Tengo una amiga, Paula, que se ha iniciado a sus cincuenta y tantos años en la navegación a vela. Sale un par de veces a la semana en un velero para aprender las tareas básicas de la navegación. Está entusiasmada con este descubrimiento del mar. Sin embargo, se encuentra a veces con varones en el barco que la tratan condescendientemente y con abierto sarcasmo por ser mujer, cuando ya se sabe, la navegación parece ser cosa de hombres. Paula tiene otras aficiones como la fotografía y la pintura, además de viajar. Viaja cuanto puede, ahora está en Indonesia y el año pasado estuvo quince días en Japón en solitario.
¿Qué relación puede tener la vela con la pintura o la fotografía? Con el viajar, es evidente que el mar es un territorio abierto a todos los vientos y a los viajes reales o imaginarios desde la Odisea, libro marino por excelencia.
¿Adónde quiero ir a parar? Pues que Paula ha contactado con una asociación de mujeres navegantes que se coordinan para hacer realidad su sueño y tejen una comunidad entre ellas para apoyarse y crear nuevas propuestas tanto de navegación como filosóficas, literarias y artísticas en general tomando como eje el mar y la vela. Es una asociación que sirve de apoyo y campo abierto a la investigación para mujeres que se aproximan al mar. Y enseguida la orientaron para que pudiera conectar su mundo pictórico y fotográfico con la asociación. La relación de actividades es francamente fascinante.
Le pregunté a Paula que si iba a segregarse del mundo de los hombres para participar en una asociación exclusivamente de mujeres. ¿Que qué pensaría ella si se creara una asociación para hombres como criterio para entrar? Me doy cuenta de que cada vez hay más actividades y entidades para mujeres solas en las que no tienen cabida los varones en una suerte de segregación sexual que no me gusta. Es real que aumentan los colectivos femeninos en todos los órdenes.
Entonces Paula me explicó que ella no tenía nada contra los hombres en general, que con algunos se siente muy a gusto, pero había visto que en la vela hay un prototipo de machos alfa que se creen superiores y que consideran que las mujeres son una especie de florero que solo deben estar tomando el sol en la popa sin molestar demasiado. Y me enseñó la temática de la asociación de mujeres navegantes que aborda multitud de aspectos contemplados desde la sensibilidad, la complicidad, la solidaridad, y la idea de aprender juntas apoyándose mutuamente. Y esto -me dijo- no lo he encontrado en ningún otro sitio. Puedo dar salida a mi vena artística en relación con el mundo de la vela a la vez que aprendo y viajo.
Esta anécdota me viene cuando abordo este nuevo post de Cisne en llamas. Se ha dicho que vivimos en un tiempo en que las mujeres son protagonistas, que están empoderadas, que se atreven a entrar en cualquier campo antes exclusivos de los hombres. Y la principal observación que me viene es que las mujeres son capaces de tejer asociaciones para apoyarse mutuamente sin que nadie se imponga, tienen planteamientos colectivos y solidarios mientras que los hombres somos más bien individualistas y egoístas. No tejemos formas de comunicar ni de colaborar con tanta facilidad como las mujeres. Nos creemos muy listos y que no tenemos nada que aprender, nos hemos quedado rezagados en un mundo en que las mujeres reclaman su lugar sin pedirnos permiso y se coordinan entre ellas para superarse y crear juntas, sea en el terreno que sea. Donde hay mujeres hay tejido asociativo, colaboración, comunidad, compañerismo y suavidad. Los hombres miramos lo que está pasando y no lo asimilamos pues el mundo hasta no hace mucho era en exclusiva de los hombres, eran ellos los que se reunían y marcaban las reglas del juego. Las mujeres nos están dando un baño que nos deja descolocados, y lo hacen ellas solas, a su aire y a su manera, con sensibilidad e inteligencia.
En cuanto se reúnen hombres hay un juego de gallos para imponerse alguien a los otros, y no es raro que surja la violencia por ejemplo en el deporte entre los seguidores de los equipos. Hay una pugna por el poder y la supremacía que no se da entre las mujeres que han aprendido ese concepto tan interesante que se llama sororidad que implica el apoyo mutuo en las dificultades, la creación de lazos y la amistad. Y algo importante es que no es relevante quedar en segundo o tercer plano, todas son importantes aportando cada una su granito de arena.
Paula me dio una lección y aprendí. En realidad me gusta mucho más, desde niño, la compañía y la relación con mujeres antes que con hombres, tengo más amigas que amigos y puedo hablar con ellas sin las reservas que impone el mundo adusto y rígido de los hombres.
