la popa sin molestar demasiado. Y me enseñó la temática de la asociación de mujeres navegantes que aborda multitud de aspectos contemplados desde la sensibilidad, la complicidad, la solidaridad, y la idea de aprender juntas apoyándose mutuamente. Y esto -me dijo- no lo he encontrado en ningún otro sitio. Puedo dar salida a mi vena artística en relación con el mundo de la vela a la vez que aprendo y viajo. 

Esta anécdota me viene cuando abordo este nuevo post de Cisne en llamas. Se ha dicho que vivimos en un tiempo en que las mujeres son protagonistas, que están empoderadas, que se atreven a entrar en cualquier campo antes exclusivos de los hombres. Y la principal observación que me viene es que las mujeres son capaces de tejer asociaciones para apoyarse mutuamente sin que nadie se imponga, tienen planteamientos colectivos y solidarios mientras que los hombres somos más bien individualistas y egoístas. No tejemos formas de comunicar ni de colaborar con tanta facilidad como las mujeres. Nos creemos muy listos y que no tenemos nada que aprender, nos hemos quedado rezagados en un mundo en que las mujeres reclaman su lugar sin pedirnos permiso y se coordinan entre ellas para superarse y crear juntas, sea en el terreno que sea. Donde hay mujeres hay tejido asociativo, colaboración, comunidad, compañerismo y suavidad. Los hombres miramos lo que está pasando y no lo asimilamos pues el mundo hasta no hace mucho era en exclusiva de los hombres, eran ellos los que se reunían y marcaban las reglas del juego. Las mujeres nos están dando un baño que nos deja descolocados, y lo hacen ellas solas, a su aire y a su manera, con sensibilidad e inteligencia. 

En cuanto se reúnen hombres hay un juego de gallos para imponerse alguien a los otros, y no es raro que surja la violencia por ejemplo en el deporte entre los seguidores de los equipos. Hay una pugna por el poder y la supremacía que no se da entre las mujeres que han aprendido ese concepto tan interesante que se llama sororidad que implica el apoyo mutuo en las dificultades, la creación de lazos y la amistad. Y algo importante es que no es relevante quedar en segundo o tercer plano, todas son importantes aportando cada una su granito de arena. 

Paula me dio una lección y aprendí. En realidad me gusta mucho más, desde niño, la compañía y la relación con mujeres antes que con hombres, tengo más amigas que amigos y puedo hablar con ellas sin las reservas que impone el mundo adusto y rígido de los hombres. 

Esta es mi reflexión de hoy. 

3 comentarios:

  1. Una reflexión que comparto totalmente. Recuerdo mis primeros años de casado en aquel barrio con otros vecinos jóvenes también. Los hombres, cuando llegaba el sábado tenían la costumbre de juntarse para echar un partido de fútbol, luego acababan la mañana en un bar pagando una ronda cada uno y volviendo a sus cada medio pedos, donde les esperaban sus mujeres con la comida en la mesa. Como a mí no me gustaba ese plan ni tampoco el fútbol era considerado un tipo raro. Yo prefería juntarme en casa con mis amigos y mis amigas donde compartíamos otro tipo de actividades como oír música o charlar de diferentes temas, de fútbol no porque a ninguno nos gustaba.

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  2. Creo que las mujeres eso lo hacen mejor, entre otras muchas cosas, el asociarse, el reconocer que pueden más unidas que en solitario. A los hombres les cuesta más reconocerlo, siempre intentan arreglar las cosas por su cuenta...

    Aunque, claro, un lugar exclusivo para hombres no será bien visto, ¿verdad?

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  3. Yo, con que
    no nos odien,
    como las
    exministras
    Montero y
    Belarra,
    que se
    dediquen
    a lo que
    quieran,
    un saludo.

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