Esta es mi reflexión de hoy.
Una reflexión que comparto totalmente. Recuerdo mis primeros años de casado en aquel barrio con otros vecinos jóvenes también. Los hombres, cuando llegaba el sábado tenían la costumbre de juntarse para echar un partido de fútbol, luego acababan la mañana en un bar pagando una ronda cada uno y volviendo a sus cada medio pedos, donde les esperaban sus mujeres con la comida en la mesa. Como a mí no me gustaba ese plan ni tampoco el fútbol era considerado un tipo raro. Yo prefería juntarme en casa con mis amigos y mis amigas donde compartíamos otro tipo de actividades como oír música o charlar de diferentes temas, de fútbol no porque a ninguno nos gustaba.
ResponderEliminarTal vez, en pareja, casados o no, sea más difícil mantener amistades con amigas para hombres si son fuera de la pareja. Las relaciones con otros hombres parece más normal pero no ofrecen el interés que sí proporcionan las que se tienen con mujeres que aportan sensibilidad y otros ángulos. Por eso me preocupa que las mujeres cada vez más se asocien entre ellas excluyendo a los hombres. Carreras para mujeres, clubes para mujeres, fiestas de chicas..., todo lo contrario de lo que parecía creerse cuando se llegó a la idea aquella de la canción 'los chicos con las chicas, las chicas con los chicos tienen que estar...'
EliminarCreo que las mujeres eso lo hacen mejor, entre otras muchas cosas, el asociarse, el reconocer que pueden más unidas que en solitario. A los hombres les cuesta más reconocerlo, siempre intentan arreglar las cosas por su cuenta...
ResponderEliminarAunque, claro, un lugar exclusivo para hombres no será bien visto, ¿verdad?
De hecho, hoy día sería una provocación crear una actividad solo para hombres que sería severamente criticada. Imagínate una librería que solo ofreciera libros escritos por hombres, sería un escándalo, cuando hay librerías de mujeres con libros exclusivamente escritos por ellas. O una carrera popular solo para hombres, cuando las hay muy numerosas de solo para mujeres. Es el signo de los tiempos y los derechos se tienen solo en virtud de si has sido un colectivo agraviado en la historia... Pero sí, por lo demás, estamos de acuerdo en las actitudes diferentes que tenemos hombres y mujeres...
EliminarEl problema es eso de colectivo agraviado porque, en el fondo, todos somos un colectivo agraviado :)
EliminarYo, con que
ResponderEliminarno nos odien,
como las
exministras
Montero y
Belarra,
que se
dediquen
a lo que
quieran,
un saludo.
No veo la tele, así que no puedo decir qué es lo que dicen estas ministras, aunque me temo que no es nada bueno para los hombres, colectivo que arrastra su estela de poder durante tantos siglos. Ahora ha dado la vuelta. Saludos.
EliminarCreo que BEAUSEANT ha expresado de manera exacta lo que pienso.
ResponderEliminarLas mujeres saben asociarse mejor que los hombres.
Siempre que por una causa u otra nos hemos juntado más de tres hombres (problemas de escalera, por ejemplo), siempre ha salido el alfa y el que quiere imponerse y llevar la voz cantante, el que no admite otro color y el que dice como hay que hacer esto o aquello sin contar con el consenso.
Como bien dices: Donde hay mujeres hay tejido asociativo, colaboración, comunidad, compañerismo y suavidad.
Un abrazo
Salut
Estamos de acuerdo. No recuerdo experiencia más empobrecedora que el haber pasado nueve infinitos años en un colegio marista en que todos los alumnos eran varones, espantoso. Cuando hice COU me fui a una academia mixta y me pasé el año sentado con una chica ocho años mayor que yo que me abrió unas perspectivas enriquecedoras y llenas de sensibilidad para ver las cosas. Fue un año en que empecé a ir a un club juvenil -Virgen del Carmen- en que había también chicas y fue maravilloso tras los nueve años negros en el colegio sádico y lleno de matones. Por eso, me inquieta tanto que las mujeres se asocien de nuevo al margen de nosotros, que pasen de nosotros, quiero decir. Entiendo sus razones, pero es como dar de nuevo un giro que no me gusta. Saludos. Un abrazo.
EliminarDesechados talantes que pudo haber sobre una incierta superioridad, absoluto respeto por su saber estar y dignidad con que viven su rol, sutilidad extrema si de "tirar la caña" se trata, etcétera, etcétera; afirmo que es más fácil encontrar una docena de hombres para ir a, no sé, a un banquete, o recoger residuos de un parque natural, o a un concierto, que no encontrar a un grupo de mujeres dispuestas a lo mismo. Aunque las fichara mi prima, enrollada como es ella. Noto entre las damas una tirantez, una cierta desconfianza, incluso un taladreo que no deja de cejar, por debajo de una más o menos aparente amistad.
ResponderEliminarHaces una observación interesante que coincide con apreciaciones que se hacen en mi barrio de Cornellà cuando se organiza algún evento como una caminata, una fiesta, un acto solidario, y es cierto que son mayoría de hombres los que se apuntan, alguna mujer, pero la mayor parte son hombres. Sin embargo, no se puede negar el asociacionismo femenino y la capacidad de las mujeres a la hora de tejer alianzas y lazos entre ellas. Las veo con mayor capacidad de crear conversación, de ganas de reunirse, de formular proyectos entre ellas, tal vez sea esta la diferencia. Las mujeres han descubierto que ellas solas están mejor que con los hombres, son muy diferentes las reuniones en que ellas están en su salsa sin hombres a otras en que están con ellos. En los carnavales del Penedés más del noventa por ciento de los participantes son mujeres. Tienen más ganas de divertirse, de participar, de hacer piña, los hombres nos hacemos aburridos y nos quedamos en el sofá, y muchas veces somos megalodones que miramos a las mujeres con desconfianza y con recelo, con abierto desprecio. Soy más positivo a la hora de considerar a las mujeres que tú, por lo que veo. Saludos.
EliminarVoy a ser muy elemental, pero es que yo lo soy. No hablaré de aventuras deportivas, que me son ajenas. Cuento mi experiencia de cualquier tarde en un barrio semiburgués como el que vivo en Barcelona (Les Corts).
ResponderEliminarMe refiero solo a la gente de edad, no a los adolescentes, que es otro mundo (ellas se hacen selfies y charlan, mientras ellos le dan al balón), ni a los jóvenes (que ya empiezan a tener peocupaciones más serias, pero ellas hablan entre sí más que ellos). Veo todas las tardes grupos de mujeres mayores merendando juntas a media tarde en cualquier cafetería de los alrededores y charlando de sus cosas como si no hubiera un mañana. Suelo escuchar lo que dicen, como hace Juan José Millás en los bares. Todo puede ser tema de conversación para ellas, menos el fútbol. Veo también a grupos de hombres, pocas veces son más de cuatro, jugando al dominó en el bar después de comer, pero nunca hablando entre ellos. Yo creo que ellas hablan de todo y los tíos, si no están jugando, de fútbol y de pelas. Ni unas ni otros filosofan, eso no, pero de salud, todas y todos (es gente de mi edad a la que me refiero). No sé en otros sitios, pero en mi barrio es gente práctica y hay ya pocas divagaciones existenciales a estas alturas del almanaque.
Justo debajo de mi piso hay una peña del Barça, para mi desgracia. Vienen los tíos (no hay ninguna mujer) a ver al Barça y pegan grandes voces. Cuando acaba el partido, cada cual se va rápidamente a su casa, a ver qué hay de cena, solo con unas risotadas por medio si ha ganado el Barça y poco más. Hay una salvedad: los jueves por la tarde vienen solo mujeres, bastante mayores todas. Allí charlan, jugan a la canasta, ven vídeos, en fin, no sé muy bien lo que hacen porque no he entrado nunca. El caso es que cuando salen a la calle (es semipeatonal), se quedan grupos de ellas (que siempre acuden muy bien arregladas) charlando en la calle más rato de lo que ha durado la sesión. ¿De qué hablan?, de todo, porque las oigo desde mi balcón (soy un chafardero).
Yo creo que en las reuniones o comidas de grupo, todos (ellas y ellos), sean de la edad que sean, se lo pasan mejor si no hay nadie del otro sexo involucrado, porque en ese caso ya entran en juego otros códigos y se pierde la naturalidad y la posibilidad de hablar de ciertas cosas.
Por cierto, y para acabar con otro asunto futbolero. Decía Guardiola (el entrenador del Manchester City y ex del Barça), en una época en que tenía la posibilidad de seguir siendo entrenador, pero le ofrecían ser a la vez seleccionador de Inglaterra y presentarse a las elecciones catalanas como político y futurible Molt Honorable. Pues bien. Él dijo: «soy como una mujer, sé hacer varias cosas a la vez». Y creo que tiene razón. Por lo menos en mi caso, mi esposa puede compatibilizar varios asuntos sin pestañear y yo solo soy capaz de hacer las cosas de una en una.
Saludos.
Es que va a ser verdad lo de aquel famoso libro de John Gray, Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus. Hombres y mujeres somos bastante diferentes. Yo disfruto más cuando hay mujeres presentes en una cena o en una conversación, tengo más temas de que hablar, pero veo que no es algo habitual. De muy niño, en el colegio de caridad al que asistía, en las clases había niñas y niños separados por el corredor. Seríamos unos cien en el aula que dirigían monjas y señoritas. Estaba prohibido que los chicos y las chicas se mezclaran pero yo siempre me iba con las chicas por lo que recibía regañinas. No me gustaba el fútbol y sentía que había más cosas de que hablar con ellas. Mi universo hasta los siete años fue esencialmente femenino, hasta que a esa edad me metieron en un colegio exclusivamente masculino hasta los dieciséis años. Fue una etapa muy difícil y hostil, acostumbrado a la relación con las niñas.
ResponderEliminarTengo dos hijas, y hasta hace poco vivía también con la suegra -hasta que murió hace dos años-. Mis amigos más profundos son mujeres. Me gusta hablar con ellas en general.
Un día en un bar había una reunión de mujeres que reían y gritaban como si no hubiese un mañana. Y al final se despedían y una preguntó si la próxima reunión -debían ser trabajadoras de una empresa- vendrían sus maridos. Y se alzó un grito unánime que dijo que ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡no!!!!!!!!!! Queremos divertirnos.
Son cada vez más frecuentes las quedadas de chicas -de mujeres- para pasar un fin de semana juntas sin maridos ni novios.
Los hombres tenemos temas limitados. No quiero decir que las mujeres sean filósofas o pensadoras profundas, pero sí tienen más ganas de hacer cosas, de charlar sobre la vida, de sus actividades, de divertirse -los hombres somos unos muermos--.
Donde hay mujeres, hay conversación interminable, mientras que los hombres solo hablamos de fútbol o de pelas, como bien dices.
Desconocía lo de Guardiola, es un tipo que me cae mal, pero si puede hacer varias cosas a la vez, no debe de ser malo en sus asuntos.
Saludos.
Respecto al talante desechado que mencioné más arriba, comento un chispazo que se me escapó:
ResponderEliminarEn nuestro club de lectura -de apabullante presencia femenina-, estamos liados ahora con los cuentos de Flannery O'Connor llamados "Un hombre bueno es difícil de encontrar". Comentaban ellas la ocurrencia -y la veracidad- del título, a lo que contesté que les había oído expresar que no es difícil encontrar alguno de estos hombres...............................pero suelen ser gays.
Casi me apedrean. Ni imagino de haberme metido con su género...
Almuerzo con el grupo de amigos, (señores) cada viernes -desde hará más de treinta años-, "esmorzar de forquilla". Ni un segundo ha cesado la conversación: el tiempo, las setas, formas de cocinarlas, ratafia casera, diferencias con la industrial, comparativa de platos, el partido del domingo, los inevitables achaques, el coche que se le ha roto a uno, los nuevos de plástico se deberán romper el doble, el ligue de otro, si debe proponerle acostarse, que espere a que no pueda,etc.
Y aún queda verborrea para comentar en tu blob.
No me cabe duda de que eres un hombre sociable y abierto por tu participación en el club de lectura y en los almuerzos de los viernes de 'esmorzar de forquilla'. Yo salgo con un amigo a caminar entre semana y solemos ver a grupos numerosos de hombres que están haciendo su 'esmorzar de forquilla' en la Santa Creu d'Olorda o en el restaurante de la ermita de Brugués. Admiro esa camaradería masculina pero no participo de ella. Soy más hombre de relaciones personales, de tú a tú, que partícipe de esas reuniones tumultuosas que revelan la personalidad masculina de grupo. No me suelen gustar los grupos, pero probablemente es un déficit personal.
EliminarEn todo caso, en el grupo de lectura, cabría escuchar y averiguar por qué piensan las mujeres que 'un hombre bueno es difícil de encontrar'. Sería un tema interesante para debatir para conocer ambas perspectivas. Tú saliste por la tangente y me hubiera gustado saber qué pensaban ellas.
Bienvenida la verborrea al blog.